
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En 1987 se presenció la primera supernova visible a simple vista en cuatro siglos. También conocida como SN1987A, fue una explosión estelar que ocurrió en la Gran Nube de Magallanes, una galaxia satélite de la Vía Láctea. Esta supernova fue la más cercana observada desde la invención del telescopio, y fue visible desde la Tierra a simple vista. Hoy, 37 años después, los científicos han logrado detectar las cenizas que quedaron atrás tras la poderosa explosión. (Puede ver: “Chismear” también podría tener una función social)
Una supernova es un evento cósmico impresionante que ocurre cuando una estrella llega al final de su vida. Hay dos tipos principales: las supernovas de Tipo II, que suceden cuando una estrella masiva colapsa y explota, liberando una enorme cantidad de energía; y las supernovas de Tipo Ia, que involucran a una enana blanca que acumula material de una estrella compañera hasta que alcanza una masa crítica y estalla. Estos eventos no solo son espectaculares, sino que también desempeñan un papel crucial en enriquecer el espacio con elementos pesados y otros productos de reacciones nucleares.
SN1987A fue el colapso de un núcleo estelar masivo. Se observó por primera vez el 24 de febrero de 1987 y alcanzó su máxima luminosidad en mayo de 1987. Esta explosión proporcionó a los astrónomos una oportunidad única para estudiar de cerca el desarrollo de una supernova y los eventos que siguen a la explosión estelar. La energía liberada durante la supernova generó una onda de choque y la formación de una nebulosa en expansión, que ha sido objeto de observación continua desde entonces. Los apasionados de este campo de estudio han tenido en ella valiosa información sobre la evolución estelar y los procesos nucleares extremos que ocurren durante una explosión supernova.
Una nueva investigación publicada en Science señala que después de más de tres décadas, las observaciones indican que el residuo de la explosión tiene diferentes componentes. Las eyecciones internas, que llevan elementos pesados de la explosión, están interactuando con un anillo ecuatorial y el espacio alrededor. Se piensa que el anillo se formó unos 20,000 años antes de la explosión debido a un evento en la estrella original. Las eyecciones internas producen líneas brillantes con velocidades altas y rayos X debido a su interacción con el anillo ecuatorial. (Vea: Identifican síndrome de Down en bebés de hace 2.600 años)
Los científicos especulan que puede haber una estrella de neutrones o un agujero negro, en el centro de la región donde ocurrió la explosión de la supernova SN 1987A, aunque no ha sido observado directamente. Utilizando el telescopio espacial James Webb (JWST), los investigadores observaron el remanente de la supernova en julio de 2022.