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¿Por qué la velocidad de la luz tiene el privilegio de ser inalcanzable? ¿Qué ocurrió en la historia para que esta velocidad adquiriera el status de constante universal? En 1676, el astrónomo danés Olaf Roemer, estudiando las apariciones y eclipses de las lunas de Júpiter, concluyó que la luz no viaja instantáneamente, sino que debía tener una velocidad cercana a 220.000 Km/seg. En 1728 James Bradley determinó un valor mucho más preciso. A mediados del siglo XIX, la descripción que James Clerk Maxwell realizaba de los fenómenos eléctricos y magnéticos arrojaba una consecuencia sorprendente: predecía la existencia de ondas electromagnéticas, campos eléctricos y magnéticos oscilantes que se propagan. Las ecuaciones permitían calcular la velocidad de estas ondas en términos de dos constantes experimentales. Al calcular (sí, calcular, no medir) el valor de esta velocidad, para sorpresa de Maxwell, resultó coincidir con la velocidad de la luz. La conclusión era inevitable: la luz es una onda electromagnética que se propaga a unos 300.000 Km/seg en el vacío.
El electromagnetismo tiene encriptada una velocidad privilegiada, la de la luz.