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Un evento que ocurre varias veces al año tuvo lugar a las afueras de Berlin, Alemania, el pasado 21 de enero. Se trató de la colisión de un pequeño asteroide al que llamaron 2024 BX1. Aunque no se había confirmado su origen, los científicos ahora saben de dónde pudo provenir.
Cinco días después de la colisión, se recuperaron los fragmentos del asteroide, y los cientificos responsables dijeron que se trataba de un tipo de roca espacial poco común que, incluso, podría ayudar a comprender mejor los orígenes del universo. La sospecha principal era que podía provenir de un grupo de meteoritos raramente encontrado llamado aubritas, que se cree se formaron al mismo tiempo que los planetas del Sistema Solar.
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“Es muy interesante. Tenemos material nuevo para observar que pudo haber sido los componentes básicos a partir de los cuales se formó la Tierra. Y ese es el atractivo de este meteorito en particular”, le dijo Peter Jenniskens, astrónomo de meteoritos del Instituto SETI, al portal LiveScience.
En otra entrevista en Space.com, Jenniskens dijo que solo se han encontrado 11 elementos similares en la Tierra, y se distinguen por su corteza de vidrio traslúcido, que parece granito gris. Esas características hicieron que fuera difícil diferencia al 2024 BX1 de una roca terrestre normal.
“La órbita misma del asteroide contiene información importante sobre su origen. Probablemente vinieron del lado interior del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter”, afirmó Jenniskens.
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El aviso de la colisión fue hecho por la NASA durante la noche del 20 de enero a través de su cuenta de X (antes Twitter). Sin embargo, fue el astrónomo Krisztián Sárneczky identificó el objeto mediante uno de los telescopios del Observatorio Konkoly en Hungría.
La Agencia Espacial Europea ha sido enfática en explicar que, mientras más pequeños son los asteroides que ingresan en la Tierra, más difícil resulta su avistamiento. El que cayó en Berlín, por ejemplo, fue captado por una cámara de seguridad que observó su luminosidad antes de que impactara, y pudo confirmar también que tenía aproximadamente 1 metro de ancho.
El descubrimiento, según Jenniskens, podría servir para varios fines: además de ayudarnos a comprender mejor la formación de la Tierra, también sería util para medir escenarios donde otros meteoritos de mayor tamaño ingresen en nuestro planeta. Por ahora, los hallazgos se presentaron ante la Comisión Internacional de Nomenclatura de la Sociedad Meteorítica.
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