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En las próximas semanas se presenta una oportunidad poco frecuente para observar desde la Tierra al cometa interestelar 3I/ATLAS. Tras haber alcanzado su punto más cercano al Sol (perihelio) y salir del lado opuesto desde nuestro planeta, la Tierra y el cometa se aproximan lentamente, lo que permitirá mejores condiciones de visibilidad y estudio.
El 3I/ATLAS es apenas el tercer objeto interestelar confirmado que entra en nuestro sistema solar, después de 1I/ʻOumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019). Su trayectoria hiperbólica y velocidad excesiva respecto al Sol confirman que no proviene de nuestra vecindad inmediata, sino del espacio interestelar.
Durante su acercamiento a la Tierra, 3I/ATLAS mostró una actividad inusualmente fuerte. Por ejemplo, al pasar por el perihelio liberó grandes volúmenes de polvo y gas debido al calentamiento solar, lo que la convirtió en un blanco atractivo para telescopios terrestres y espaciales.
Asimismo, el telescopio espacial Hubble logró una de las imágenes más nítidas obtenidas hasta ahora de este objeto, indicando un núcleo mucho menor que estimaciones iniciales y una coma activa.
Pero, ¿qué hace que este cometa sea tan relevante para los astrónomos? Primero, su origen interestelar le otorga valor como “muestra de otro sistema estelar”. En palabras de la Agencia Espacial Europea (ESA), estos cuerpos aportan pistas sobre cómo se forman los sistemas planetarios más allá del Sol. Segundo, su trayectoria y actividad ofrecen una ventana temporal limitada: “Noviembre será el mes ideal para observarlo antes de que quede oculto nuevamente”, se leía en los análisis preliminares.
Para quienes deseen observarlo desde Colombia u otros puntos del mundo, los expertos recomiendan usar telescopios modestos o binoculares de alta calidad en las horas antes del amanecer, apuntando hacia la constelación de Virgo, cerca del planeta Venus. La clave estará en localizar esos cuerpos guía con ayuda de apps de observación como Stellarium o SkySafari.
Sin embargo, no se espera un espectáculo visible a simple vista. La magnitud estimada del objeto lo hace visible sólo con telescopios.
Por ahora, y en palabras de expertos, más allá de la observación amateur, el valor científico del 3I/ATLAS es incuestionable. Su composición ya ha mostrado anomalías (como una proporción elevada de dióxido de carbono frente al agua) lo que sugiere un entorno de formación más frío o distinto al de los cometas que se originaron en el sistema solar. Las misiones espaciales europeas han anunciado que aprovecharán su paso para recopilar datos desde distintos puntos del sistema solar, incluso desde sondas en Marte o rumbo a Júpiter.
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