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El problema no es ser marica, el problema es enunciarlo

La investigación de Guillermo Correa, tras analizar cómo se representó la homosexualidad en Medellín de 1890 a 1990, recibió la mención de honor de uno de los más altos galardones científicos del país. Desde un sucio pederasta hasta un degenerado ambiental fueron algunos de los personajes que halló en esta historia cultural.

Camila Taborda / @camilaztabor

27 de septiembre de 2019 - 05:05 p. m.
Roberto Durán fue noticia en 1912 por hacerse pasar como empleada doméstica, adoptando el nombre de Rosa Emilia Restrepo. / Fotografía de Benjamín de la Calle, Archivo de la Biblioteca Pública Piloto, Medellín
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Raro. Guillermo Correa siempre se sintió raro. Entre un sinfín de cosas, las primeras que pueden decirse de él es que es pintor, homosexual, trabajador social, sindicalista y profesor de la Universidad de Antioquia. Hace menos de un mes se enteró de que la tesis que lo convirtió en doctor de historia de la Universidad Nacional, en Medellín, recibió la mención de honor de uno de los galardones científicos más importantes del país, el premio de la Fundación Alejandro Ángel Escobar (FAAE). No es para menos: revisar cómo se representó la homosexualidad en esta ciudad antioqueña desde 1890 hasta 1990 concentró su última década. (Lea: Reconstruyen con algoritmos un cuadro oculto de Picasso) 

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Fue, sin duda, un reto. Porque, en sus palabras, “en el país no se había hecho una historia gruesa de la homosexualidad por la dificultad de las fuentes. Porque la historia en sí misma es pudorosa y había evitado mencionar a este sujeto”, así que volverlo ciudadano y encontrarlo refundido a lo largo de los años no era tarea fácil. Lo único que sabía Correa era que su excavación se remontaba a 1890, cuando el Código Penal ordenó penalizar toda relación entre un joven y un adulto en el país, aún con consentimiento. Pero ¿por dónde empezar?

Los abuelos. Entrevistó a hombres mayores, “muchos de ellos casados, con familias, que de jóvenes se escapaban en la noche para encontrarse con un amante, pero lo vivían con mucha culpa”. Sus historias, secretos y cuerpos fueron pistas. Al igual que sus silencios. Supo entonces que esos testimonios, a lo sumo en clave, debían estar consignados en la prensa y empezó una revisión “armada de paciencia” que duró tres años, a través de archivos de prensa antiguos, artículos de El Colombiano (1912), El Correo (1944) y el periódico Sucesos Sensacionales (1950).

La idea era encontrar “referencias al tema de la homosexualidad y la moralidad, lo que hablara del cuerpo en general, y de ahí fui construyendo unas categorías que hablaran sobre mujer o sobre cuerpo, sexualidad y desviaciones. Luego aparecen personajes específicos”, explica Correa, quien no halló ninguna alusión durante los primeros 30 años. Apenas el 17 de enero de 1936 aparece por primera vez publicada la palabra “homosexual” en Medellín, haciendo referencia al Código Penal de ese año, que condenó como delito las relaciones entre personas del mismo sexo.

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Por entonces, no solo la prensa discutía el tema. Archivos judiciales y médicos, pilas de registros de inspección de policía, códigos penales y códigos de policía fueron la prueba de Correa para determinar que “quienes produjeron una idea inicial de la homosexualidad en el país fueron los médicos legistas. Una idea vinculada al crimen y la delincuencia que crea dos personajes: un homosexual ambiental, producto del degeneramiento moral que se da en la pobreza, y un homosexual natural, de clase media alta, que conservaba su decencia”. Solo para los últimos había cura.

La representación cultural era otra para 1940. La prensa señala en sus páginas dos nuevos personajes. El primero de ellos son las “falsas mujeres, que hoy llamaríamos sujetos transgénero, sobre los que se dice que si saben mentir con sus cuerpos, saben robar, saben crear un sistema de delincuencia. Había una necesidad de corregirlas, de meterlas a la cárcel. El segundo es un personaje hombre, masculino, que se llama en principio sátiro, que lo ubica siempre como corruptor de menores. Es una especie de personaje mitológico que tiene un apetito sexual voraz, insaciable. Estos personajes siempre están ubicados del lado de la corrupción de menores, de la violación de los niños”, cuenta Correa, y agrega que ambas figuran permanecerían como imágenes sociales hasta la década de los ochenta. Ambos hicieron de la homosexualidad un asunto temible.

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Tanto así que, en principio, todos los vicios son asociados a los homosexuales. Las primeras referencias al consumo de marihuana, llamada en los periódicos “la hierba maldita”, se les atribuyen a los hombres que gustan de otros hombres. De hecho, cada cambio cultural en la moda, como el pelo largo, los gogó o los yeyé surgidos entre los 60 y 70, estaban relacionados con “el degeneramiento que produce la homosexualidad”.

Después de los 70 alumbra en la historia una liberación gracias a la literatura, a personajes paisas y la ola de movimientos sociales por la libre orientación sexual en Estados Unidos y Europa. Sin embargo, señala el experto, la historia cultural de la homosexualidad en Medellín creó una relación particular con la ciudad. “Mientras usted sea homosexual pero no lo pronuncie, no hay problema. La homosexualidad de clase media alta es culturalmente muy aceptada hoy, pero la homosexualidad en el sector pobre, marginal, étnico, todavía es un asunto muy extraño”. Raro. 

Por Camila Taborda / @camilaztabor

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