El Sahara, el desierto más grande del mundo, creció 10% en un siglo. ¿Por qué?

La primera investigación en evaluar los cambios de este desierto a lo largo de cien años, muestra que desde 1920 se expandió ese porcentaje. Es un patrón que podría estar repitiéndose en otros biomas.

Beatriz de Vera*
01 de abril de 2018 - 02:46 p. m.
Diversos ciclos climáticos pueden haber influido en la expansión del Sahara. / Pxhere
Diversos ciclos climáticos pueden haber influido en la expansión del Sahara. / Pxhere

Los desiertos generalmente se definen por una precipitación promedio baja: 100 milímetros de lluvia por año o menos. Investigadores de la Universidad de Maryland (EE.UU.) analizaron los datos de lluvia registrados en toda África entre 1920 y 2013 y descubrieron que el desierto del Sahara se ha expandido en un 10% desde 1920. Según sus datos, otros desiertos también podrían estar creciendo. 

La investigación, publicada en Journal of Climate, es la primera en evaluar los cambios a escala del siglo en los límites del desierto más grande del mundo. La expansión más notable del Sahara se produjo en verano, lo que resultó en un aumento de casi 16% en el área estacional promedio del desierto en el lapso de 93 años cubierto por el estudio. Los resultados del estudio sugieren que el cambio climático causado por los humanos, así como los ciclos climáticos naturales como la Oscilación Multidecadal Atlántica (AMO), es un ciclo climático que afecta la temperatura de la superficie del Océano Atlántico Norte, causaron la expansión del desierto. El patrón geográfico de expansión varió de temporada en temporada, con las diferencias más notables ocurriendo a lo largo de los límites norte y sur del Sahara.

El Sahara es el desierto de clima cálido más grande del mundo, aproximadamente del mismo tamaño que los Estados Unidos. Como todos los desiertos, los límites del Sahara fluctúan con las estaciones, expandiéndose en el invierno seco y contrayendo durante el verano más húmedo. Su límite sur colinda con el Sahel, la zona de transición semiárida que se extiende entre el Sahara y las fértiles sabanas más al sur. El Sahara se expande a medida que el Sahel retrocede, interrumpiendo los frágiles ecosistemas de praderas y las sociedades humanas de la región. El lago Chad, que se encuentra en el centro de esta zona de transición conflictiva por el clima, sirve como un indicador de las condiciones cambiantes, y se está secando.

"Es una huella muy visible de la reducción de las precipitaciones, no solo a nivel local, sino en toda la región. Es un integrador de la disminución de las llegadas de agua en la extensa cuenca del Chad", explica Sumant Nigam, profesor de ciencias atmosféricas y oceánicas en la UMD y autor principal del estudio.

Varios ciclos climáticos bien conocidos pueden afectar las precipitaciones en el Sahara y el Sahel. El AMO, en el que las temperaturas en una gran franja del Océano Atlántico norte fluctúan entre las fases cálida y fría en un ciclo de 50 a 70 años, es un ejemplo. Sus fases cálidas están relacionadas con el aumento de las precipitaciones en el Sahel, mientras que durante la fase fría, disminuyen. El notable secado del Sahel desde la década de 1950 hasta la década de 1980 se ha atribuido a una de esas fases frías. La Oscilación Decenal del Pacífico (PDO), marcada por las fluctuaciones de temperatura en el Océano Pacífico norte en una escala de 40 a 60 años, también desempeña un papel importante.

Para identificar los efectos del cambio climático causado por los seres humanos, los investigadores utilizaron métodos estadísticos para eliminar los efectos del AMO y PDO sobre la variabilidad de la lluvia durante el período de 1920 a 2013. De este modo concluyeron que estos ciclos climáticos naturales representaron aproximadamente dos tercios de la expansión total observada del Sahara. El tercio restante se puede atribuir al cambio climático, pero los autores señalan que se necesitan registros climáticos más largos que se extiendan a lo largo de varios ciclos climáticos para llegar a conclusiones más definitivas.

Los resultados del estudio tienen implicaciones de largo alcance para el futuro del Sahara, así como otros desiertos subtropicales de todo el mundo. A medida que la población mundial continúa creciendo, una reducción en la tierra cultivable con lluvias adecuadas para apoyar los cultivos podría tener consecuencias devastadoras.

 *Este artículo fue publicado originalmente en N+1, ciencia que suma

Por Beatriz de Vera*

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