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El viaje de la sonda Juno a Júpiter, un lugar muy hostil

Una de las misiones espaciales más complejas, que tardó cinco años en llegar a la órbita del planeta más grande y atravesó peligrosos anillos, radiación y escombros, tiene como objetivo entender cómo se formó el sistema solar.

Juan Diego Soler *
06 de julio de 2016 - 03:02 a. m.
Juno orbitará a unos 5.000 kilómetros de la superficie de Júpiter. / NASA
Juno orbitará a unos 5.000 kilómetros de la superficie de Júpiter. / NASA

El lunes a las 10 de la noche, hora colombiana, luego de un viaje de más de cinco años, una sonda construida por los humanos e impulsada con energía solar entró exitosamente en la órbita del planeta Júpiter luego de evitar los peligrosos anillos de escombros y los poderosos cinturones de radiación que rodean a ese planeta, el más grande del sistema solar.

Permanecerá allí completando una órbita alrededor del gigante gaseoso cada 53 días, hasta que el próximo 14 de octubre reciba la orden de descender a una órbita más baja, en la cual completará un giro cada 14 días. Unos 20 meses más tarde sus sistemas electrónicos sucumbirán a la radiación canalizada por los fuertes campos magnéticos de Júpiter y terminará su travesía precipitándose hacia las espesas nubes de amoniaco y metano que ocultan el interior del planeta.

Para cuando la nave sea destruida por la inmensa presión y temperatura en la atmósfera, habrá completado un viaje de 2.500 millones de kilómetros, con un costo de US$1.100 millones (más o menos US$3,5 por cada estadounidense) y millones de horas de trabajo de cientos de científicos, técnicos e ingenieros de la NASA, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) y otras instituciones en los Estados Unidos que lograron hacer funcionar una de las misiones espaciales más complicadas en la historia de la humanidad.

¿El objetivo? Averiguar cómo entre los casi 200.000 millones de estrellas en nuestra galaxia, nuestro sol y nuestro sistema solar se formaron y permitieron la existencia de seres vivos racionales que hoy se preguntan cuál es su lugar en la inmensidad del universo.

Por supuesto, esa pregunta es muy grande para siquiera soñar con que Juno pueda responderla, pero sus mediciones de la composición de la atmósfera y del interior de Júpiter nos permitirán entender mejor cómo se formó el sistema solar y qué tan similar es ese planeta gigante a otros planetas gaseosos que durante los últimos años hemos identificado alrededor de otras estrellas.

También aprenderemos sobre los mares de hidrógeno metálico que se esconden bajo las nubes marrones de Júpiter y que producen el campo magnético más poderoso de los planetas del sistema solar, acercándonos un poco a las condiciones magnéticas extremas que existen en nuestra galaxia y que difícilmente podemos reproducir en los pequeños experimentos que podemos construir en la Tierra o que podemos simular en los más poderosos computadores.

Las observaciones de Juno incluso permitirán evaluar una vez más las predicciones de la relatividad general de Einstein. Producirán mapas de la composición, la temperatura y el movimiento de las nubes que envuelven a Júpiter. Revelarán detalles sin precedentes de la estructura del planeta e inspirarán a una nueva generación —que tendrá las imágenes al alcance de un clic gracias la Juno Cam— a pensar en las posibilidades que permiten las leyes de la física y las enormes escalas del universo. Pero, sin duda, las mejores preguntas que Juno podrá responder son aquellas que ni siquiera nos hemos imaginado y que sin duda cambiarán la forma en que entendemos el sistema solar.

Juno es apenas la segunda sonda que orbita alrededor de Júpiter, después de que la sonda Galileo recolectara observaciones entre 1995 y 2003. Su llegada marca un hito en la historia de la exploración espacial, que apenas en los últimos años nos ha permitido aterrizar en la superficie de un cometa (Rosetta y Philae, ESA), contemplar la superficie de un asteroide (Dawn, NASA) y sobrevolar Plutón (New Horizons, NASA). Es apenas parte del inicio de la exploración de nuestro vecindario interestelar. Pero en un mundo agobiado por problemas que en gran medida hemos producido los humanos, es un ejemplo de lo que es posible alcanzar gracias a nuestro propio ingenio.

Todas esas imágenes que estarán disponibles al público después de esta misión son capturadas por Juno Cam, que es un telescopio sensible a la luz visible y que viaja a bordo de Juno para facilitar programas de educación científica a través del contacto directo con los ciudadanos. Aunque Juno Cam solamente sobrevivirá ocho órbitas antes de ser averiada por la radiación y el campo magnético de Júpiter, producirá imágenes que serán difundidas al público inmediatamente. La primeras estarán disponibles a finales del mes a través de
https://www.missionjuno.swri.edu/junocam.

 

* Investigador colombiano del Instituto de Astrofísica Espacial en Orsay (Francia).

Por Juan Diego Soler *

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