En el final del encuentro con Saturno

Después de 20 años de haber sido lanzada al espacio, la sonda Cassini, que le reveló a la humanidad varios de los secretos sobre Saturno, se desintegró para siempre en su atmósfera. ¿Qué enseñanzas nos dejó esta histórica misión?

Juan Diego Soler*
31 de diciembre de 2017 - 02:00 a. m.
Con sorprendentes fotografías, la sonda Casinni acercó, como nunca antes, Saturno a la humanidad. / AP
Con sorprendentes fotografías, la sonda Casinni acercó, como nunca antes, Saturno a la humanidad. / AP
Foto: AP

Antes de que la misión Cassini-Huygens** entrara en la órbita de Saturno, el 1º de julio de 2004, nuestra búsqueda de formas de vida en este y otros sistemas de planetas había estado enfocada en las zonas donde el agua permanece en estado líquido sobre la superficie de un planeta rocoso, lo que los astrofísicos llaman la zona habitable. No teníamos evidencias de que los lugares donde la luz del Sol no puede evitar que cualquier traza de agua permanezca congelada pudiesen sostener condiciones similares a las que existen en la Tierra.

Cuando Cassini-Huygens partió de nuestro planeta el 15 de octubre de 1997, su principal objetivo, además del gran planeta gaseoso conocido desde los tiempos de Galileo Galilei por su sistema de anillos, era la luna Titán, en donde observaciones desde la Tierra habían identificado la presencia de moléculas orgánicas. Allí, Cassini liberó el módulo de aterrizaje Huygens, el 25 de diciembre de 2004, y encontró una superficie sólida con accidentes geográficos moldeados por ríos y lagos. Pero los ríos de Titán no están hechos de agua sino de gas metano que se mantiene líquido a los 290 grados bajo cero en los que permanece esta luna. En las imágenes enviadas por Huygens desde la superficie de Titán se observan objetos lisos y redondeados como las piedras que se encuentra en las cuencas de los ríos de la Tierra: terrones de agua congelada. El agua líquida se encontraba en otro lugar.

Diez años más tarde, el 3 de abril de 2014, la NASA reportó que en una serie de aproximaciones cercanas a Encelado, otra de las lunas de Saturno, Cassini había encontrado evidencias de un mar de agua líquida entre la superficie congelada y el núcleo rocoso del satélite. La sonda ya había registrado con gran detalle la estructura y la dinámica de los anillos de Saturno, había seguido en vivo la enorme tormenta que había azotado el planeta entre 2010 y 2011, había revelado las estructuras hexagonales y los huracanes gigantes en sus polos. Pero al encontrar evidencia de agua líquida en esa región del sistema solar cambiaba nuestra visión de las condiciones que pueden favorecer la existencia de formas de vida en él y en los casi 3.000 sistemas planetarios descubiertos por el hombre hasta la fecha.

Cuando Cassini se consumió en la atmósfera de Saturno, el 15 de septiembre de este año, se completó una de las grandes misiones espaciales de la historia. Ese día terminó un viaje que durante 19 años y 335 días expandió el conocimiento que tenemos sobre nuestra vecindad en el universo. Cassini había hecho habitual encontrar cada semana algún nuevo descubrimiento sobre Saturno, especialmente con las increíbles imágenes que obtuvo durante las últimas 22 órbitas, cuando atravesó la zona entre los anillos y el planeta.

Pero luego de viajar 8.000 millones de kilómetros, registrar más de 450.000 imágenes y ejecutar dos millones y medio de comandos para recabar 635 gigabytes de información que se han convertido en casi 4.000 publicaciones científicas, la señal de Cassini se esfumó de las pantallas y todos sus átomos quedaron esparcidos por la atmósfera de Saturno.

Aunque apenas hemos arañado la superficie de la plétora de datos obtenidos por Cassini, el curso de las futuras misiones ya está apuntando hacia Encelado y hacia las lunas congeladas de Júpiter. No sabemos con certeza si sus mares interiores esconden la clave sobre el origen de la vida en el universo, pero será una gran aventura intentar averiguarlo.

* Astrofísico, Ph.D. Instituto Max Planck de Astronomía.** Una colaboración de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio de los Estados Unidos (NASA), la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Italiana (ASI).

 

Por Juan Diego Soler*

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