Este viernes 21 de marzo falleció, a los 47 años, la bióloga e investigadora Adriana Reyes Picón, reconocida por sus aportes al entendimiento y a la conservación del oso andino (Tremarctos ornatus). Su trabajo sobre esta especie “trascendió fronteras y hoy deja un legado importante que impulsa a las presentes y futuras generaciones”, dijo la Universidad del Magdalena, en donde Reyes realizó su pregrado.
La investigadora, además, era estudiante de la maestría en Biología de la conservación de la Universidad Nacional, institución que también lamentó su muerte. “Tu legado es firme como todos los pasos dados en las montañas colombianas en busca de osos andinos”, publicó el Instituto de Ciencias Naturales de la universidad a través de su cuenta de X.
Durante más de una década, Reyes se enfocó en estudiar a la especie Tremarctos ornatus, además de que ejerció educación ambiental sobre la misma. Desde 2008 trabajó en la Fundación Wii, con la cual instaló cámaras trampa para conocer más sobre la población del oso andino en cordillera Oriental colombiana, así como en la Serranía del Perijá.
La bióloga también participó en la construcción de inventarios de fauna de mamíferos en los Planes de Ordenación y Manejo de Cuencas Hidrográficas (POMCA). Fue una de las organizadoras del III Simposio Internacional sobre Manejo y Conservación del Oso Andino, que se llevó a cabo en Cartagena en 2014.
Entre sus aportes destacados, como contamos en El Espectador, se encuentra un estudio que describe los sonidos que emite Tremarctos ornatus en dos escenarios: cópula y cortejo. Reyes lideró este trabajo, en ese entonces como integrante del grupo de Colecciones Biológicas del Instituto Humboldt. El artículo, publicado en la Revista Mexicana de Biodiversidad y en el que participaron investigadores de Colombia y Bolivia, reveló que, contrario a lo que se creía, el oso andino tiene un amplio repertorio acústico durante el apareamiento en vida silvestre.
Según sus colegas investigadores, Reyes fue diagnosticada con cáncer por un melanoma maligno de tórax, para lo cual se le prescribieron medicamentos de alto costo. A través de redes sociales, sus compañeros han asegurado que el diagnóstico y el tratamiento de su enfermedad fue más lento de lo esperado.
Ante ello, dicen, interpusieron una acción de tutela el 18 de octubre de 2024 “para garantizar los derechos fundamentales a su salud, tanto para la entrega de medicamentos, como para su traslado a un centro especializado en cáncer (CETIC)”.
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