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El Servicio Geológico Colombiano (SGC) reportó un sismo de magnitud preliminar 6,0 (que luego actualizó a magnitud 6,1) cuyo epicentro se localizó en Venezuela, cerca de los municipios de Bachaquero, San Timoteo y Tía Juana, en el estado Zulia, fronterizo con Colombia. El movimiento sísmico, de carácter superficial, ocurrió a menos de 30 km de profundidad y fue registrado por 39 estaciones sísmicas, información que luego fue confirmada manualmente por la agencia científica colombiana.
En nuestro país, el temblor se sintió con especial fuerza en ciudades como Cúcuta, Bucaramanga y departamentos como La Guajira, donde usuarios en redes sociales compartieron que la sacudida fue larga y dura. Minutos después, el SGC reportó una siguiente réplica, esta vez de magnitud 4.7, con las mismas características de profundidad y epicentro en el estado Zulia. Las autoridades y el SGC han reiterado que este tipo de eventos son comunes en la región fronteriza debido a su alta actividad sísmica.
A pesar de la fuerza de los sismos, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), en coordinación con la Dirección Marítima (Dimar), emitió un comunicado donde señalan que no existe ninguna amenaza de tsunami para la costa Caribe colombiana. Hasta el momento, las autoridades no han reportado daños, pero se recomienda mantener precaución en caso de réplicas.
¿Por qué tiembla tanto en Colombia?
Como hemos explicado en otras oportunidades, es clave que el país construya una cultura de lo que implica vivir en una zona sísmicamente activa. Ante la imposibilidad de predecir si va a ocurrir un sismo en determinado lugar, lo clave, nos explicaba hace un par de años Julio Fierro, director del SGC, que debe hacer el país es entender que “estamos en una zona sísmicamente activa(...) Hay que construir memoria y una cultura de lo que implica vivir en una zona sísmicamente activa”, como ya existe en otros países como México, Chile o Japón.
Según el SGC, el país es sísmicamente activo debido a su configuración geológica y tectónica. Hay diferentes placas que están en contacto (Nazca, Sudamérica y Caribe), y esto hace que se generen sismos en la mayor parte del territorio. Sin embargo, explica la entidad, “la mayoría de la actividad sísmica se concentra en la zona del Pacífico, debido a la subducción de la placa de Nazca debajo de la placa Sudamericana, lo que da lugar a la formación de la fosa submarina en el Pacífico y a la cadena volcánica de los Andes; la zona en la que la placa Caribe se subduce debajo de la placa Sudamericana; y la zona conocida como el Nido Sísmico de Bucaramanga”.
Los Santos, de hecho, es el sitio donde ocurre el 60% de los sismos de Colombia. ¿Por qué? De acuerdo con el SCG, cerca a Los Santos está el llamado “Nido Sísmico de Bucaramanga”, una “región en donde se puede observar una concentración inusual de actividad sísmica de manera más o menos continua”. De hecho, en el mundo, únicamente existen tres: el de Bucaramanga, el de Vrancea (Romania) y el de Hindu-Kush (Afganistán).
Se estima que, en promedio, en el país puede haber 2.500 sismos al mes. De hecho, en los 30 años que la Red Sismológica Nacional lleva monitoreando la actividad sísmica en el país, en total se han registrado casi 300.000 eventos de este tipo.
¿Es posible predecir un sismo?
No es posible predecir un sismo con antelación. Aunque la ciencia ha avanzado en la comprensión del movimiento de las placas tectónicas y en la identificación de zonas de alto riesgo sísmico, no existe una herramienta capaz de anticipar con certeza el momento, el lugar exacto y la magnitud de un terremoto. Los procesos que desencadenan un sismo son complejos y dependen de múltiples factores que varían incluso dentro de una misma región geológica.
Las herramientas en los celulares que parecen avisarle segundos antes de un sismo, funcionan gracias a sistemas de alerta temprana, que no predicen el sismo, pero detectan sus primeras señales en tiempo real. Lo que hacen es identificar las ondas sísmicas iniciales (llamadas ondas P), que viajan más rápido y suelen ser menos destructivas, y envían una alerta antes de que lleguen las ondas más fuertes (ondas S), que son las que realmente sacuden el suelo.
Estos sistemas solo funcionan si hay una red de sensores cercana al epicentro y si el epicentro está lo suficientemente lejos del lugar donde se recibe la alerta, permitiendo ganar unos segundos valiosos. Países como México, Japón o Estados Unidos han desarrollado redes avanzadas que permiten enviar estas notificaciones a través de aplicaciones móviles o sistemas integrados en el teléfono. En algunos casos, esos segundos permiten a las personas protegerse, detener trenes, cerrar válvulas de gas o activar protocolos de emergencia.
Así que sí, funcionan, pero no como una predicción. Son una alerta reactiva en tiempo real, que depende del lugar donde ocurre el sismo, la distancia al epicentro y la infraestructura tecnológica disponible.