Es probable que en algún momento haya visto los famosos glaciares del sur de la Patagonia. Extensas montañas cubiertas de nieve, lagos y gigantescos bloques de hielo que se han convertido en un atractivo turístico en Argentina. Sin embargo, el frío paisaje que hoy caracteriza esta zona no siempre fue así. Hace millones de años, la Patagonia era un lugar más cálido y húmedo, donde habitaron cientos de dinosaurios y otras especies que se extinguieron.
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Justamente, una de esas especies fue descubierta recientemente por un grupo de paleontólogos argentinos y japoneses, en un sitio cercano a la ciudad de El Calafate, en la provincia argentina de Santa Cruz, una zona rica en fósiles donde se han hallado dinosaurios, peces, tortugas, serpientes, plesiosaurios, insectos y pequeños mamíferos.
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Se trata de un cocodrilo que habitó hace 70 millones de años, cerca al final de la era de los dinosaurios, —un periodo conocido como el Cretácico—, y que da pistas de cómo eran estos reptiles en aquel entonces. Su nombre es Kostensuchus atrox, que significa “cocodrilo del viento”, un nombre que hace referencia al ventoso lugar en el que fue hallado.
El fósil fue descubierto incrustado en una especie de roca llamada “concreción”, en medio de una expedición en la que participó el paleontólogo y explorador de National Geographic, Diego Pol. Allí encontraron el cráneo completo muy bien preservado y gran parte del esqueleto del cocodrilo.
“Es muy poco frecuente encontrar a estos predadores tope. Por cada gran carnívoro podemos encontrar 200 grandes herbívoros. Así que encontrar uno así, y tan completo como este, es un hallazgo excepcional”, menciona Pol, quien además trabaja en el Museo Argentino de Ciencias Naturales y el CONICET, el principal organismo dedicado a la promoción de la Ciencia y la Tecnología en este país.
El cráneo tiene casi 50 centímetros de largo y una longitud corporal que supera los tres metros. El hocico es ancho y macizo, con más de 50 dientes afilados—algunos de más de 5 centímetros de largo—con bordes aserrados y cortantes, adaptados para desgarrar tejido muscular, una característica común en reptiles carnívoros. Su mandíbula, amplia y extremadamente robusta, sugiere la presencia de poderosos músculos que le permitían tener una mordida potente.
Estas características fueron clave para interpretar a Kostensuchus como uno de los principales depredadores de aquel entonces. “Convivía con dinosaurios herbívoros de mediano tamaño, animales que podían pesar de 100 a 150 kg, como dinosaurios pico de pato y dinosaurios de cuello largo, que probablemente eran sus presas habituales”, explica Pol, quien también es uno de los autores del artículo donde describen los hallazgos, y que fue publicado recientemente en la revista Plos One.
Kostensuchus pertenece a una familia conocida como los peirosáuridos que vivió en América del Sur y África durante el Cretácico. “Gran parte de las especies que conocíamos de este grupo son realmente chicas, animales de 20 cm”, menciona el paleontólogo. Por esto, el nuevo hallazgo muestra una nueva rama de esta familia que “realmente no conocíamos”, agrega.
Pistas sobre los antiguos cocodrilos
De acuerdo con los investigadores, en el Cretácico había muchas más variedades de cocodrilos. Sin embargo, la mayoría desaparecieron con la gran extinción masiva que no sólo acabó con los dinosaurios, sino también con la gran diversidad de cocodrilos.
A diferencia de los que conocemos hoy en día, Kostensuchus era mucho más terrestre, se cree que era un animal que cazaba en la tierra y no en el agua como los cocodrilos de ahora. Los investigadores incluso creen que se desplazaba con los miembros más erguidos y con la panza despegada del suelo, no reptando, como los actuales.
“Los cocodrilos de ahora viven mayormente en el agua dulce, ríos, lagos, lagunas, y se alimentan en el agua. Eso es algo que tienen solamente los que sobrevivieron hasta hoy”, explica el paleontólogo argentino.
Sin embargo, una característica que siguen conservando con el paso del tiempo es la fuerza de su mordida; es una de las más grandes del reino animal, según los investigadores.
El hallazgo de Kostensuchus también representa una nueva pista para entender los eventos de extinción masiva. Con este trabajo se desarrollará una base de datos para ayudar a los investigadores a identificar patrones de extinción al final del Cretácico en América del Sur en relación con otras regiones del mundo.
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