Hawking, una mente en donde cabía el Universo

Stephen Hawking inspiró a las nuevas generaciones de científicos en el mundo, gracias a sus ideas y a su labor de divulgación. Era un genio que logró que expresiones tan complejas como “agujeros negros” fueran comunes para la gente.

Juan Diego Soler*
15 de marzo de 2018 - 03:07 a. m.
 Leyenda / credito
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Foto: ASSOCIATED PRESS - Salvatore Di Nolfi

Stephen Hawking, un hombre que se enfrentó como científico al misterio del origen de nuestro universo, falleció ayer, varias décadas después de lo pronosticado por los médicos, dejando un inconmensurable legado en la ciencia y en la cultura popular.

Para millones de personas alrededor del mundo Stephen Hawking encarna la imagen del genio científico. Desde una silla de ruedas logró que temas de la astrofísica del más alto nivel como “agujeros negros” o el “Big Bang” se hicieran comunes e inspirarán a nuevas generaciones de científicos alrededor del mundo.

Cuando Hawking inició su carrera, la cosmología, la rama de la física que se encarga de estudiar al universo como un todo, era difícilmente considerada como una rama sería de investigación. La existencia de una singularidad, un lugar en el espacio-tiempo en que las leyes de la física descubiertas hasta el momento fallan, era considerada apenas una curiosidad matemática sin relación con la realidad. Al estudiar la singularidad, en su trabajo junto a Roger Penrose, y luego a relacionarla con el origen del espacio-tiempo, en su trabajo junto a George Ellis, Hawking demostró que el “Big Bang” es una consecuencia necesaria de la relatividad general de Einstein, un trabajo visionario en una época en que la evidencia observacional era escasa.

Su nombre estará para siempre ligado a los agujeros negros, el remanente de las estrellas mucho más masivas que nuestro Sol que al agotar su combustible nuclear colapsan y concentran una gran cantidad de masa en un volumen muy pequeño produciendo densidades infinitas: una singularidad de donde no escapa ni siquiera la luz. Hawking describió la geometría de los agujeros negros y predijo que por efectos cuánticos los agujeros negros no son del todo oscuros, sino que pueden emitir luz, la radiación de Hawking de la que aún seguimos buscando evidencias firmes. También derivó una expresión matemática para estimar la entropía, el nivel de desorden de un agujero negro, una hermosa ecuación que incluye tres de las constantes universales de la física (la de gravitación de Newton, la de Planck y la velocidad de la luz) que Hawking manifestó en broma que quería inscrita en su lápida durante la única ocasión en que pude ver en vivo una de sus charlas.

Hawking utilizó herramientas matemáticas avanzadas como la topología diferencial para intentar describir la naturaleza del espacio-tiempo y nos puso a todos a hablar de ello luego de publicar en 1988 “Una Breve Historia del Tiempo”, uno de los libros de divulgación científica más exitosos de todos los tiempos con traducciones a 40 idiomas y más de 25 millones de copias vendidas a nivel mundial.

Hoy la cosmología es una rama consolidada de la física, tenemos evidencias sólidas que de nuestro universo se expande y de que alguna vez estuvo condensado en una escala muy pequeña. Tenemos observaciones que indican que hay un agujero negro en el centro de nuestra galaxia y en el centro de galaxias similares. Más recientemente observamos la señal de ondas gravitacionales producida por la colisión de agujeros negros. La interpretación de esas observaciones y la predicción de otras nuevas han sido posibles gracias al sustento teórico cuyos cimientos ayudó a construir Stephen Hawking.

En los últimos años Stephen Hawking se convirtió en una suerte de oráculo. Cada una de sus afirmaciones producía titulares que aunque rozaban la especulación nos ponían a pensar en los problemas a los que se enfrenta actualmente nuestra especie. Nos recordaba a menudo lo efímera que es la existencia de vida humana en la Tierra y las continuas amenazas a las que sometemos el ambiente que nos permite existir en la inmensidad del universo. Tambien nos dijo que podía imaginarse el universo antes del Big Bang, y aunque nunca sabremos qué era exactamente lo que veía, agradezco infinitamente que nos haya invitado a ver más allá junto a él.

*Astrofísico colombiano.

 

Por Juan Diego Soler*

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