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Un estudio de la Universidad de Texas en Arlington (UTA), Estados Unidos, y la Universidad de Sichuan, en China, reveló que en los pulmones de algunas aves se alojan microplásticos y nanoplásticos. Este hallazgo, según el artículo publicado en la revista Hazardous Materials, “destaca la naturaleza generalizada de la contaminación plástica en el aire y sus riesgos ecológicos”.
El equipo de investigadores evaluó un total de 56 aves, de 51 especies diferentes y 28 familias, tomadas entre marzo y mayo de 2024 en el Aeropuerto Internacional Tianfu de Chengdu (China), en el marco de su programa de manejo de vida silvestre para reducir choques con estos animales. “Los cadáveres intactos de las aves se conservaron a -20 °C hasta la disección y el muestreo”, se lee en el estudio.
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Los científicos recolectaron muestras de pulmón de cada individuo para analizarlas químicamente. A través de la tecnología de infrarrojos directos con láser, detectaron microplásticos en todas las muestras, además de sus tipos, tamaños, formas y cantidad. En total, hallaron 11.281 partículas de microplásticos presentes en las 51 especies de aves, con un promedio de 221.20 partículas cada una y 416.22 partículas por gramo de tejido pulmonar. Sin embargo, el rango fue muy amplio: mientras se registraron 11 partículas en la especie escribano pigmeo (Emberiza pusilla), en la garza real (Ardea cinerea) se llegaron a detectar hasta 1404 partículas.
Los investigadores identificaron 32 tipos de microplásticos, cuyos tamaños variaban desde los 20 hasta los 50 micrometros y sus formas eran principalmente de película y pellet. Entre ellos predominaron el polietileno clorado, que se usa para aislar tuberías y cables, y el caucho de butadieno, un material sintético utilizado para las llantas de vehículos. Los científicos, además, aplicaron el índice de riesgos de polímeros y hallaron riesgos ecológicos elevados en la mayoría de los pulmones de las aves.
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Por otro lado, utilizando las técnicas denominadas cromatografía de gases de pirólisis y espectrometría de masas, analizaron la presencia, en cinco especies de aves, de nanoplásticos, los cuales son aún más pequeños y pueden entrar a los pulmones de estos animales por medio de su torrente sanguíneo. Los investigadores detectaron nanopartículas de nailon 66, cloruro de polivinilo y polipropileno en distintas concentraciones.
De acuerdo con Shane DuBay, profesor de biología en la UTA y coautor del estudio, decidieron evaluar las aves debido a que son bioindicadores, es decir que permiten conocer y comprender las condiciones ambientales de un sitio en particular, además de orientar decisiones para el control de la contaminación y la conservación de las especies. “Las aves, como una clase altamente móvil y ecológicamente diversa, proporcionan un modelo valioso para estudiar la exposición a microplásticos y nanoplásticos en entornos naturales”, apunta el artículo.
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Según el docente, esta investigación da cuenta de “la urgente necesidad de abordar la contaminación por plásticos en nuestro entorno, ya que estos contaminantes pueden tener efectos de gran alcance en la salud de los ecosistemas, así como en la salud humana. Nuestros hallazgos exigen más investigación, financiación y acción para mitigar los efectos nocivos de la contaminación por plásticos y garantizar un entorno más saludable”.
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