La energía nuclear está experimentando un renacimiento como una opción baja en carbono para satisfacer la demanda de la humanidad y este no es un texto para desacreditar eso. Sin embargo, la liberación de radionucleidos (a menudo llamados isótopos radiactivos, átomos que tienen un núcleo inestable y emiten radiación) al medio ambiente a causa de accidentes nucleares o de la lluvia radiactiva de armas nucleares plantea amenazas potenciales para la salud pública, las sociedades y las actividades económicas.
Algunos de estos radionucleidos son capaces de contaminar la cadena alimentaria, lo que genera un riesgo generalizado y a largo plazo de exposición a la radiación. Baviera, en el sureste de Alemania, es famosa por su fuerte contaminación tras el accidente nuclear de Chernóbil en 1986. Allí los jabalíes regionales (Sus scrofa) fueron contaminados y las concentraciones en su carne de Cs, un metal alcalino reactivo, excedieron el límite regulatorio en 1 a 2 órdenes de magnitud. Algo extraño, sin embargo, pasó con ellos.
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A diferencia de la mayoría de las especies que inicialmente también exhibieron una alta contaminación de Cs seguida de una disminución con el tiempo (es decir, una vida media ecológica corta) en los jabalíes no han mostrado una tendencia a la baja significativa desde 1986. Este fenómeno se ha denominado “paradoja del jabalí” y generalmente se atribuye a la ingestión de hongos hipogeos que acumulan Cs como la trufa. Dependiendo de la composición del suelo, especialmente del contenido de minerales arcillosos, estos hongos subterráneos son un depósito crítico de Cs. El problema es que las trufas son uno de los principales alimentos de los jabalíes, especialmente durante el invierno, cuando la comida en la superficie es escasa.
Aun así, debido a la falta de pruebas convincentes para identificar las fuentes de Cs, los orígenes de la contaminación persistente en los jabalíes siguen sin estar claros. Un grupo de investigadores analizó la actividad de Cs en muestras de carne de jabalí, recolectadas en 11 distritos bávaros durante 2019-2021. Según informan los investigadores, aproximadamente el 88% de los datos medidos estaban por encima del límite reglamentario según la ley alemana. Desde una perspectiva temporal, los científicos encuentran una dismución muy pequeña de este metal con el paso del tiempo, como se temía en estudios anteriores.
Para explorar las fuentes responsables de la contaminación persistente por Cs en los jabalíes, los científicos compararon el Cs medido con los inventarios en las regiones de estudio. “Consideramos los reactores de Chernóbil y las armas como las principales fuentes”, escriben en la investigación. Sobre esta segunda fuente, los científicos recuerdan que durante la década de 1960 se probaron bombas nucleares que liberaron partículas radiactivas que luego regresaron a la tierra. Esas partículas ahora están omnipresentes en el suelo.
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Al final, los investigadores hacen un llamado de alerta: “Cualquier futura liberación de 137 Cs por accidentes o explosiones nucleares se sumará al legado histórico”. Según la Agencia Internacional de Energía Atómica, actualmente se están construyendo 56 reactores nucleares en todo el mundo.
“Con la intensificación de la guerra entre Ucrania y Rusia, se ha expresado mucha preocupación por las terribles consecuencias de una guerra nuclear o de un accidente nuclear provocado por un combate. Una vez liberado, el radiocesio permanecerá en el medio ambiente durante generaciones y tendrá un impacto inmediato en la seguridad alimentaria y, como se muestra en nuestro estudio, durante décadas. Cualquier liberación adicional provocará una mayor acumulación y mezcla con fuentes más antiguas, por lo que es necesario comprender los mecanismos subyacentes del ciclo biogeoquímico del radiocesio”.
El estudio ilustra que las decisiones de realizar pruebas nucleares atmosféricas hace 60 a 80 años todavía afectan los entornos naturales remotos, la vida silvestre y una fuente de alimento humano en la actualidad.