En las últimas semanas, ha circulado una carta en los chats de Whatsapp de varios científicos colombianos. Es breve y está firmada por siete investigadores que perdieron hace poco su trabajo. Aclaran que esos seis párrafos no representan la voz de quienes están al frente del lugar en el que desarrollaron su carrera ni de sus compañeros. También manifiestan su respeto por la decisión que tomaron las directivas como parte de la “autonomía empresarial”. Sin embargo, escriben, no pueden compartirla. La lamentan y sienten “una profunda tristeza”, pues cerrar el lugar donde trabajaban es también “un retroceso significativo para la comunidad científica del país”.
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No son los únicos que creen que con el cierre del Centro de Investigación en Nutrición, Salud y Bienestar - Vidarium -, que pertenecía a Nutresa, Colombia pierde un valioso espacio para hacer ciencia. “Estoy en duelo. Fue una noticia muy triste, desesperanzadora”, dice Gloria María Agudelo, su primera directora de investigación.
Tras haber estado en ese cargo durante 5 años y luego continuar su carrera como investigadora de nutrición clínica en la Universidad de Antioquia, la profesora Agudelo hoy solo puede lamentar, desde su retiro, el cierre de un Centro de Investigación que generó conocimiento durante los 16 años de su existencia. “Vidarium fue una apuesta en ciencia para el país; no solo para la ciudad. Entiendo que son las dinámicas empresariales, pero sin duda, es una pérdida muy grande para la comunidad académica y científica”.
“Estoy en duelo. Fue una noticia muy triste, desesperanzadora”.
Gloria María Agudelo.
La noticia de que Vidarium empezaría a cerrar sus puertas le llegó a varios investigadores el pasado 27 de mayo. Era martes. En una llamada, que los tomó por sorpresa, les notificaron que su contrato terminaría. Dos días después, cuentan varios de ellos, firmaron y tuvieron que comenzar a abandonar el sitio donde habían construido parte de su carrera como científicos. Un año atrás, tras adquirir gran parte de las acciones del Grupo Nutresa, Jaime Gilinski había asumido el mando de la compañía. El 3 de julio del 2024 fue nombrado presidente, luego de liderar lo que muchos calificaron como una de las movidas empresariales más importantes de la última década. Hoy es su principal accionista.
Es posible que Vidarium no haya sido un nombre muy popular entre algunos lectores, pero quienes se movían en el mundo de la nutrición y de la ingeniería de alimentos lo solían tener en su radar por varias razones. Una de ellas, señala la profesora de la Universidad Nacional, Ligia Stella Guerrero, nutricionista - dietista y Ph.D. en Bioquímica, era porque había logrado hacer algo no muy usual en nuestro país: “Era un centro muy novedoso porque empezó a integrar a la academia y a la industria para hacer ciencia. Es un modelo que ha funcionado muy bien en algunos países europeos, pero aquí no había sido tan fácil porque muchos investigadores de universidades lo piensan dos veces antes de comprometer su nombre con empresas privadas, para evitar conflictos de interés. Sin embargo, Vidarium demostró que era posible hacerlo y lideró un modelo colaborativo que difícilmente volveremos a ver”.
A Beatriz Elena Valdés también le sorprendió el modelo que había definido el Grupo Nutresa. Cuando ingresó a hacer parte del equipo en 2010, para apoyar la creación y consolidación de las líneas de investigación que se habían trazado, le llamó la atención que una compañía que produce alimentos procesados destinara recursos a hacer investigación relacionada con salud. “Es que ese tipo de investigación es costosa, lleva años de trabajo y el ritmo de la industria suele ser muy diferente al que tiene un proceso de investigación”, dice Valdés, bacterióloga, Ph.D. en Ciencias de Alimentos y hoy profesora de la Institución Universitaria Colegio Mayor de Antioquia.
Otra cosa le pareció llamativa: que Nutresa se preocupara porque sus productos —entre los que hay café, pastas, galletas, helados, chocolates y una buena cantidad de ultraprocesados— tuvieran menos aditivos (como sal y azúcar) y conservantes, y más antioxidantes, minerales o fibra. “Eso habla mucho de lo que era la empresa. No solo le interesaba vender, sino mantener unos estándares nutricionales, en la medida de lo posible”, señala Valdés.
“Yo fui testigo de que el código de ética se cumplía a rajatabla”, añade la profesora Agudelo. “Los datos de las investigaciones se publicaban tal y como lo señalaban los resultados”.
El fin de una buena idea
La idea de crear un centro que hiciera investigación en nutrición y salud desde la principal compañía de alimentos procesados, se materializó en Medellín el 21 de abril de 2009 a las 2:30 de la tarde. Como quedó en el acta que dio origen a su constitución, ese día se reunieron los representantes de varias de las empresas que hacían parte de Nutresa para darle vida a Vidarium.
Los fundadores fueron Compañía Nacional de Chocolates S.A., Productos Alimenticios Doria S.A., Industria Colombiana de Café S.A., Industria de Alimentos Zenú S.A., Compañía de Galletas Noel S.A. y Meals Mercadeo de Alimentos de Colombia S.A. Como directora general fue elegida María Elena Upegui, que fue su representante legal hasta el 31 de marzo de 2025, como consta en una de las actas que está en la Cámara de Comercio de Medellín.
Vidarium, escribieron ese martes de 2009 quienes asistieron a la reunión, tendrá como objetivo generar y gestionar conocimiento “permanente en nutrición, alimentación saludable y bienestar in vivo (humanos y animales) e in vitro, mediante la ejecución o contratación de investigación científica, la formación de recurso humano, la divulgación y la difusión de conocimiento, la contribución a la apropiación social de la ciencia y la tecnología y la innovación”.
Isabel Carmona Garcés, hoy jefe del Departamento de Formación Académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de Antioquia, fue una de las personas que estuvo desde esos primeros días e impulsó la creación de Vidarium. Recuerda que, entonces, discutían sobre cómo empezar a hacer investigaciones que le permitieran a la compañía innovar en nuevos productos que tuvieran mejores componentes nutricionales. Hoy sabemos que el consumo excesivo de ultraprocesados está asociado con obesidad, diabetes tipo 2 o hipertensión arterial.
“Era una apuesta disruptiva y arriesgada porque era a mediano y largo plazo”, expresa ahora. “Comenzamos no solo a hacer investigación aplicada, sino básica”.
En la lista de proyectos que empezaron a sacar adelante (entre los que estaba el análisis antioxidantes en el café) hay uno que todos recuerdan: el esfuerzo por estudiar el microbioma intestinal de los colombianos. En otras palabras, la enorme diversidad de microorganismos que tienen las personas y que ayuda a comprender la asociación entre el estilo de vida que llevan y es desarrollo de algunas enfermedades.
Hasta que inició ese proceso en 2014, recuerda uno de los investigadores que fue despedido de Vidarium hace unas semanas, muy poco se sabía del microbioma de quienes viven en Colombia. Tras recopilar muestras en cinco ciudades, empezaron a comprobar hipótesis que les ayudó, explica, a enlazar características de nutrición y alimentación con estrategias de intervención.
Sus resultados fueron publicados en diversas revistas especializadas. Por ejemplo, en diciembre de 2014, describieron, por primera vez, la microbiota intestinal de treinta adultos colombianos y la compararon con la de estadounidenses, europeos, japoneses y surcoreanos, para confirmar que era significativamente diferente. Su estudio fue publicado en BMC Microbiology.
Sobre ese tema, también publicaron artículos en los años siguientes en Frontiers in Nutrition, Gut Microbes, Critical Reviews in Microbiology o Nature Medicine, por mencionar algunas. Varios de esos estudios fueron colaboraciones con investigadores de otras universidades e institutos, como la Universidad de Antioquia, la Universidad Nacional, la Universidad CES, el Instituto Max Planck para la Biología en Tübingen (Alemania), la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (Estados Unidos) o la Universidad de Minnesota (Estados Unidos).
Uno de los elementos claves para sacar adelante esos proyectos fue un biobanco de muestras de heces, sangre, sueros u orina, que fueron recopilando de los pacientes que involucraban en sus estudios y les permitían conservarlas. Conservaban alrededor de 25 mil muestras en cuatro ultracongeladores, a una temperatura de - 80 grados Celsius, confirman varios de los investigadores que estuvieron en el laboratorio hasta finales de mayo. También coinciden en que más la mitad ya se incineró.
“Era un material invaluable”, indica uno de ellos. “Ese esfuerzo que hicimos por tantos años quedó en el limbo. Es una pérdida catastrófica”, añade otra de las científicas que hacía parte del equipo.
Para Adriana Marcela Ruiz Pineda, nutricionista y docente Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de Antioquia, y quien trabajó en Vidarium entre 2010 y 2012, es una lástima perder ese conjunto de muestras, porque “se podían seguir investigando para futuros estudios. Recolectarlas implica un proceso muy costoso. Difícilmente una universidad tenga la capacidad para recibirlas, aunque si el cierre no hubiese sido tan intempestivo, tal vez alguna habría levantado la mano”.
Tanto Ruiz Pineda como Ligia Stella Guerrero, de la U. Nacional, creen que otra pérdida es laboratorio que habían montado en Vidarium. Están seguras de que, con dificultad, una universidad pública pueda reunir, en poco tiempo y en un mismo espacio, los artefactos que consiguió ese lugar en 16 años. También coinciden en que no es nada fácil reunir y financiar ese tipo de personal: había, entre otros, biólogos, nutricionistas, químicos, bacteriólogos y científicos de datos.
Una cosa más lamentan. Con la pérdida de Vidarium los futuros profesionales perdieron un espacio para hacer pasantías y para que estudiantes de maestría y doctorado sacaran adelante sus investigaciones. Según las cuentas de una de las científicas que tuvo que salir de Centro, habían formado nueve alumnos de posgrado y 22 de pregrado.
Además de lo que sucederá con los equipos del laboratorio, los exintegrantes de Vidarium se hacen otra pregunta: ¿Qué sucederá con el grupo de investigación que, incluso, había sido calificado como A por el Ministerio de Ciencias? Ser categoría A quiere decir ser un grupo que ha demostrado un alto nivel de calidad y productividad.
¿Por qué llegó a su fin?
Es difícil saber con absoluta certeza cuáles fueron los motivos que llevaron a Nutresa a ponerle fin al Centro de Investigación en Nutrición, Salud y Bienestar - Vidarium. Intentamos contactar a la compañía por diferentes caminos, pero ha sido imposible hablar con ellos. No hay equipo de comunicación e, incluso, empleados al interior tampoco supieron a quién redirigirnos. Enviamos un correo y le escribimos a un integrante de su equipo directivo, pero tampoco obtuvimos respuesta.
Sin embargo, para quienes tuvieron que terminar su contrato laboral se trató de razones financieras, aunque no creen que Vidarium estuviera en aprietos. Aseguran que sobrevivía con donaciones que hacían las mismas compañías que conformaban el grupo empresarial.
Algunos de los registros —que ya fueron eliminados de su página web— indican, por ejemplo, que en 2022 Vidarium recibió donaciones por $3.466.415.373. La empresa que más había aportado fue Compañía Nacional de Chocolates S.A.S (unos $925 millones), seguida por Compañía de Galletas Noel S.A.S. (casi $600 millones) y por Pastas Alimenticias Doria S.A.S. ($497 millones). Todas hacen parte de Nutresa.
Según el informe de gestión empresarial del año anterior (2021), el Centro de Investigación había tenido ingresos por $3.600.206.095 y unos gastos totales por $3.417.115.748, “generando un excedente para el año de $183.090.347, pudiendo así alcanzar los objetivos propuestos por la administración”.
La profesora Isabel Carmona Garcés, que analizó en su doctorado a Nutresa como caso de estudio para evaluar cómo la empresa implementaba prácticas responsables de alimentación y nutrición, esos esfuerzos mostraban el compromiso que tenían con la responsabilidad empresarial. “Desde la academia, hoy lamento mucho el cierre de Vidarium”, insiste.
“Desde la academia, hoy lamento mucho el cierre de Vidarium”.
Isabel Carmona Garcés.
Cuando Jaime Gilinski, hoy presidente del Grupo Nutresa, fue galardonado como el Empresario del Año 2024 por el diario La República, tres periodistas le hicieron una entrevista. Una de ellas le preguntó hacia dónde iba Nutresa. Gilinski dio una respuesta que, tal vez, ayuda a entender la posición del grupo hoy: “El primer trabajo en el que estoy concentrado es el de trasformación de Nutresa en una compañía más eficiente. Ese trabajo nos va a tomar, por lo menos, estos primeros 24 meses, en hacer que el EBITDA, que el año pasado fue del orden de US $600 millones, pueda llegar a una cifra de US $1.000 en un corto plazo. Y llegar a eso va a ser a través de eficiencias, de mejoría en las ventas y aquellas operaciones que no sean rentables, irlas eliminando. Ese proceso ya comenzó; creo que vamos muy bien”.
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