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A mediados del siglo XX, el biólogo estadounidense Alfred Kinsey propuso un concepto de la sexualidad que acababa con la rigidez de las etiquetas: la orientación sexual, decía, es un espectro, que se mide de 0 a 6 (donde 0 es exclusivamente heterosexual y 6 exclusivamente homosexual), en el que los extremos habita solo la minoría.
Kinsey publicó obras tan influyentes como controvertidas en su momento. Hace un par de años, una investigación de las universidades de Cornell y Essex (Reino Unido) encontraron más pruebas de que la heterosexualidad rígida y absoluta podría, incluso, no existir. Para ello estudiaron a voluntarios masculinos y femeninos mientras miraban videos pornográficos con ambos sexos. Los investigadores observaron específicamente la dilatación de su pupila, que es un indicador de la excitación sexual, según descubrieron científicos de la misma universidad en 2012.
Publicado en Journal of Personality and Social Psychology, el estudio mostró que los ojos de las mujeres se dilataron al mirar a los hombres con mujeres y observar a las mujeres con mujeres; los de los hombres se dilatan de manera similar tanot al ver masturbarse a hombres y mujeres, independientemente de su preferencia sexual. Investigaciones anteriores también sugirieron que la sexualidad femenina tiende a ser mucho más fluida que su contraparte. Pero entre los participantes masculinos, se experimentó la misma dilatación al ver a mujeres u hombres masturbarse, independientemente de cómo se identificaron en términos de orientación.
Curiosamente, el estudio encontró que las mujeres que se identificaron como lesbianas mostraron una respuesta más fuerte a las mujeres atractivas que los hombres atractivos. Pero las mujeres que se identificaron como heterosexuales fueron despertadas por ambos géneros hasta cierto punto. "No se puede controlar la dilatación de los ojos. (Vea también: La Prohibida acompaña a una bisexual a salir del closet)
Esencialmente, eso es lo que intenta lograr todo el proyecto, otra forma de evaluar la sexualidad sin depender del autoinforme", explicó a Vice el coautor Ritch Savin-Williams, profesor de Psicología en Cornell: "Otra forma, por supuesto, es la activación genital, pero eso se vuelve un poco invasivo".
Savin-Williams agregó que los aspectos de la sexualidad masculina pueden existir, del mismo modo que la femenina, en diferentes puntos de un espectro. Para el autor, las ideas tóxicas de masculinidad son las culpable de reprimir a los hombres hasta el punto de que “si un hombre tiene cierta atracción sexual hacia los hombres, nunca lo dirían".