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El Telescopio Espacial Hubble de la NASA/ESA publicó recientemente un brillante paisaje nuboso de una de las galaxias vecinas de la Vía Láctea, una galaxia enana llamada la Gran Nube de Magallanes. Ubicada a unos 160.000 años luz de la Tierra, esta galaxia enana es una de las más cercanas a la Vía Láctea y uno de sus satélites más grandes. El paisaje cósmico que revela la imagen está lleno de nubes de gas y polvo interestelar que brillan en tonos turquesa, rosado y ámbar, que “se asemejan a un algodón de azúcar de colores brillantes”, compara la NASA en un comunicado.
Esta imagen tan detallada de las nubes de gas y polvo en la Gran Nube de Magallanes fue posible gracias a un instrumento especial del Telescopio Espacial Hubble llamado Cámara de Campo Amplio 3 (WFC3, por sus siglas en inglés).
Esta cámara funciona como un “filtro de colores”, pero muy avanzado: tiene varios filtros que permiten que solo ciertas longitudes de onda de luz pasen. Algunos de estos filtros dejan pasar luz visible, es decir, la que nuestros ojos pueden ver. Pero otros captan luz ultravioleta e infrarroja, tipos de luz que nuestros ojos no pueden detectar pero que sí contienen mucha información sobre el universo.
En esta imagen, los científicos usaron cinco filtros distintos para observar la misma región del espacio. Luego, combinaron esas observaciones para formar esta imagen en colores. En este punto, reconoce la NASA, es inevitable preguntarse si los colores de la imagen son “reales”. La respuesta es compleja. Cuando los científicos convierten los datos que captura el Telescopio Espacial Hubble en imágenes como esta, no obtienen una foto en color desde el inicio. Lo que reciben son datos en blanco y negro a través de diferentes filtros que capturan distintos tipos de luz.
Para construir una imagen en color, asignan un color a cada filtro. Por ejemplo, si un filtro capta luz visible (la que nosotros vemos), se le asigna un color similar al real. Si capta luz ultravioleta (que el ojo humano no puede ver), se le suele asignar azul o morado, que representan longitudes de onda cortas. Y si capta luz infrarroja (también invisible para nosotros), se le asigna rojo, que representa longitudes de onda largas, explica la NASA. Al combinar todos estos colores en una sola imagen, se logra una representación visual que es fiel a la realidad física, aunque no exactamente igual a lo que veríamos con nuestros ojos. Esta técnica permite que veamos detalles invisibles para nosotros, como estructuras calientes, regiones activas de formación de estrellas, o nubes de gas y polvo.
Además, los científicos pueden usar diferentes combinaciones de colores para destacar ciertos elementos, dependiendo de si el objetivo es hacer la imagen más estética o más útil para el análisis científico.
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