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Los camarones que “brillan” han perfeccionado su visión en un mundo de sombras

Hay unos camarones bioluminiscentes que han adaptado su visión a distintos hábitats marinos. Un nuevo estudio explora cómo la evolución ha influido en su capacidad para detectar la luz en grandes profundidades, revelando patrones de diversificación y pérdida según su entorno y comportamiento.

Redacción Ciencia

11 de febrero de 2025 - 07:22 p. m.
Diversidad de Oplophoroidea que representa todos los géneros en el estudio. A Hymenodora gracilis, B Ephyrina benedicti, C Notostomus gibbosus, D Meningodora vesca, E Acanthephyra stylorostratis, F Acanthephyra sp., G Janicella spinicauda, ​​H Oplophorus gracilirostris, I Systellaspis cristata y J Systellaspis debilis. Modificado de Collins y Bracken-Grissom71. Crédito: D. Fenolio / Communications Biology (2025). DOI: 10.1038/s42003-025-07450-z
Foto: D. Fenolio / Communications Biology
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La luz es el lenguaje universal en las profundidades del océano, actuando como una señal sensorial compartida y una guía para numerosas especies de animales.

A medida que se desciende en el océano, sin embargo, la luz se atenúa progresivamente hasta desaparecer casi por completo a los 1.000 metros de profundidad, donde la oscuridad es interrumpida solo por destellos de luz bioluminiscente, generada por organismos marinos. A pesar de eso (o precisamente debido a eso) en estos entornos oscuros, el lenguaje de la luz sigue siendo necesario para la supervivencia. Independientemente del hábitat marino, la luz desempeña un papel clave en la evolución del sistema sensorial de los organismos.

Se sabe, por ejemplo, que la luz influye directamente en las respuestas conductuales, adaptación al entorno y supervivencia de los animales.

En los entornos pelágicos (aquellas zonas del océano que no están en contacto con el fondo marino, es decir, la columna de agua que se extiende desde la superficie hasta las profundidades, sin incluir el sustrato marino) algunos animales realizan migraciones verticales diarias, moviéndose entre aguas profundas y menos profundas. Durante estos desplazamientos, experimentan cambios drásticos en la iluminación, lo que los somete a presiones evolutivas particulares. En respuesta a esos retos, estos animales han desarrollado adaptaciones visuales que les permiten diferenciar entre la luz ambiental y la bioluminiscencia de otros organismos.

Una nueva investigación publicada en Nature analiza a los camarones bioluminiscentes de aguas profundas de la superfamilia Oplophoroidea. Estos camarones suelen tener cuerpos alargados y semitransparentes, lo que les permite camuflarse en las profundidades del océano. Muchos de ellos presentan tonos rojizos o púrpuras, colores que resultan casi invisibles en aguas profundas. Su rasgo más distintivo son los fotóforos, pequeños órganos productores de luz ubicados en distintas partes del cuerpo, como el abdomen y las patas. Estos fotóforos pueden emitir destellos de luz azul o verde, que les sirven para camuflaje (contrailuminación), comunicación o incluso defensa, desorientando a los depredadores con emisiones repentinas de luz.

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Algunas especies poseen ojos grandes y bien desarrollados, adaptados para captar la tenue luz ambiental y detectar la bioluminiscencia de otros organismos. Los investigadores descubrieron que estos camarones han desarrollado un sistema visual altamente especializado para detectar la luz en la oscuridad del océano.

Mediante un análisis genético, los científicos reportan en su artículo la evolución de las opsinas, unas proteínas clave en la percepción de la luz. Encontraron que los ancestros de estos camarones tenían una variedad de opsinas sensibles a distintas longitudes de onda, como el ultravioleta, el azul-verde y el verde. Sin embargo, con el paso del tiempo, algunas especies han perdido ciertas opsinas, mientras que otras han desarrollado nuevas adaptaciones según sus necesidades y hábitats.

Uno de los hallazgos más importantes fue la identificación de una opsina de longitud de onda media que parece haber evolucionado especialmente en especies con fotóforos, los órganos responsables de producir bioluminiscencia. Esta adaptación sugiere que estos camarones no solo perciben la luz ambiental, sino que también pueden detectar las señales luminosas de otros organismos, lo que les ayuda a cazar, esconderse o comunicarse. El estudio también reveló que algunas especies que realizan migraciones verticales, es decir, que suben y bajan entre diferentes profundidades a lo largo del día, han mantenido o incluso diversificado sus opsinas para adaptarse a los cambios de iluminación en su entorno. En cambio, especies que viven en aguas muy profundas, donde casi no hay luz, han perdido ciertas opsinas, lo que indica que la visión es menos crucial para su supervivencia.

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“Estamos empezando a entender cómo han evolucionado los sistemas visuales en entornos con escasez de luz y cómo los animales pueden estar utilizando señales bioluminiscentes para comunicarse entre sí”, afirmó Heather Bracken-Grissom, bióloga de FIU y directora adjunta de la División de Costas y Océanos del Instituto de Medio Ambiente. “Todavía queda mucho por aprender, pero este estudio puede allanar el camino para futuras investigaciones en otros grupos de aguas profundas”.

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