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Seguramente usted ha escuchado que las ranas son de sangre fría y los perros o gatos son de sangre caliente. ¿Se ha preguntado alguna vez la diferencia? Los seres de sangre caliente (entre los que estamos los humanos), mantienen su temperatura relativamente constante gracias a mecanismos internos de regulación. Para ello necesitan extraer mucha energía de su alimentación y conservar la frescura de sus cuerpos, cuando la temperatura externa sube, mediante “tácticas” como la sudoración o el incremento del consumo de agua.
Los animales de sangre fría, en cambio, se adaptan a la temperatura de su medio. Cuando el clima es cálido se mantienen activos y cuando el clima es frío su temperatura interna baja y por ende también su actividad. Debido a esto los animales de sangre fría necesitan menos energía, y por ende menos alimento. No es que siempre tengan la sangre fría, en realidad depende del entorno en el que estén. Entre estos seres no solo están las ranas, también insectos, peces, arácnidos, reptiles...¿y dinosaurios?