“Alberto, ¿por qué no haces algo sobre Humboldt?”, preguntó al otro lado de la línea telefónica el padre jesuita Vicente Durán.
En 2010, la Universidad Javeriana se preparaba para un semestre alemán y el padre Durán, vicerrector académico, quería que su colega Alberto Gómez Gutiérrez, del Instituto de Genética Humana, se encargara de una ponencia sobre el naturalista alemán. Para ese momento, además de su buena reputación entre los genetistas, Gómez se había granjeado fama de historiador consagrado con la publicación de varios libros sobre viajeros y naturalistas, entre ellos José Celestino Mutis. Sin pensarlo mucho respondió que sí, subestimando su propia obstinación, curiosidad y disciplina, que lo arrastrarían por siete países, bibliotecas, museos, archivos, conversaciones interminables con expertos en Humboldt, mapas y viejas cartas, hasta llegar a libreros de textos antiguos y anaqueles que escondían detalles perdidos de la historia de la ciencia neogranadina.
Hoy, sentado en una oficina del último piso del edificio que alberga el Instituto de Genética Humana de la Javeriana, a pocos días de lanzar los cuatro tomos (seis volúmenes) de Humboldtiana neogranadina, dice satisfecho: “No pude dejar a Humboldt. Hacía falta decir tantas cosas que seguí ocho años más hasta que pude terminar el favor que me pidieron en febrero de 2010”. (Imagen: Alberto Gómez, director del Instituto de Genética Humana de la U. Javeriana).
Es una obra ambiciosa. Uno de esos trabajos que aspiran a la totalidad, aunque siempre resulte imposible condensar todo el pasado en un libro, o en seis, como este caso. En el primer tomo se relata paso a paso el recorrido de Humboldt por la Nueva Granada. Contiene apuntes sobre más de 200 encuentros que el alemán estableció entre 1800 y 1859 con personajes neogranadinos. “En este sentido no es una obra sobre Humboldt, una biografía o una apología del prusiano, sino de los encuentros de Humboldt. Resulté describiendo una era olvidada de la ciencia en Colombia. Una era oscurantista que se desarrolló entre la muerte de Mutis y la Misión Coreográfica”.
Esa reconstrucción minuciosa, maniática casi, de los documentos, cartas, ilustraciones, notas olvidadas en periódicos de la época, en los que se tejió la relación de Humboldt con personajes como Francisco José de Caldas y José Celestino Mutis, pero también como Joaquín Francisco Fidalgo, Fernando Noguera y Agustín Codazzi, entre otros, llevan a pensar a Gómez que hasta hoy se ha cometido un error al creer que las ciencias, como la política de la primera mitad del siglo XIX, “cayeron en una patria boba”. En realidad, parafraseando a Jorge Arias de Greiff, lo que se ha hecho es una historia boba de la patria, y de la ciencia en ese periodo. (Imagen: Única fotografía que se conoce de Alexander von Humboldt).
Otra convicción le quedó de andar al acecho de Humboldt. Un asunto que ha dividido las opiniones de expertos por décadas. Gómez cree que la historia ha sido injusta al repartir los créditos científicos respecto a la idea de la geografía de las plantas, considerado el aporte más importante de Humboldt a las ciencias. A diferencia de lo que ocurrió con Charles Darwin y Alfred Russel Wallace, codescubridores de la teoría de la evolución, en el ajuste de cuentas histórico se consagró a Humboldt como el principal padre de esa idea, mientras Caldas pasó a un segundo plano. En un cuaderno manuscrito por Caldas, extraviado en manos de un viejo librero de París que Gómez rescató en 2016 y la Javeriana adquirió para su biblioteca, hay pruebas de que el veredicto debería sea más justo con el sabio neogranadino. (Lea: Reaparece un manuscrito perdido de Caldas)
En el segundo tomo de Humboldtiana neogranadina, Gómez recopiló todos los estudios de Humboldt sobre la Nueva Granada, entre ellos, la Memoria raciocinada de las salinas de Zipaquirá, y textos de siete expertos colombianos en la obra del naturalista alemán.
El tercer tomo está destinado a un análisis de la ciencia de Humboldt, y el cuarto, en un formato más amplio que los otros, contiene un gran número de mapas, dibujos, representaciones iconográficas, esculturas, medallas y cerámicas relacionadas con Humboldt y la ciencia neogranadina.
“Los trabajos previos se habían hecho con fuentes fragmentadas, insuficientes. Lo que hice es una especie de mapa de Humboldt, una cartografía del personaje”, comenta Gómez.
En ese camino para trazar una cartografía completa de Humboldt, Gómez se fue cruzando con otros investigadores igual de poseídos por la fiebre de saber más sobre un hombre que cambió la ciencia de su época. En Berlín, sentado por horas y horas, sin almorzar, frente a los manuscritos de Humboldt, conoció a Andrea Wulf, una historiadora británica, quien publicó en 2015 La invención de la naturaleza, una aclamada biografía del alemán, que contó con varias contribuciones del genetista colombiano. Más tarde entabló amistad con Sandra Rebok, editora de la versión integral de Cosmos de Humboldt, con quien intercambió documentos.
De Humboldt existen muchas pinturas pero una sola fotografía. Fue tomada en 1858, un año antes de su muerte. No muchos la conocen. Cuando llegó a sus manos una reproducción, Gómez cuenta que se quedó mirándola hipnotizado por mucho tiempo. Con la curiosidad de quien encuentra a un fugitivo al que ha perseguido incansablemente. El 30 de agosto, cuando el libro llegue a las librerías, les corresponderá a otros lectores e investigadores continuar con el trabajo. Gómez, por su parte, ya volvió a caer en la trampa de los archivos históricos, ya comenzó a reconstruir otros fragmentos de nuestro pasado. Pero su discreción no lo deja hablar mucho más sobre el asunto.
* La obra Humboldtiana neogranadina es resultado de una colaboración editorial de seis universidades: Colegio de Estudios Superiores de Administración (Cesa), Pontificia Universidad Javeriana, U. Eafit, U. Externado de Colombia, U. de los Andes y U. del Rosario.