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En los últimos veinte años, los científicos han encontrado fósiles de homínidos (como se conoce a los ancestros o parientes cercanos de los humanos) en África oriental que sugieren algo muy interesante: durante el Plioceno medio, hace aproximadamente 3 a 4 millones de años, podrían haber coexistido varias especies de homínidos al mismo tiempo.
Sin embargo, no todos estos hallazgos han sido aceptados por la comunidad científica. La especie Australopithecus afarensis, conocida por fósiles muy famosos como “Lucy”, es ampliamente aceptada por todos. En cambio, otras especies propuestas siguen generando dudas. Y esto es así porque algunas diferencias que se observan en los fósiles podrían ser demasiado sutiles para considerar que se trata de especies distintas a Lucy. Además, muchos de estos fósiles provienen de muestras muy pequeñas, lo que dificulta confirmar patrones claros, y algunos están mal conservados, lo que lo complica todo aún más.
Algo así sucedió con un fósil conocido como Pie de Burtele. En 2009, científicos encontraron ocho huesos del pie de un antiguo ancestro en capas de sedimento de millones de años en la falla de Afar, en Etiopía. El equipo, dirigido por el paleoantropólogo de la Universidad Estatal de Arizona, Yohannes Haile-Selassie, no había asignado una especie al fósil de pie de 3,4 millones de años. Hasta ahora. En una investigación publicada en Nature. Selassie y su equipo confirman que dicho pie pertenece a una especie distinta a Lucy.
Todo comenzó, curiosamente, con otro hallazgo. Cuando se anunció el Pie de Burtele, ya se habían encontrado algunos dientes en la misma zona, pero los científicos no estaban seguros de que pertenecieran al mismo nivel de sedimentos. En 2015, tras estudiar esos dientes, el equipo describió una nueva especie, Australopithecus deyiremeda, proveniente de la misma región; sin embargo, en ese momento no pudieron asignar de manera concluyente el pie a esta especie, a pesar de que algunos fósiles se encontraban muy cerca de él, según dice Haile-Selassie, citado en una nota de prensa divulgada por la Universidad.
Ahora, después de diez años de trabajo de campo y nuevos hallazgos, Haile-Selassie y su equipo reportan que pueden asociar con confianza el Pie de Burtele a la especie A. deyiremeda. En otras palabras, este pie no pertenece a otra especie de homínido cercana, sino que confirma la existencia de A. deyiremeda. ¿Y por qué es tan interesante esto?
Lo que hace especial al pie es que presenta características que recuerdan a los pies humanos, pero también muestra diferencias con otros australopitecos, como la especie de Lucy. Mientras que los pies de Lucy ya estaban adaptados a caminar erguidos, como lo hacemos hoy, el Pie de Burtele conservaba un dedo gordo parcialmente oponible. Para entender esto mejor, hay que saber que un dedo oponible es un dedo que puede moverse para tocar o enfrentarse a otros dedos de la mano o del pie, especialmente el dedo pulgar o el dedo gordo del pie. Esta capacidad permite agarrar, sostener o manipular objetos con precisión. En los humanos, el pulgar es oponible y nos permite coger un lápiz, una taza o herramientas. En los primates como monos y chimpancés, tanto las manos como a veces los pies tienen dedos oponibles, lo que les permite agarrar ramas y trepar por los árboles.
En el caso del Pie de Burtele, el dedo gordo parcialmente oponible le permitía sujetar ramas al trepar. Sus dedos eran largos y flexibles, lo que indica que todavía podía agarrar ramas y desplazarse entre los árboles con cierta destreza. Sin embargo, los análisis de la estructura del pie muestran que cuando A. deyiremeda caminaba sobre dos patas, no utilizaba el dedo gordo para impulsarse como hacemos los humanos modernos. En cambio, parece que el impulso principal se daba sobre el segundo dedo del pie, lo que sugiere una forma de bipedalismo intermedia entre la trepa y la marcha totalmente terrestre. Esto sugiere que A. deyiremeda tenía un modo de vida mixto, capaz de caminar erguidos en el suelo, pero todavía dependiente de los árboles para alimentarse, refugiarse o moverse por su entorno.
Esto significa, dicen los autores del estudio, que la bipedestación (caminar sobre dos piernas) en estos primeros ancestros humanos se manifestó de diversas maneras. El hallazgo de especímenes como el Pie de Burtele indica que existían muchas maneras de caminar sobre dos piernas en el suelo; no hubo una única forma hasta más adelante.
¿Qué nos dicen los dientes?
Pero no solo sabemos cómo se desplazaba esta especie, también tenemos una idea bastante clara de qué comía, gracias a los dientes que se encontraron cerca al pie. Los científicos lograron estudiar la dieta de A. deyiremeda analizando los isótopos de carbono en sus dientes fósiles, una técnica que permite conocer qué tipos de plantas formaban parte de su alimentación. En este punto, los investigadores diferencian entre plantas de tipo C3 (como hojas de árboles y arbustos) y C4 (como pastos y gramíneas).
En este caso, los dientes recuperados indican una dieta dominada por plantas C3, es decir, principalmente hojas, frutos y otros recursos arbóreos o de sotobosque. Esto, se lee en el estudio, es consistente con dientes más primitivos y con adaptaciones morfológicas observadas en sus mandíbulas y molares, lo que sugiere que A. deyiremeda seguía estrategias dietéticas similares a las de los homínidos más antiguos.
“Toda nuestra investigación para comprender los ecosistemas del pasado de millones de años no se trata solo de curiosidad ni de descubrir de dónde venimos”, señaló Haile-Selassie. “Es nuestro afán por aprender sobre nuestro presente y también sobre el futuro. Si no comprendemos nuestro pasado, no podremos comprender plenamente el presente ni nuestro futuro. Lo que ocurrió en el pasado, lo vemos ocurrir hoy”, dijo. “En muchos sentidos, el cambio climático que vemos hoy se ha repetido muchas veces durante la época de Lucy y A. deyiremeda. Lo que aprendamos de esa época podría ayudarnos a mitigar algunas de las peores consecuencias del cambio climático actual”.
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