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Una investigación reporta por primera vez que las ratas estan atrapando y comiendo murciélagos. La culpable de este comportamiento sería la crisis global de biodiversidad.
En el estudio, que se publica en Global Ecology and Conservation, los científicos comienzan explicando que esa crisis plantea amenazas para la estabilidad de los ecosistemas, las poblaciones de vida silvestre y el bienestar humano. Análisis globales recientes indican que aproximadamente el 56 % de las especies de mamíferos evaluadas tienen tendencias poblacionales decrecientes, pero hay algunas que, por el contrario, la están llevando mejor.
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Entre esas pocas especies exitosas, los roedores invasores, particularmente los miembros de la familia Muridae (que significa “ratón”) representan una amenaza ecológica y económica muy importante en todo el mundo. Históricamente, los roedores invasores han sido responsables de una grave pérdida de biodiversidad en las islas, causando disminuciones o incluso extinciones de especies endémicas. De entre todas, la rata negra ( Rattus rattus ) es la especie de rata invasora más extendida en los trópicos, pero la rata parda ( Rattus norvegicus ) viene ganando terreno, sobre todo en Europa Central.
La rata parda es uno de los mamíferos invasores más extendidos y conocido por impactar negativamente en la fauna nativa a través de la competencia, la alteración del hábitat y la depredación directa. El problema es que la urbanización facilita su proliferación al proporcionar abundantes fuentes de alimento y refugio, lo que lleva a densidades de roedores sin precedentes en los espacios verdes urbanos. Las ratas pardas son conocidas principalmente como depredadoras de la fauna silvestre que anida en el suelo (se alimentan de huevos y polluelos de aves acuáticas y marinas), pero sus interacciones con presas aéreas, como los murciélagos, aún están en gran medida sin documentar.
Los murciélagos, por otro lado, cumplen funciones muy importantes para el equilibrio de los ecosistemas. Ayudan a controlar las plagas de insectos, dispersan semillas y polinizan muchas plantas. Sin embargo, la urbanización los está afectando de distintas formas. Algunas especies evitan las zonas con mucha construcción o cemento, mientras que otras aprovechan las estructuras urbanas de los humanos para refugiarse o alimentarse.
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Los grandes refugios donde miles de murciélagos del género Myotis hibernan dentro de las ciudades están entre los más vulnerables. Estos lugares reúnen animales de amplias regiones, que enfrentan problemas propios de los entornos urbanos, como la contaminación lumínica y sonora, el tráfico intenso y, más recientemente, la presencia de roedores invasores. Todos estos factores juntos pueden aumentar el estrés, reducir las poblaciones de murciélagos y afectar los valiosos servicios ecológicos que prestan.
En el norte de Alemania existen cuevas y formaciones rocosas que sirven como refugio invernal —también llamados hibernáculos— para miles de murciélagos, especialmente del género Myotis. Estos lugares son esenciales para la conservación de estas especies en regiones templadas, ya que durante el invierno los murciélagos dependen de ellos para sobrevivir al frío y conservar energía. Sin embargo, recientes estudios han revelado una amenaza inesperada dentro de estos refugios: la depredación por parte de ratas pardas.
Con el fin de entender la magnitud de este fenómeno y sus implicaciones para la conservación, el grupo de investigadores estudió dos hibernáculos urbanos del norte de Alemania: la cueva Segeberger Kalkberg y el Lüneburger Kalkberg. Ambos sitios albergan grandes poblaciones de murciélagos, principalmente Myotis daubentonii y Myotis nattereri. En Segeberg, por ejemplo, más de 30.000 individuos pasan el invierno cada año, a escasos metros de un teatro al aire libre muy concurrido. En Lüneburg, aunque no existe un sistema de cuevas conocido, las grietas rocosas libres de heladas y la intensa actividad de murciélagos a finales de verano demuestran que también se trata de un punto clave para estas especies. (Puede ver: Serpientes venenosas revelan sus ataques ultrarrápidos)
Los científicos utilizaron tecnología avanzada para documentar los ataques de las ratas. En Segeberger Kalkberg instalaron cámaras de video con sensores infrarrojos, invisibles para los humanos y para las propias ratas, que permitieron grabar su comportamiento sin perturbar el entorno. Durante cinco semanas de observación, entre agosto y octubre de 2020, las cámaras registraron 30 intentos de caza y 13 muertes confirmadas de murciélagos a manos de ratas pardas. Los videos mostraron dos estrategias de caza.
En la primera, las ratas esperaban en la entrada de la cueva, se erguían sobre sus patas traseras y atrapaban a los murciélagos en pleno vuelo con sus patas delanteras, matándolos de inmediato con una mordida. En la segunda, las ratas cazaban murciélagos que se habían posado en la plataforma de aterrizaje. En ambos casos, los roedores demostraron gran agilidad y fuerza: podían dominar y transportar fácilmente a un murciélago, que pesa mucho menos que ellas. Al revisar el área, los investigadores hallaron una especie de “depósito de comida” donde las ratas habían acumulado los restos de al menos 52 murciélagos, evidencia clara de que no se trataba de ataques aislados.
En el Lüneburger Kalkberg, donde el terreno es más complejo y la vegetación más densa, se emplearon cámaras térmicas portátiles entre 2021 y 2024 para registrar la actividad nocturna. Aunque no se captaron ataques directos, se hallaron escondites con cadáveres de murciélagos que presentaban las mismas marcas de mordeduras observadas en Segeberg. Esto sugiere que las ratas también depredan murciélagos en este segundo sitio.
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Las ratas pardas viven en grupos sociales que pueden superar los 100 individuos, y su presencia suele estar asociada con lugares donde abundan los restos de comida humana. En ambos sitios, la alta afluencia de visitantes y los desechos orgánicos han creado un ambiente favorable para su establecimiento. Así, los hibernáculos de murciélagos, que deberían ser espacios seguros, se han convertido en escenarios de depredación por parte de una especie oportunista y adaptada a la vida urbana, concluyen los científicos.
El estudio aporta información inédita sobre una interacción ecológica poco documentada y plantea entonces una nueva preocupación para la conservación de murciélagos en entornos urbanos europeos. Aunque los resultados del estudio no muestran un riesgo inmediato para la salud humana, sí revelan que las ratas invasoras podrían actuar como un puente que facilita la propagación de patógenos dentro de los ecosistemas urbanos.
Un manejo efectivo de las ratas en los refugios urbanos de murciélagos requiere un enfoque integral, dicen los investigadores. Una de las medidas más importantes es reducir las fuentes de alimento humano que sostienen a las poblaciones de ratas. En muchas ciudades, los parques y espacios verdes ofrecen abundante comida y refugio, lo que favorece su proliferación. Por eso, se recomienda instalar contenedores de basura a prueba de roedores, aumentar la frecuencia de recolección de residuos y reforzar la limpieza en zonas turísticas o de alta afluencia.
Las iniciativas de “reverdecimiento urbano” (como plantar más árboles o crear jardines naturales) son positivas para la biodiversidad, pero los autores advierten que si no se planifican bien pueden favorecer la expansión de las ratas. Por eso, el mantenimiento de estos espacios debe hacerse con criterio ecológico: por ejemplo, podar los arbustos muy densos cerca de contenedores de basura o entradas de cuevas, sin eliminar la cobertura vegetal general que beneficia a otras especies como aves e insectos.
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