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Imagine que alguien le pide cerrar los ojos e imaginar una manzana roja. La mayoría de las personas pueden “ver” en su mente algo que se parece a una manzana: su forma, color, incluso el brillo o las sombras.
Algunas, sin embargo, no pueden. Cuando las personas con afantasía (falta total de imaginería visual) cierran los ojos y tratan de imaginar una manzana, no “ven” nada en su mente. Aunque saben cómo es una manzana —su color rojo, su forma redonda y su textura—, no pueden crear una imagen mental de ella. Su experiencia no incluye una representación visual interna, sino que se limita a conceptos o descripciones verbales.
Los científicos han descubierto que las personas con afantasía sí tienen actividad cerebral en la corteza visual cuando intentan imaginar algo, pero esta actividad es diferente a la de quienes pueden formar imágenes mentales. Una investigación publicada en Current Biology explica que aunque el cerebro parece representar lo que intentan imaginar, estas representaciones contienen menos detalles sensoriales y no se conectan de la misma forma con las percepciones visuales reales. Esto sugiere que la imaginería mental en la afantasía funciona de manera distinta y no produce una “sensación visual” como en quienes no tienen esta condición.
Las personas con afantasía muestran alguna representación neuronal de “imaginería” en la corteza visual, esta representación parece contener menos información sensorial o ser una forma alterada de la misma. Esto, dicen los autores, cuestiona la idea tradicional de que la actividad en la corteza visual primaria siempre produce experiencias visuales conscientes. Para explorar cómo funciona el cerebro de personas con afantasía en comparación con individuos neurotípicos (aquellos sin afantasía), los investigadores utilizaron una técnica llamada resonancia magnética funcional (fMRI). Esta herramienta mide la actividad cerebral al observar qué áreas del cerebro se activan mientras los participantes realizan ciertas tareas.
En este experimento, 14 personas con afantasía y 18 controles neurotípicos participaron en dos fases.
En la primera, los participantes observaron repetidamente dos patrones visuales simples: uno compuesto por líneas verticales verdes y otro por líneas horizontales rojas. En la segunda fase, se les pidió a los mismos participantes que imaginara esos mismos patrones, sin verlos realmente. El objetivo principal del experimento era ver cómo el cerebro de las personas con afantasía respondía al intentar imaginar las imágenes, en comparación con las personas neurotípicas que podían visualizar mentalmente las imágenes de las líneas. Para lograr esto, los investigadores entrenaron un algoritmo que buscaba diferencias en los patrones de actividad cerebral cuando los participantes imaginaban las líneas verdes y rojas.
El equipo intentaba, esencialmente, “decodificar” la actividad cerebral para predecir qué imagen estaba siendo imaginada por los participantes, basándose únicamente en las señales de la corteza visual primaria, que es la parte del cerebro responsable de procesar las imágenes visuales. Este proceso de intentar leer lo que una persona está imaginando a partir de la actividad cerebral se describe como “leer la mente”.
Como explica Ming Meng, neurocientífico y codirector del estudio en el portal de noticias de Science, el trabajo se asemeja a poder leer las imágenes mentales de alguien solo observando la actividad en su cerebro. La principal diferencia que los investigadores esperaban observar es cómo las personas con afantasía, que no pueden visualizar mentalmente imágenes, muestran patrones de actividad cerebral diferentes al intentar imaginar las imágenes en comparación con las personas que sí pueden hacerlo.
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