Publicidad

¿Por qué recordamos lo trivial de un día importante? La ciencia lo explica

Un nuevo estudio publicado en la revista científica Science revela que los momentos sobresalientes no solo se graban en la memoria, sino que también arrastran recuerdos triviales ocurridos justo antes o después, haciéndolos inolvidables.

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
26 de septiembre de 2025 - 01:16 a. m.
Nuestra memoria no actúa como un registro indiscriminado que guarda todo, sino que funciona de manera selectiva y gradual.
Nuestra memoria no actúa como un registro indiscriminado que guarda todo, sino que funciona de manera selectiva y gradual.
Foto: Getty Images
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

¿Qué hace que ciertos momentos de la vida se vuelvan inolvidables y otros caigan en el olvido? ¿Por qué nuestra memoria elige guardar unos instantes y descartar otros aparentemente iguales? Esa es una pregunta que ha concentrado los esfuerzos de los científicos e investigadores que estudian el cerebro durante décadas.

Sabemos que la memoria es selectiva: no guarda todo lo que experimentamos. Lo que aún no entendemos por completo es hasta dónde llega esa capacidad para elegir ni bajo qué criterios el cerebro decide qué conservar y qué dejar en el olvido. Una nueva investigación publicada en Science esta semana buscó acercarse a esa respuesta.

Puede ver: Más de 4 millones de muertes por cáncer se pudieron evitar en 2023: esta es la clave

Los autores del estudio comienzan su artículo con un ejemplo bastante práctico para entender lo que querían hacer. Imagine que va caminando por un parque natural y se encuentra con una manada de animales que nunca en su vida había visto. Ese encuentro inesperado se convierte en un recuerdo inolvidable. Pero lo curioso, dicen los científicos, es que es posible que no recuerde solo a ese grupo de animales, sino también detalles que parecían triviales antes y después del encuentro: el sendero que recorrió, el clima que hacía, incluso lo que pensaba en ese momento. Ese fenómeno se conoce como mejora retroactiva y proactiva de la memoria: un evento destacado “arrastra consigo” recuerdos neutros que ocurrieron justo antes o después, haciéndolos más duraderos.

Los científicos explican este proceso con la hipótesis de “etiquetado y captura”. Funciona así: cuando vivimos algo neutro, el cerebro lo guarda con una “etiqueta débil”, que tiende a desvanecerse. Pero si poco después ocurre un evento emocional o relevante —como el encuentro con un animal extraño—, el cerebro libera proteínas que fortalecen esas etiquetas y consolidan la memoria. En otras palabras, la intensidad de una experiencia puede rescatar recuerdos que de otro modo se hubieran olvidado.

Este mecanismo tiene un trasfondo evolutivo: ayudaba a nuestros antepasados a recordar dónde habían visto, por ejemplo, un depredador o dónde encontraron comida, incluso si los detalles parecían poco importantes en ese momento. En la vida actual, ocurre algo similar: evitamos lugares donde vivimos una experiencia negativa o recordamos con claridad un día especial por un detalle mínimo. La pregunta ahora es cómo funciona exactamente este proceso en contextos modernos y si puede ser manipulado. Para probarlo, los investigadores mostraron a los participantes imágenes de animales y de herramientas.

Puede ver: Científicos buscan crear moco sintético: un posible escudo contra infecciones

Algunas de esas imágenes tenían asociada una recompensa alta, mientras que otras correspondían a una recompensa baja. Un día después, de manera inesperada, se les pidió recordar qué imágenes habían visto y con qué seguridad podían afirmarlo.

Los resultados mostraron algo muy interesante: los recuerdos más frágiles o débiles podían fortalecerse si estaban cerca de una imagen importante, en este caso una de las que estaba vinculada a recompensa. Sin embargo, este refuerzo no era uniforme. Cuando se trataba de recuerdos posteriores al evento motivador —lo que se conoce como mejora proactiva— el efecto dependía de la intensidad de la recompensa: cuanto más alta era, más fuerte era la mejora. En cambio, los recuerdos anteriores al evento sobresaliente —la llamada mejora retroactiva— no se vieron afectados por la magnitud de la recompensa, sino por la cercanía temporal o la relación de significado con el evento destacado.

La conclusión es que nuestra memoria no actúa como un registro indiscriminado que guarda todo, sino que funciona de manera selectiva y gradual. Los momentos sobresalientes, cargados de motivación o emoción, no solo quedan grabados por sí mismos, sino que también arrastran consigo detalles aparentemente irrelevantes de lo que ocurrió justo antes o después. Esto explica por qué podemos recordar con nitidez un objeto sin importancia de un día especial o por qué un lugar trivial queda asociado a una experiencia fuerte, aunque en otro contexto lo habríamos olvidado sin más.

👩‍🔬📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre ciencia? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🧪🧬

Conoce más

Temas recomendados:

 

Atenas (06773)27 de septiembre de 2025 - 03:41 p. m.
Más interesantes artículos q’ surgen tras del avasallante paso de la Ciencia, y en asuntos tan complejos q’ uno dificil/ los supondría por toda la complejidad q’ encierran, como en este caso, de cómo discurre la mente según sean los momentos. Amenas lecturas sin dudas. Atenas.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.