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Para los vulcanólogos, paleoclimatólogos e historiadores, un período fascinante de la Tierra es la fase final de la Pequeña Edad de Hielo, entre 1800 y 1850 d. C. No solo es el período más frío de la Tierra de los últimos 500 años, sino que fue un tiempo marcado por un conjunto de eventos volcánicos importantes, que incluyen la erupción de Tambora en Indonesia en 1815 d. C., la erupción de Cosegüina en Nicaragua en 1835 d. C. y dos erupciones no identificadas en 1808/9 y 1831 d. C. Se cree que, junto con otras erupciones, contribuyeron al enfriamiento observado en esa época, alterando climas y provocando cosechas fallidas que provocaron hambruna.
Por eso, resulta tan interesante que las erupciones de 1808/9 y 1831 d.C., inyecciones estratosféricas volcánicas de gran magnitud, aún no hayan sido relacionadas con una fuente de erupción conocida. Es decir, a pesar de la magnitud de las emisiones de ceniza y aerosoles, los científicos aún no han identificado con certeza qué volcán o volcanes fueron responsables de estos eventos. Especialmente particular es el evento de 1831 d.C., que, según los científicos, tuvo una inyección de aproximadamente 13 Tg (teragramos) de azufre. Para ponerlo en perspectiva, eso es equivalente a liberar la cantidad de azufre que producirían 13 millones de automóviles en un año.
La erupción de 1831 d.C. se ha relacionado con un enfriamiento climático de 0,5 a 1 °C. ¿Por qué? Ese azufre expulsado, al llegar a la estratosfera, forma partículas que reflejan la luz solar, lo que puede causar un descenso de las temperaturas globales durante varios años, como si el planeta estuviera envuelto en una especie de capa de niebla que bloquea el calor del sol. Esa erupción también coincide con una disminución de las precipitaciones en las regiones monzónicas de África e India y precede a grandes hambrunas en la India y Japón, ambas resultado de malas condiciones climáticas y fracaso de las cosechas.
Dicha erupción se atribuyó inicialmente al volcán Babuyan Claro, en Filipinas, pero investigaciones posteriores no encontraron evidencia firme de una erupción en este momento. Otro candidato ha sido Ferdinandea (también conocida como Campi Flegrei Mar Sicilia o Isla Graham), que se encuentra a ~50 km al suroeste de Sicilia y entró en erupción en julio-agosto de 1831 d. C. Sin embargo, la magnitud de la erupción de Ferdinandea es inusualmente pequeña para añgp que cambia el clima.
Una nueva investigación parece haber encontrado un candidato convincente para explicar este enigma de la erupción que cambió el clima en la Tierra.
El volcán causante de todo
Los científicos realizaron un análisis geoquímico de núcleos de hielo (muestras de hielo de los polos), que contienen información sobre la atmósfera y el clima de épocas pasadas. Usaron isótopos de azufre (variedades del elemento azufre) para confirmar que efectivamente hubo una erupción estratosférica importante en el hemisferio norte, pero descartaron que fuera de la fuente de evaporita (rocas salinas) como se pensaba inicialmente.
En los núcleos de hielo, los científicos también encontraron fragmentos de vidrio volcánico (tefra) que datan de 1831. Estos fragmentos coincidían con la composición química de una erupción registrada en Zavaritskii, un volcán ubicado en la isla Simushir, en las islas Kuriles.
Los análisis de radiocarbono (una técnica para datar objetos y materiales) confirmaron que la erupción de Zavaritskii ocurrió menos de 300 años antes de 1831. Además, las estimaciones del volumen erupcionado (la cantidad de material expulsado) coinciden con una erupción de magnitud 5 a 6, lo cual es comparable a la famosa erupción del Pinatubo en 1991. Los resultados proporcionan una prueba convincente de que Zavaritskii fue la fuente de la erupción misteriosa de 1831. Zavaritskii está ubicado en las islas Kuriles, un archipiélago situado entre la península de Kamchatka (Rusia) y la isla japonesa de Hokkaido.
“Nuestra evidencia establece a Zavaritskii como el principal candidato para la misteriosa erupción de 1831 d. C. y plantea varias preguntas clave”, escriben los autores. Primero, ¿podría haber pasado desapercibida una erupción tan grande? Los registros japoneses mencionan varios fenómenos atmosféricos que aparentemente ocurrieron en 1831 d. C., agregan los autores, incluyendo niebla seca, color anormal del sol y la luna, anillo de Bishops y cabello volcánico [ceniza volcánica] cayendo.
Los registros históricos de las Islas Kuriles y, específicamente, de la isla Simushir, son muy escasos, lo que hace difícil obtener detalles precisos sobre los posibles asentamientos humanos en la isla y su reacción ante la erupción. A pesar de que se sabe que la isla fue ocupada por pequeñas aldeas, principalmente por el pueblo Ainu (grupo indígena de Japón y las Kuriles) y colonos rusos, las fuentes históricas no confirman si hubo asentamientos importantes en la isla en 1831 d.C.. Incluso en 1870, cuando existía una pequeña aldea, la población era de solo unas 50 personas. La erupción habría ocurrido a 30 km de distancia de los asentamientos. Las capas de ceniza que cayeron sobre esta área eran limitadas, lo que sugiere, dice el estudio, que el evento volcánico podría haber sido menos perceptible de lo esperado.
Una segunda pregunta es: ¿puede la erupción explicar el enfriamiento climático que vivió la Tierra? Para responder esto, los científicos utilizaron el modelo de aerosol volcánico EVA_H (un modelo que predice el impacto de las erupciones volcánicas en el clima), junto con la escala de eficiencia de forzamiento de Marshall (utilizada para evaluar el impacto de los aerosoles volcánicos en el clima). Zavaritskii parece haber causado un enfriamiento climático de alrededor de 0,5 a 1 °C en el hemisferio norte durante los años 1831-1833, lo que está respaldado por los registros climáticos de la época, escriben. Este enfriamiento es consistente con los efectos de otras erupciones volcánicas de magnitud similar, como la de Pinatubo, y proporciona una explicación plausible para el enfriamiento climático observado en esos años.
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