14 Mar 2018 - 5:36 a. m.

Stephen Hawking: de estudiante vago a genio de la física  

Además de ser un físico genial, en su juventud fue bebedor de cerveza y estudiante vago. En su último año como en Oxford, Hawking se sentía “cada vez más patoso”. “Fui al médico tras caerme por las escaleras, pero lo único que me dijo fue: ‘Deja la cerveza”. Así lo relató el científico en “Breve historia de mi vida”, sus memorias publicadas en España, en 2014.  

Redacción ciencia

Stephen Hawking: de estudiante vago a genio de la física  

Buen tomador de pelo, Hawking dice en el libro: “La primera descripción científica del tiempo la dio en 1689 Isaac Newton, que ocupó la silla de la misma Cátedra Lucasiana en Cambridge que ocupé yo (aunque en su caso la silla no era eléctrica)”. (Lea: Stephen Hawking, un científico brillante con estatus de estrella del rock)

Sin embargo, este genio bromista no la tuvo fácil en su vida, pues tuvo que lidiar con una enfermedad que con el paso de los días paralizó sus músculos y lo llevó a sufrir una agonía cotidiana que lo dejaba cada vez más en el abismo de la muerte. (Diez frases clélebres de Stephen Hawking)

En ese escenario, fue testigo impotente de la depresión de su esposa. “Le preocupaba que yo muriera pronto y quería que alguien los mantuviera a ella y los niños y se casara con ella cuando yo no estuviera. Encontró a Jonathan Jones, músico organista de la iglesia local, y le dio una habitación en nuestro apartamento. Me habría opuesto, pero yo también pensaba que iba a morir pronto y sentía la necesidad de que alguien se ocupara de los niños cuando yo no estuviera”, narra en sus memorias. La llegada de Jones desencadenó el primer divorcio de Hawking, que vivió muchos años más de lo que él mismo suponía. (Stephen Hawking y su computadora)

“Fui sintiéndome más infeliz por la relación cada vez más estrecha que existía entre Jane y Jonathan. Al final no pude aguantar más la situación y en 1990 me mudé a un piso con una de mis enfermeras, Elaine Mason”. 

(Lea: "La tierra morirá en 200 años)

Hawking nació un 8 de enero de 1942, “exactamente 300 años después de la muerte de Galileo”. Alumno en Oxford y en Cambridge, no se destacó por ser un estudiante brillante. La razón: era un vago. “En aquella época el curso de física estaba organizado de tal manera que era muy fácil evitar el trabajo”, comenta en sus memorias.  

“En cierta ocasión calculé que trabajé unas mil horas durante los tres años que estuve allí [Oxford], una media de una hora al día. No me siento orgulloso de la falta de trabajo, pero en aquel momento esa actitud era compartida por la mayoría de mis compañeros”. Incursionó en los deportes, con poca suerte, como timonel del club de remo de Oxford. Por su torpeza, una cuerda se enroscó en el timón tras la orden de salida. “Más adelante sufrí una colisión frontal con otro equipo”, confesó. 

Entre sus frases célebres no puede olvidarse aquella en la afirmó que “alguien dijo que a los científicos y las prostitutas les pagan por hacer lo que les gusta”. Y en ese gusto se inclinó por la física teórica, una disciplina sobre la que decía que podía ganar reputación con una idea gestada “en una tarde, o antes de irse a dormir”. 

Gracias a él conocimos sobre el origen del universo y los agujeros negros, campos en los que no era fácil que sobresaliera como un auténtico genio debido a sus falencias como matemático, materia que, admitió, a duras penas estudió y que debió tomarla más en serio para ponerse a tono con los estudiantes que debía supervisar durante sus inicios como profesor. 

Escribió siete libros gracias a un programa que le permitía redactar tres palabras por minuto, entre ellos su gran éxito, "Breve historia del tiempo", que vendería más de 10 millones de ejemplares . Parte de su éxito, confesó Hawking, se lo debe a dios. “En la fase de pruebas estuve a punto de eliminar la última frase del libro, la de que conoceríamos la mente de Dios. De haberlo hecho, tal vez las ventas se habrían reducido a la mitad”, contó en sus memorias. 

Con su éxito en ventas, Hawking logró lo que solo los genios pueden alcanzar: popularizar asuntos ajenos a la vida cotidiana de los ciudadanos de a pie. Miles de sus libros reposan en las bibliotecas familiares en varios países del mundo y han sido comentados con euforia por personas del común en charlas de café.

Paz cósmica en su Big Bang. Se fue un gigante.

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