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Un camarón da el puñetazo más rápido del mundo, ¿cómo sobreviven sus extremidades?

Resolver esta pregunta, considera un grupo de científicos, podría tener aplicaciones prácticas en la vida de los seres humanos.

Redacción Ciencia

07 de febrero de 2025 - 08:52 a. m.
El camarón mantis es una especie muy estudiada por la ciencia por sus variadas capacidades. /
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El camarón mantis (Odontodactylus scyllarus) es un crustáceo que vive en el fondo marino en el Indo-Pacífico, esa región que comprende las aguas tropicales del océano Indíco, así como el occidente y centro del océano Pacífico. Se encuentra desde la isla de Guam hasta África Oriental.

Más allá del interés comercial que despierta y de ser considerado plaga en algunas regiones, a los científicos les llama la atención el camarón mantis por una capacidad muy particular: es capaz de dar golpes muy rápidos y fuertes a sus presas sin que sus extremidades sufran daños significativos.

A lo largo de décadas, los investigadores se han preguntado cómo lo logra. Resolver esta pregunta, consideran, podría tener aplicaciones prácticas en la vida de los seres humanos.

Ahora, un grupo de científicos de varias instituciones alrededor del mundo utilizó técnicas de espectroscopia rápida para indagar qué se esconde detrás de esta llamativa capacidad.

El equipo, que publicó los resultados de su investigación en la revista académica Science, se centró en la extremidad punzante del camarón mantis, conocida como garrote dáctilo, en términos más técnicos.

En el exoesqueleto de esta extremidad formada por tres capas, los investigadores identificaron un polímero natural llamado quitina y un mineral que contiene calcio parecido al que los humanos tenemos en los huesos y en los dientes. Tras esta primera identificación, los científicos centraron su atención en la capa intermedia.

Esta capa está formada por fibras de quitina y se organizan bajo una figura conocida como la estructura de Bouligand. El periodista científico Davide Castelvecchi, lo explicó de la siguiente manera en un artículo que publicó en Nature: “En esta capa, las fibras están dispuestas como haces de lápices que se abren en abanico, de modo que algunas apuntan hacia las capas exteriores, otras son paralelas a ellas y otras se encuentran en ángulos intermedios”.

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Además de poder describir esta organización, los investigadores también descubrieron que las orientaciones de las fibras no son aleatorias y que varían de forma periódica en rangos de 500 micrómetros. Para hacerse una idea de este nivel de detalle, basta recordar que un micrómetro corresponde a la milésima parte de un milímetro.

En esta estructura y en las variaciones periódicas donde los científicos creen que se forma el filtro con el que el exoesqueleto es capaz de captar las ondas de choque. Nicola Pugno, un científico de materiales de la Universidad de Trento, en Italia, y que no participó en el estudio, le dijo a Nature que el reciente trabajo confirma que la estructura de Bouligand “filtra selectivamente” las ondas que se producen al momento de los golpes.

Para Maroun Abi Ghanem, uno de los autores del estudio, estos hallazgos servirán para el diseño de materiales artificiales. Algunos de ellos, apunta, podrían ser implantes quirúrgicos que sean capaces de captar la energía emitida a través de los tejidos.

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