Crecemos con una tendencia natural para coleccionar. Es común que los niños reúnan piedras, conchitas marinas, hojas o juguetes. En algunas personas esta tendencia permanece muy marcada con el pasar de los años. César Perdomo es una de ellas y su increíble colección de fósiles así lo demuestra. Tarros de todos los tamaños, cajas y vitrinas sin vidrio almacenan cientos de dientes, vértebras, costillas, placas y demás restos fósiles. (Vea la última entrega de BIBO: Un retrato de los Andes colombianos)
El desierto de La Tatacoa no es en realidad un desierto, y de hecho, hace 15 millones de años era un sistema de humedales lleno de caimanes gigantes, tortugas y peces. Hoy es más común encontrar cabras y personas en un paisaje seco y altamente transformado. Y si se mira al suelo, o se busca con cuidado, verás los restos fósiles de reptiles, mamíferos y peces extintos.
El Museo La Tormenta se encuentra ubicado en el extremo sur de lo que se conoce como el anillo turístico del desierto La Tatacoa. Aunque desde hace poco se encuentra ubicado allí, justo a la vista de quienes pasan en su travesía en bicicleta, moto o auto, este museo existe desde hace décadas en la mente de César Perdomo. Desde muy niño, César imaginó tener un lugar para albergar los fósiles que iba encontrando cerca de su casa en el desierto. Hoy, su museo alberga no solo una gran cantidad de fósiles sino la historia de lo que ha sido la paleontología en la Tatacoa, a través de la memoria familiar.
César Perdomo tiene 38 años y hace 28 recoge fósiles en el desierto La Tatacoa. Recuerda que encontró su primer fósil una tarde recogiendo las ovejas un día de diciembre, lo guardó sin saber aún que era una vértebra de cocodrilo. Ésta sería tan solo la primera de las tantas que almacena en su casa. Esa curiosidad que lo llevó a recoger eso que parecía una roca con forma rara, ha permanecido en él todos estos años y todos los días sale a caminar el desierto para buscar fósiles y, tal vez, encontrar algo nuevo o diferente que lo sorprenda.
César estima que su colección ya supera las 5000 piezas. Esa cantidad no solo habla de los casi 30 años de colecta empírica sino de la gran diversidad y abundancia de fósiles que se encuentran en el desierto de La Tatacoa. César es custodio de fósiles de peces, reptiles, mamíferos, aves y plantas.
César guarda celosamente este caparazón de tortuga bajo su cama desde hace 15 años. Lo extrajo él mismo con ayuda de pica, pala y unos palos para subirlo al campero que tenía por esa época. Es un caparazón completo y muy bien preservado que lo llena de orgullo. César es un colector innato con habilidades para encontrar y cuidar estos tesoros que dan cuenta del pasado en Colombia. Como él mismo dice, “esto es un trabajo de loco, pero con buena imaginación”.
Andrés Vanegas, el pelao que salvó 12 millones de años de historia y César Perdomo tienen mucho en común. Ambos son habitantes del desierto y apasionados por los fósiles. Desde niños cada uno, por su cuenta, soñó con hacer un museo, y hoy, poco a poco, ven cómo este anhelo se va consolidando. Andrés es el director del Museo de Historia Natural La Tatacoa en La Victoria y César lidera el Museo La Tormenta. Sus esfuerzos son complementarios y muestran cómo la curiosidad por entender el mundo no discrimina lugares geográficos.
En enero de 2019, un grupo de geólogos y paleontólogos visitó La Tatacoa. Al enterarse de la colección de Perdomo, los científicos lo visitaron y, como niños en tienda de dulces, sacaron los fósiles de los tarros, los observaron y los separaron en un esfuerzo por ayudar a César a organizar su colección.
Investigadores del Instituto Smithsonian, Universidad del Norte, Universidad de Zurich, Universidad Fluminense y Museo de Urumaco se sorprendieron con la colección del Museo La Tormenta. No esperaban encontrar algo así en la mitad del desierto, fósiles de tan alto valor paleontológico ya colectados. Un próximo paso será registrar la memoria histórica de décadas de colección e interacción con paleontólogos nacionales e internacionales que han visitado el lugar a través de los años. La curación de los especímenes del Museo es también una tarea pendiente que se realizará de la mano de expertos.
Al ver estas piezas, Rodolfo Sánchez seguramente recuerda su propia historia. Desde muy pequeño colecta fósiles, y esos que guardó por años, hacen parte ahora de la colección del Museo de Urumaco en Venezuela, lugar donde trabaja. Para César Perdomo es muy importante que vengan a visitarlo investigadores “Uno se va animando, dos cabezas es mejor. Esto no es un negocio, yo no lo hago con ambición, lo hago por la historia, eso es patrimonio”.
*Luz Helena Oviedo pertenece al Instituto Smithsonian.
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