En mayo de 2024 se registró la mayor tormenta solar en dos décadas. Durante varios días, oleadas de partículas cargadas de alta energía provenientes del Sol sacudieron el planeta, generando, entre otras cosas, brillantes auroras que iluminaron los cielos. En ese mismo evento, los científicos descubrieron que la tormenta también creó dos nuevos cinturones temporales de partículas energéticas que rodean la Tierra, y que ayudarían a entender cómo estos eventos podrían afectar la tecnología.
El descubrimiento se dio gracias a un pequeño satélite de la agencia llamado Colorado Inner Radiation Belt Experiment (CIRBE) “que resucitó por casualidad”. Este satélite es un CubeSat del tamaño de una caja de zapatos que rodeó los polos magnéticos del planeta desde abril de 2023 hasta octubre de 2024. Después de un año en el espacio, el CubeSat experimentó una anomalía y, inesperadamente, se quedó en silencio el 15 de abril de 2024.
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Dos meses después, el 15 de junio, la nave espacial volvió a la vida y reanudó la toma de mediciones. Los datos proporcionaron información de alta resolución que no podía obtenerse con ningún otro instrumento y permitieron a los científicos comprender la magnitud de los nuevos cinturones.
Xinlin Li, profesor del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial (LASP) y del Departamento de Ciencias de Ingeniería Aeroespacial de la Universidad de Colorado en Boulder, explicó que una vez reanudaron las mediciones, vieron los nuevos cinturones de electrones, “que no era visible en los datos de otras naves espaciales”.
Los nuevos cinturones se formaron entre otros dos que rodean permanentemente la Tierra y se denominan cinturones de Van Allen. Los permanentes, que tienen forma de anillos concéntricos situados muy por encima del ecuador de la Tierra, están compuestos por una mezcla de electrones y protones de alta energía que quedan atrapados en su lugar por el campo magnético de nuestro planeta. Sus partículas energéticas dañar las naves espaciales y poner en peligro a los astronautas que pasan a través de ellos, por lo que comprender su dinámica es clave para un vuelo espacial seguro.
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Los nuevos cinturones parecen haber durado mucho más que los anteriores. Mientras que los cinturones temporales anteriores duraban alrededor de cuatro semanas, el nuevo cinturón compuesto principalmente de electrones duró más de tres meses. El otro cinturón, que también incluye protones, ha durado mucho más que el cinturón de electrones porque se encuentra en una región más estable y es menos propenso a los procesos físicos que pueden sacar a las partículas de su órbita. Es probable que todavía esté allí hoy.
“Se trata de electrones y protones de alta energía que han encontrado su camino hacia el entorno magnético interior de la Tierra”, dijo David Sibeck, ex científico de la misión de las sondas Van Allen de la NASA y científico investigador del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland, que no participó en el nuevo estudio. “Algunos podrían permanecer en este lugar durante mucho tiempo”.
La duración de estos cinturones depende del paso de tormentas solares. Las grandes tormentas pueden proporcionar la energía necesaria para sacar de sus órbitas a las partículas de estos cinturones y enviarlas en espiral al espacio o a la Tierra. Una de esas tormentas a finales de junio redujo significativamente el tamaño del nuevo cinturón de electrones y otra en agosto casi borró el resto de ese cinturón, aunque sobrevivió una pequeña población de electrones de alta energía.
Los resultados de estos hallazgos fueron publicados en el Journal of Geophysical Research: Space Physics.
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