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A 70 kilómetros de Marsella, en el sur de Francia, científicos de diferentes partes del mundo estuvieron cocinando durante los últimos siete años uno de los proyectos más ambiciosos para esta nueva era: el ITER, la mayor máquina experimental que, a través de procesos físicos, busca convertir al sol en una fuente de energía abundante, constante y relativamente limpia.
Para lograrlo, esta semana quedó listo el imán “más complejo y sofisticado” del mundo, que ayudará a generar un campo magnético un millón de veces más potente que el de la Tierra dentro del ITER. La nueva construcción, que tiene forma de letra D, tiene una longitud de 14 metros y pesa 300 toneladas, lo mismo que un avión Boeing 747.
Los científicos intentarán conseguir la fusión de átomos de hidrógeno a temperaturas extremas. Aproximadamente a 150 millones de grados la materia formará una especia de sopa (el plasma) que quedará guardada en un reactor con forma de dona.
Sigue a El Espectador en WhatsAppSegún el ingeniero italiano Alessandro Bonito-Oliva, responsable de la producción de imanes de Fusion for Energy, la organización de la Unión Europea que gestiona el proyecto, los imanes estarán listos dentro de cinco años, pero, al ser tan grandes y pesados, serán transportados en barco hasta la localidad francesa de Cadarache con el fin de darle inicio a el ITER en 2025.