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Un asunto de renovado interés nacional son los ceses al fuego. Se trata de acuerdos en los que las partes se comprometen a reducir la intensidad de la confrontación armada. Si hay voluntad y se cumplen los compromisos, los acuerdos conducen a la reducción de los impactos del conflicto. Son entonces una buena noticia para cualquier sociedad asediada por la guerra.
Sin embargo, la distinción entre diversos tipos de cese al fuego, como ocurre entre temporales y definitivos, y el reconocimiento de la complejidad del conflicto dada la multiplicidad de actores que intervienen, son asuntos relevantes para atender una de las principales quejas sobre los esfuerzos que se han realizado en Colombia en el último año. Sobre estos dos asuntos se enfoca esta columna.
El antecedente próximo de un cese al fuego exitoso en Colombia fue el pactado con las FARC-EP al final del proceso de paz. Si bien la negociación se desarrolló entre 2012 y 2016, el cese al fuego se pactó en el último momento (junio de 2016) y de manera definitiva, incluyendo la dejación de armas. Es decir, se dialogó en medio del conflicto y se pactó su fin con un cese al fuego. Dicha situación es distinta a la que se presenta en la actualidad.
Los procesos de paz que se están llevando a cabo se desarrollan en medio de ceses al fuego que tienen al menos tres características: i) son temporales; ii) reducen los impactos del conflicto; y iii) son progresivos. Se trata entonces de acuerdos en momentos preliminares para hacer posibles los diálogos de paz, con el fin de producir beneficios inmediatos para la población civil, y que pueden extenderse y perfeccionarse en el tiempo hasta llegar a ser definitivos.
Esas características de los ceses al fuego acordados en el último año son imposibles de comparar con el antecedente de 2016. Primero, porque se trata de ceses con momentos, actores y consecuencias distintas. Segundo, porque el enfoque de la negociación es diferente, pues en el antecedente de 2016 el cese al fuego conllevaba la terminación del conflicto y la entrega de armas, previo acuerdo luego de años de negociación, y en el actual se trata de generar condiciones para el diálogo y la implementación inmediata de los acuerdos alcanzados. No hay entonces comparación posible entre los efectos de un cese al fuego definitivo en el fin de una negociación y de un cese al fuego temporal y progresivo con vocación a ser definitivo. Son esencialmente distintos.
De otra parte, hay que reconoce la complejidad del conflicto armado colombiano dada la pluralidad y diversidad de actores. Este elemento es clave para entender el reclamo social sobre los beneficios de los ceses al fuego. En la práctica, la reducción de la confrontación armada entre dos partes es beneficiosa, pero no vincula y, por ello, no tiene suficiente incidencia, sobre otros actores armados. Sin embargo, comprender esta situación no es una crítica razonable a los ceses al fuego vigentes, sino un llamado nacional a que existan más acuerdos hasta que se vincule, como situación deseable, a los distintos actores armados o a la mayoría de estos.
Los ceses al fuego pactados con el ELN y el EMC son temporales, se han dado desde momentos iniciales de los procesos de paz y han incluido, con carácter progresivo, medidas de protección de la población civil. Por esa razón, son positivos. Su extensión en el tiempo, mientras se adelanta la negociación y se implementan los acuerdos alcanzados, parece ser una ruta razonable y deseable en medio de un clamor nacional por la reducción de la violencia.
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No es posible entonces comparar los efectos el cese al fuego definitivo pactado con las FARC-EP en 2016 y los temporales pactados en el último año con el ELN y el EMC. Mientras el primero significó la terminación del conflicto armado con el mencionado grupo, el segundo está generando condiciones para que, en un tiempo futuro, ojalá razonable, se pueda acordar ese fin.
Tampoco es posible pedirles a los ceses temporales que terminen de inmediato con el conflicto armado, pues para eso es que se adelantan los procesos de diálogo. Todos queremos ver pronto un país en paz, pero no hay fórmulas inmediatas. Bienvenidas las comparaciones posibles que consideran la complejidad del conflicto. Los ceses al fuego, así como los esfuerzos de paz, requieren todo el apoyo social posible o serán en vano.