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La memoria del 11 de septiembre de 1973

17 de septiembre de 2023 - 03:00 p. m.

Parece que eso de “la batalla por la memoria” se resolviera fácilmente, con una consigna. Pero no, los últimos acontecimientos sobre las marcas del pasado en Latinoamérica hacen brotar nuevas reflexiones sobre este asunto, para bien de una materia que a veces se vuelve predecible y llena de lugares comunes.

En Chile se discute hoy sobre la legitimidad de Pinochet como referente irrenunciable de la “nueva derecha”. Desde allí, sobre un olvido que no es de falta de recursos, sino de insolencia, se quiere calificar al periodo posterior al golpe contra Allende como uno de tal orden y tal bonanza que cualquier cosa le justifica. Lo interesante es que esta afirmación no pasa por el análisis, sino que en la medida en que su función como relato en la disputa por el poder actual está definida, las evidencias importan menos que la repetición incesante del relato.

En Santiago, donde estuve porque quería estar el 11, que para mí representa una fecha importantísima, las personas con las que hablé entre académicos, artistas y militantes, todos progresistas y de izquierda, se percibe mucho pesimismo. Las lecturas son variadas, aunque no muy contradictorias. Creo, en general, que puede afirmarse una insatisfacción con el carácter dubitativo y ambiguo del gobierno, al que constantemente le reclaman por no ser lo que debería, eso, claro, desde diferentes perspectivas. Con todo, la derecha y la nueva derecha repiten consignas, mientras la izquierda y la nueva izquierda abren preguntas.

El primer responsable gubernamental de la conmemoración de los 50 años del golpe tuvo que renunciar por solicitud del movimiento por los derechos humanos, lo que ya dice mucho de una gestión errática. Lo tuvo que hacer porque afirmó que el golpe debía repudiarse, pero que eran discutibles sus motivos porque el gobierno de Allende era marxista.

En contexto: Los 50 años del golpe contra Salvador Allende

O sea, no suficientemente demócrata, al fin y al cabo. Igual, antes de la conmemoración, el presidente Boric convocó a sus adversarios al acto oficial, exponiéndose a recibir el rechazo que obviamente recibió. Y más, en torno al 11 mismo se vio a la gente en la calle, en marchas, en performances frente al Palacio de la Moneda, mientras el gobierno supuestamente respetuoso se jugó por lo alto en un acto protocolario con un mensaje más “progre” que progresista.

Muchas personas con las que hablé coinciden en la lectura. Durante los años de los gobiernos de la concertación, parecía haber un pacto acerca de las discusiones sobre el golpe, sobre Allende, sobre Pinochet, incluso sobre las detenciones-desapariciones y otros hechos en el marco de la dictadura; un pacto de poca o nula discusión a favor del progreso con neoliberalismo.

El movimiento estudiantil y social, al que pertenecieron quienes hoy ocupan el gobierno, abrió la discusión siendo crítico de la concertación. Pero Boric y su frente amplio se quedaron esperando que la constituyente les autorizara el impulso transformador, y como no lo tuvieron, compensan ahora sus derrotas corriéndose al extremo centro y la corrección política, es decir, volviendo al espíritu de la concertación que tanto criticaron.

El golpe contra Allende en 1973 tuvo repercusión en toda Latinoamérica y el mundo, porque significó la valoración heroica de la vía chilena al socialismo, electoral y democrática, y, al mismo tiempo, una gran frustración de ese proyecto. Así, unos le asumieron como un argumento indiscutible a favor de la lucha armada y otros como una razón para reelaborar la estrategia de la vía chilena sobre las lecciones aprendidas, como el “compromiso histórico” que intentó Berlinguer en Italia aliándose con sus adversarios para mantener a raya el fascismo.

La conmemoración de los 50 años de ese golpe, a mi modo de ver, fue un momento de énfasis en la valoración heroica y una afirmación de la frustración que produce hoy cierta inmovilidad, quizá por un temor a la repetición del pasado que no es del todo injustificado.

 

Francisco(82596)18 de septiembre de 2023 - 08:56 p. m.
La izquierda tiene la desgracia de que cuando sube al poder, la derecha le exige que arregle todos los problemas que ella no ha podido solucionar por generaciones. A la derecha se le perdonan injusticias, robos, asesinatos, trapacerías, engaños, desfalcos, toda clase de corrupciones porque siempre encuentran en la ley y en las fuerzas militares y en la corrupta clase política quien le tape toda su inmensa basura. La izquierda, salvo excepciones, no tiene la misma suerte.
Hannibal(11732)18 de septiembre de 2023 - 01:40 p. m.
El tal pacto al que refiere no fue más que una imposición de los militares asesinos, buscaban garantizarse unos años más de silencio. Los seudo demócratas se vieron obligados a aceptar.
Francisco(82596)18 de septiembre de 2023 - 03:49 a. m.
... "Que no es del todo injustificado", termina diciendo el columnista que hasta ese momento bailaba en la cuerda floja pero que ahí ya se cae al abismo de lo que no tiene justificación. El golpe de Pinochet no era inevitable sino que lo hicieron inevitable los chafarotes que lo patrocinaron y sus patronos gringos, Nixon y Kissinger. Supuso un retraso de unos cincuenta años para toda América Latina que ensayaba un valioso experimento de socialismo democrático.
  • UJUD(9371)18 de septiembre de 2023 - 12:36 p. m.
    De acuerdo con su apreciación. Gracias
Magdalena(45338)18 de septiembre de 2023 - 12:04 a. m.
La desesperanza y escepticismo de la nuevas generaciones traen como consecuencia su incapacidad para valorar, el trabajo de hombres honestos ,como el presidente Allende.
Atenas(06773)17 de septiembre de 2023 - 04:28 p. m.
Antequera, otro q’ trata de inflar un globo roto con eso de la fallida revolución q’ se proponía el buen muerto S.Allende. Si no hubiera ocurrido como ocurrió, Chile sería otra desastrosa Cuba o V/zuela. Cierta/ vuelven a soplar buenos vientos democráticos en América del Sur. En Argentina, el 22/10 se despeja el panorama.
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