En teoría, las comisiones de la verdad nacieron como una respuesta ad hoc de las sociedades que, tras largos períodos de conflicto o de autoritarismo, experimentan procesos de transición. Su mandato, como señala el sociólogo peruano Eduardo González Cueva, se centra en buscar la verdad con un valor independiente al de los procesos judiciales que se surtan en el Estado que decide instaurarlas, claro está “[…] imaginando un concepto de justicia más amplio que aquel meramente enfocado en la acción judicial”.
También, en teoría, las personas −naturales o no del país que decide adoptar esta herramienta transicional para sanar heridas− actúan por motivos altruistas, humanitarios y dada su intachable hoja de vida y evidente solvencia moral. Jamás los anima el reconocimiento en círculos intelectuales o académicos asociados a la paz, tampoco agregar más arandelas a sus prestigiosos currículos y, mucho menos, aumentar sus arcas con el dinero que reciben de su ejercicio como comisionados o de los trabajos futuros que resulten de este.
Como es ya costumbre, en el país del Sagrado Corazón de Jesús, las excepciones a la regla están en la orden del día. De ahí que esta columna de opinión, padre Francisco De Roux, presidente de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad (CEV), sí es indiscutiblemente ad hóminem. Usted ha sido permisivo con el actuar ligero y a mi juicio poco ético de Carlos Martín Beristaín, quien fuera seleccionado por el tristemente célebre Comité de Escogencia para hacer parte de la Comisión que usted regenta.
Subrayo el tema de la amoralidad de Martín Beristain, porque al apoderarse en la CEV del tema del exilio en el marco de nuestro conflicto armado, con su visto bueno y beneplácito, padre De Roux, él está redituando con creces de su “apostolado” (las comillas son mías). Por supuesto, no me refiero a los casi 8.858 euros que este sicólogo español gana mensualmente en su rol de comisionado (unos 39 millones de pesos al cambio por estos días y sin precisar los descuentos de ley).
Además de la publicación del libro Una maleta colombiana, se le permitió elaborar el guion para la novela gráfica o historieta Transparentes, según el propio sitio web de la Comisión “[…] creado por el comisionado, a partir de la escucha que ha realizado en el proceso de recolección de testimonios de las víctimas en el exterior”. Lo peor del caso es que la ilustración de este trabajo editorial se encomendó a otro ciudadano español, Javier De Isusi, ganador en su país del Premio Nacional del Cómic 2020.
Y digo “lo peor del caso”, porque en Colombia hay una naciente industria de ilustradores para novelas gráficas, cómics y arte manga, como atestiguamos quienes asistimos en Corferias el mes pasado a la versión 2021 del Sofa, la muestra comercial anual de empresas criollas dedicadas a la cultura del tiempo libre. ¿Qué dirían de este despropósito artistas de la talla de Lata, Álvaro Iván Romero, Gavilán, Zorro Zombie, Juan Krayón, Colectivo Guacala o Claudia Rueda, en su mayoría jóvenes tocando las puertas de las oportunidades? Parafraseando a una gran amiga, “esa platica se perdió”.
Totalmente cuestionable que se permita a Martín Beristain la publicación de fragmentos del informe final que deberá entregar la Comisión en unos meses, toda vez que, paradójicamente, este mecanismo pidió a través de terceros la extensión del tiempo de su mandato porque no había podido trabajar durante las olas pandémicas del Covid 19. Más cuestionable aún que esta filtración oficial de lo que contendría el informe −en forma de libros y un blog en el sitio web de la CEV− beneficie exclusivamente a este médico y doctor en sicología español.
Interesante saber cuánto está monetizando Martín Beristain con estos avances de sus entregables en la CEV y cuánto dinero habría recibido para financiar sus trabajos editoriales y pagarle a De Isusi de parte de la Dirección de Derechos Humanos del Gobierno Vasco y del Hegoa o Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional de Euskal Herriko Unibersitatea (Universidad del País Vasco).
Es un hecho que usted, padre De Roux, y el comisionado Martín Beristain, abusan de la posición de poder que ocupan en la CEV por encargo de los colombianos. Porque, al parecer, la Comisión está utilizando una figura legal, pero no legítima, para filtrar información privilegiada a algunos medios y periodistas afines, mientras rechaza solicitudes de portales como La Silla Vacía y Las 2 Orillas, entre otros mass media.
Finalmente, dejo dos preguntas en el aire: ¿habrá verdad equilibrada, objetiva, imparcial y justa en los testimonios recogidos por el comisionado español con su “red de trabajo y escucha” entre colombianos exiliados en 24 países del orbe? ¿Estará documentado con suficiencia el horror que han vivido aquellos compatriotas refugiados en el exterior por culpa de las Farc y su estela de muere y terror en más de seis décadas de conflicto armado?