La idea de un periodismo centralista ha sido un error que nuestro oficio no para de cometer. No solo muestra una superioridad infundada, sino que sistemáticamente ha borrado los sentires de nuestros territorios y, de paso, se ha convertido en un poder terrible: el hablar en nombre de otros.
Para quienes fuimos parte de esta separata de ‘Voces desde el territorio’, la clave principal de nuestra tarea fue trabajar en conjunto. Lo primero que hicimos fue un taller en el que los y las periodistas pudimos tener una clase sobre verificación de datos, una vertiente del periodismo que está en auge y que, sin duda, nos ayuda a combatir la desinformación.
Después de ello, nos reunimos en un consejo de redacción. Hombro a hombro periodistas de Colombia+20 y de varias zonas del Guaviare determinamos los temas más silenciados que podíamos poner en la agenda nacional, escogimos los enfoques, recorrimos carreteras, hicimos entrevistas y a cuatro o más manos escribimos estos textos con temáticas variadas.
Con ese compromiso ya sumamos nuestra tercera separata -las dos primeras fueron Chocó y Cauca, y se vienen tres más en Meta, Catatumbo y Putumayo-, en la que queremos, sobre todo, acercar a las personas de esas regiones y, al tiempo, servir de megáfono para mostrar las necesidades de sus territorios a escala nacional. Con esto también honramos el legado de 135 años de nuestra casa, El Espectador: el del periodismo que incomoda, que desacomoda y que expone la lógica de los malos dominios que han querido acallar las denuncias de las comunidades con voracidad y violencia.
Este especial, liderado desde Colombia+20 por Silvia Corredor y Camilo Alzate, cuenta con el trabajo de Lina Álvarez y Camilo Rey, de El Cuarto Mosquetero, que nos exponen la crisis alimentaria que están sufriendo las familias a quienes les incumplieron con el programa de sustitución de cultivos de uso ilícito. También de Íngrid Pinilla, de Marandua Stereo, que nos muestra el preocupante llamado de los nukaks para que no los dejen morir por las falencias de atención en temas de salud.
Además, Juan Ramiro Artehortúa, de Juventud Estéreo, volvió a poner sobre la mesa las denuncias de los campesinos sobre la Operación Artemisa y la impunidad para los terratenientes que han participado en la deforestación. Y Edilson Álvarez, de Voces del Guayabero, quien trabajó sobre presuntas irregularidades en operativos militares.
En ese camino también hablamos de sus iniciativas de paz y muestras culturales. Tal como me dijeron varias veces en Guaviare: “Aquí no todo es coca”. Por ejemplo, Vanessa Pinzón, del colectivo Maloca Joven, nos contó sobre ‘La Revolucionaria’, una biblioteca creada por excombatientes del ETCR Las Colinas, y José Manuel González y Gustavo Hitscherich, de Caminantr3s, sobre el programa con el que habitantes de San José, El Retorno y Calamar aprendieron a usar la fotografía y el video para difundir sus historias.
En un mundo tan conectado (y por ello tan disperso), le apostamos de nuevo al papel. Por eso esta separata, que circula hoy de manera gratuita con el diario El Espectador, también llegará sin costo al Guaviare. Esperamos que sea un trabajo que pase de mano en mano y que ayude a dejar el silencio informativo de algunas regiones. También tendremos la versión web que podrán encontrar en la página de Colombia+20 de El Espectador y en nuestras redes sociales.
Creemos firmemente en que este trabajo de coproducción -que también tuvo el apoyo de cooperación internacional- no solo nos dio un aprendizaje mutuo, sino que le aporta al periodismo y lo convierte en lo que debería ser su principal acción: tener una potencia transformadora para todos y todas.
En otras palabras, debería ser el espejo donde nos reconozcamos, donde distingamos lo malo y lo bueno, lo bello y lo hermoso de nosotros mismos, y de lo que construimos como sociedad. Y si eso es un sueño lejano, al menos que deje de excluir.