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El sábado 12 de febrero, Jhon Sebastián Rivas y Leonardo Agudelo Murillo, excombatientes de las Farc y agentes escoltas de la Unidad Nacional de Protección (UNP) regresaron a San Vicente del Caguán. Venían desde el antiguo espacio de reincorporación de Agua Bonita, ubicado en Florencia, donde habían estado desde el 9 de febrero acompañando a su protegida, Lucila Moreno -conocida como Claudia en las antiguas Farc- en un taller convocado por la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD).
Tanto Lucila como sus escoltas viven en otro espacio de reincorporación del Caquetá, el de Miravalle, pero como ese sábado les cogió la tarde para regresar hasta allá, decidieron pasar la noche en San Vicente. Ambos escoltas llegaron con su protegida y otros acompañantes pasadas las 4:00 p.m. a un hotel en ese municipio, descargaron equipaje y se fueron a un restaurante en el barrio Villa Ferro en el centro del municipio. Luego, siguieron de guardia en un parque público para niños, donde su protegida departió con acompañantes y un menor que iba con ellos. De allí se dirigieron de nuevo al hotel, donde dejaron instalada a Lucila. Su jornada laboral culminó ese sábado sobre las 7:00 p.m.
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Pero ambos escoltas no supieron que durante ese lapso estuvieron siendo observados por José Luis Sicacha, soldado profesional vestido de civil que estaba en la zona y habría advertido a un compañero de la presencia de estos dos hombres armados y de una supuesta actitud sospechosa. Al menos eso dijeron después ante la Fiscalía ambos uniformados, el patrullero de la SIJIN Jhon Alejandro Quintero y el cabo primero del Ejército Alejandro Restrepo Sepúlveda, que esa noche terminaron en una balacera con los dos agentes escoltas y exguerrilleros de las Farc.
Mientras el soldado Sicacha los observaba con suspicacia, ambos excombatientes buscaban un restaurante e incluso Rivas había invitado a su mamá a cenar con ellos. Como quedó grabado en video por una cámara de seguridad de uno de los establecimientos de la zona, a las 8:17 p.m., el excombatiente y agente de la UNP Leonardo Agudelo caminaba por una calle comercial del centro de San Vicente. Más atrás venían Jhon Sebastián y su madre, Yolanda Rivas.
En la grabación aparecen detrás de ellos dos hombres vestidos de civil, cada uno con pistola en mano, uno por la acera y otro sobre la vía, y uno de ellos, sin mediar palabra, golpeó a Jhon Sebastián por la espalda con la cacha de su pistola, mientras el otro estaba presto a disparar su arma de fuego. Detrás de los uniformados Quintero y Sepúlveda venían el subintendente John Alexander Barbosa y los patrulleros James Torres y María Yaguapaz, todos miembros de la SIJIN.
Luego del golpe, Jhon Sebastián trata de huir del lugar y los hombres armados le disparan. Más adelante, su compañero Leonardo reacciona, desenfunda el arma y se enfrasca en un cruce de disparos con los desconocidos que habían atacado a su colega.
Video:
En medio del cruce de disparos llegaron más agentes de Policía, algunos de ellos uniformados. Agudelo, quien se había refugiado detrás de un muro para repeler el ataque, se identificó como escolta de la UNP y empezó a mostrar el carné que lo acreditaba. El hombre arrojó su pistola al suelo y la empujó lejos de él. Allí fue reducido y esposado por los agentes de la SIJIN. En el hecho terminaron heridos el cabo primero Restrepo y el patrullero Quintero, que fueron trasladados al hospital, a donde también llegó por su cuenta el otro agente escolta, Jhon Sebastián Rivas, herido en una pierna.
El saldo fatal de la operación
Lidia Durnely Lugo, de 14 años, había llegado el viernes 11 de febrero al casco urbano de San Vicente del Caguán desde la vereda La Danta, donde vivía con su familia. Allí se reunió con una tía y había llegado para hacer diligencias junto con su hijo de tres meses de nacido. En la noche del sábado salió a cenar con su tía y su bebé y fue en esa calle en donde se desató el tiroteo entre exFarc y miembros de la Policía y el Ejército. Una de las balas la impactó y cayó desplomada al instante, con su hijo en brazos. Fue trasladada a un centro asistencial, a donde llegó sin signos vitales.
La investigación por la muerte de la menor está en curso y la Fiscalía intenta establecer si el disparo que mató a la niña salió de una de las pistolas Sig Sauer calibre 9mm de los miembros de la Fuerza Pública que dispararon esa noche o de una pistola Glock calibre punto 40 como las que dispararon los agentes escoltas de la UNP.
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Las declaraciones de los uniformados
Según argumentaron después en sus declaraciones ante la Fiscalía los miembros de la SIJIN y el Ejército, ese sábado el cabo primero del Ejército Alejandro Restrepo había acompañado en una captura a los agentes de la SIJIN, razón por la cual estaba en el lugar. Según sus versiones, un soldado profesional que esperaba al cabo primero en un camioneta en el parque principal de San Vicente, habría avistado a los dos escoltas de las exFarc armados rondando por la zona y avisó a su compañero. Este, a su vez, avisó a miembros de la SIJIN de la Policía en la estación de San Vicente.
Todos los miembros de la Fuerza Pública que participaron en el hecho argumentaron que el ambiente entre ellos era de máxima prevención a raíz de la situación de orden público y de las constantes alertas sobre posibles ataques armados a miembros de la Fuerza Pública y la estación de Policía.
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Sin embargo, Leonardo Agudelo en su declaración ante la Fiscalía devela varias inconsistencias en las versiones de los miembros de la Fuerza Pública. Fue enfático en afirmar que en ningún momento los hombres que iban de civil y atacaron por la espalda a su compañero Jhon Sebastián se identificaron como policías o militares ni tampoco los requirieron como autoridad para pedirles documentos o hacerles una requisa, lo cual se constata en los videos de las cámaras de seguridad. En la secuencia se ve al patrullero Jhon Alejandro Quintero y al cabo primero Alejandro Restrepo llegando con sus armas de fuego desenfundadas para atacar al exguerrillero.
Por eso, como también lo dijo en su declaración, el agente escolta pensó que se trataba de un ataque de “bandidos”. “Quiero dejar constancia que en donde estos sujetos se identifiquen nada de esto hubiera pasado, porque yo me hubiera quedado quieto y no hubiera reaccionado. Es muy frustrante para mi saber que la misma Policía era la que nos estaba atacando”, dijo el hombre ante la Fiscalía.
Pero, además, en esa declaración el excombatiente sostuvo que ya cuando fue reducido y esposado, uno de los agentes sentenció: “matemos a este hijueputa que es un guerrillero”. El abogado que asumió su defensa expresó: “¿Cómo supieron que se trataba de un reincorporado de las Farc si fue en cuestión de minutos el cruce de disparos y la posterior captura?”
Sin explicaciones de las autoridades
Hasta hoy, nadie del lado de las autoridades ha podido explicar el actuar de los miembros de la Fuerza Pública que atacaron al excombatiente Jhon Sebastián Rivas cuando este caminaba junto con su madre. El coronel Óscar Andrés Lamprea, comandante del departamento de Policía en Caquetá, leyó un comunicado en que puso de presente un contexto de “alertas de inteligencia sobre planificación ofensiva hacia la Fuerza Pública en el municipio de San Vicente del Caguán”, y dijo que el episodio ocurrió “en desarrollo de una verificación de información donde advierten de la presencia de dos personas portando armas de fuego en el entorno de la estación de Policía”. El coronel no se refirió a la forma en que se desarrollo el operativo.
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Por su parte, el coronel del Ejército César Darío Montoya, comandante del Comando Específico del Caguán, en entrevista con este diario tampoco supo explicar la participación del cabo primero Alejandro Restrepo en esa operación. Dijo que sus tropas no estaban realizando ninguna operación militar en ese lugar y que a ese cabo “no se le dio ninguna orden de nada”. Dijo que el cabo estaba en una diligencia judicial con la SIJIN respecto a otra captura que había tenido lugar ese día y que para ese procedimiento sí tenía autorización. En razón a lo ocurrido, sostuvo que al hombre se le abrió investigación disciplinaria y se le dio traslado a la Justicia Penal Militar.
Según conoció este diario, la investigación contra los miembros de la Fuerza Pública se abrió en el juzgado 181 penal militar. Leonardo Agudelo, el escolta que había sido capturado en el hecho esa noche del sábado, quedó en libertad el lunes pues en la audiencia de legalización de captura, el juez de garantías determinó que la captura había sido ilegal, acogiendo los argumentos de la defensa pues el capturado fue agredido cuando ya se encontraba esposado y reducido, no se le leyeron sus derechos y fue presentado ante un juez más de 36 horas después de su aprehensión.
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La defensa jurídica de los excombatientes Leonardo Agudelo y Jhon Sebastián Rivas interpuso denuncias penales por intento de homicidio y por lesiones personales. Para los firmantes del Acuerdo, el hecho se enmarca en la persecución a quienes dejaron las armas que en Caquetá ya ha dejado al menos 30 excombatientes asesinados. Tanto Rivas como Agudelo son afiliados al sindicato Memoria Viva de los trabajadores de la UNP firmantes de la paz.
