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La violencia revive en las comunas de Medellín

Defensoría del Pueblo hizo un llamado de alerta por el incremento de homicidios, desplazamientos, desapariciones, extorsiones y reclutamiento en la comuna 16 y el corregimiento de Altavista.

Marcela Osorio granados
26 de abril de 2018 - 03:00 a. m.
En la Comuna 13 los habitantes se encuentran en medio de la incertidumbre ante las amenazas de los grupos ilegales que operan en la zona. / EFE
En la Comuna 13 los habitantes se encuentran en medio de la incertidumbre ante las amenazas de los grupos ilegales que operan en la zona. / EFE

“Se acabó de calentar la vuelta. Aquí detrás de la terminal dejaron dos, arriba en la divisa van ocho. Por acá, por El Coco, otros dos. Eso está prendiendo candela. Nos mandaron a guardar a todos”. La advertencia la hace uno de los habitantes de la Comuna 13 de Medellín, en donde por estos días volvió a reinar el miedo como en los años fuertes de la violencia. En tan sólo tres días los enfrentamientos entre combos y grupos ilegales que se disputan el control territorial de la comuna han dejado tres personas muertas, múltiples balaceras, toques de queda e incluso un paro de transportadores en barrios de esa zona de la capital antioqueña. 

Y según dicen en las calles, la situación podría empeorar en los próximos dos días. “Me encontré con un parcero de hace rato que está en esa vuelta y me recomendó que este viernes y sábado no saliera. Que van a pasar cosas muy feas acá en la Comuna 13, en San Javier, Socorro, Pradera y toda parte. Me dijo que las vacunas -que generalmente cobran lo viernes- las empezaron a cobrar días antes porque el fin de semana van a pasar cosas malucas”, asegura otro habitante del sector. 

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Las autoridades sostienen, por su parte, que si bien los enfrentamientos sí se están dando, no corresponden directamente a una expansión de los grupos ilegales, sino a una respuesta desesperada ante la contundencia de los golpes que han dado las autoridades a estas estructuras. Puntualmente, el secretario de Seguridad de Medellín, Andrés Tobón, hizo referencia a la captura -la semana pasada- de Cristian Camilo Mazo Castañeda, alias Sombra o el Cabo,  jefe de la banda Robledo, que tiene influencia en las comunas 7, 11, 12, 13 y 16. “La apuesta contra las organizaciones criminales es contundente (...). La captura de Sombra ha generado esto. Los criminales están desesperados”, aseguró en rueda de prensa el funcionario. 

Pero más allá de los hechos coyunturales, lo cierto es que detrás de los enfrentamientos existe una compleja dinámica y red de pequeños grupos que responden a estructuras criminales organizadas y poderosas que tienen grietas que ya comienzan a revelarse.

De acuerdo con Luis Fernando Quijano, director de Corpades y especialista en el conflicto urbano de Medellín, en el fondo lo que existe es una suerte de guerra fría entre dos vertientes de la denominada Oficina de Envigado: una mayoritaría (cerca del 80 %), que tiene mucha fuerza en el Valle de Aburrá y que está más a favor del sometimiento a la justicia, y una minoritaria, que pareciera estar más concentrada en recuperar territorio y expandirse. “En principio, ellos no van a la guerra. Los que se llaman los jefes de la Oficina no estarían en confrontación, pero extrañamente las bandas que están enfrentadas reciben apoyo de unos y de otros. No pelean, pero financian a los que están en disputa”.

Se trata de la expansión de un conflicto del cual se viene alertando hace varios meses y que ya tiene en alerta a otras zonas como la Comuna 16. De acuerdo con una alerta temprana de inminencia emitida este martes 24 de abril por la Defensoría del Pueblo, en lo que va del año en los corregimientos de Altavista y San Antonio de Prado y la Comuna 16-Belén, se han incrementado los casos de homicidios selectivos, desplazamientos forzados, desaparición forzada, extorsión e incluso reclutamiento de menores. Sostiene el organismo que el fenómeno se ha generado por cuenta de los cambios y la reconfiguración de las alianzas entre estructuras ilegales y la disputa de dos organizaciones por el monopolio de las economías ilícitas.

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“De un lado, el grupo armado ilegal posdesmovilización de las Auc: Autodefensas Gaitanistas de Colombia, pretende mantener el control sobre corredores de movilidad de economías ilegales, asegurando la lealtad de grupos armados locales que operan en el territorio, a través de la imposición de mandos foráneos y la intimidación de la población civil; y del otro, organizaciones criminales de incidencia territorial limitada, pero articuladas a estructuras de mayor capacidad armada y económica de la llamada Oficina de Envigado, pretenden disputar el control de dichos corredores de movilidad”, detalla el documento de la Defensoría.

Según explica Quijano, el tema en terreno es complejo y tiene más dimensión de la que le ha querido dar la institucionalidad. La confrontación, insiste, viene desde 2017 cuando se presentó una fuerte disputa entre los Pesebreros y un grupo que hace algún tiempo perteneció a ellos: los Pájaros. Estos últimos lograron una alianza con otro combo con fuerte presencia en la zona, los chivos, y consiguieron expulsar a los Pesebreros de la Comuna 16.
Posteriormente la alianza Chivos-Pájaros comenzó enfrentamientos con la alianza de La Mano de Dios, la misma conocida como el Nuevo Amanecer que hace presencia en una parte del corregimiento de Altavista. “Esa última banda, que es conocida como los Paracos, tiene un brazo más grande que hace presencia realmente en las tres cuartas partes de Altavista: las Autodefensas Gaitanistas de Colombia”, explica Quijano. 

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El mismo fenómeno, con los mismos protagonistas,  se replicó este año en otras comunas. En la 12 comenzó a hacer presencia la unión Chivos-Pájaros disputando terreno con los Pesebreros, los mismos que en la Comuna 7, puntualmente en Robledo, están en confrontación con un grupo de su propia disidencia. Mientras que a los unos los apoya la denominada Alianza del Norte, a los segundos los financia la  banda de la Terraza.

En este caso la pelea se agudizó esta semana después del asesinato, al parecer a manos de los Pesebreros, de quien era reconocido como el jefe de la banda de Curazao: Juan Fernando Chica Atehortúa, desmovilizado del bloque paramilitar Cacique Nutibara.

Y en medio de todas estas batallas entre grupos que parecen crecer en número con los años, al final lo que queda en el terreno es la incertidumbre y el temor de los habitantes e incluso de líderes sociales que están llamando a la comunidad a evitar participar en actividades. “La situación no está para que la comunidad esté caminando a altas horas de la noche. Vamos a aplazar las reuniones pendientes, las justas deportivas están paradas. Recomiendo que durante el resto de esta semana y el fin de semana guardemos prudencia y estemos tranquilos”, sostuvo un líder de la zona.

Por Marcela Osorio granados

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