Los fragmentos del techo del hospital local Niña María, en el municipio de Caloto (Cauca), y algunos escombros sobre el jardín fueron la muestra de que la violencia de los grupos armados no discrimina y sigue atacando con fuerza al personal médico.
En la madrugada del pasado sábado 11 de octubre un artefacto explosivo impactó en ese lugar, en medio de un hostigamiento contra la Fuerza Pública de las disidencias de las FARC. En el lugar operan frentes al mando de Iván Mordisco.
El ataque dejó daños materiales y reavivó una preocupación: para médicos y enfermeras en zonas donde persiste la confrontación armada tampoco hay garantías.
Varias entidades emitieron alertas sobre la situación. Una de las primeras en reaccionar fue la Oficina de ONU Derechos Humanos, que rechazó el atentado.
“Condenamos los ataques a la Misión Médica y los ataques indiscriminados perpetrados en #Cauca y #ValleDelCauca este mes. Reiteramos a los grupos armados no estatales su obligación de respetar el #DIH, a la Misión Médica y a la población civil”, señaló la entidad a través de su cuenta de X (antes Twitter).
A ese pronunciamiento se sumó el de la Defensoría del Pueblo, que este miércoles advirtió que las agresiones contra la Misión Médica se han incrementado de manera preocupante en todo el país.
Según la entidad, entre enero y octubre de 2025 se han documentado más de 325 hechos que vulneran el Derecho Internacional Humanitario (DIH) y el derecho fundamental a la salud.
“Atacar a la Misión Médica es atacar la vida misma”, señaló la Defensoría, que reiteró su llamado a los grupos armados a respetar al personal sanitario. Estos ataques —que ya superan en 56,2 % los registrados durante todo 2024— incluyen retenciones ilegales, amenazas, restricciones a la movilidad del personal médico y ataques con explosivos improvisados contra infraestructura hospitalaria.
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Ante este panorama, la secretaria de Salud del Cauca, Carolina Camargo, hizo un llamado: “De corazón, dejen por fuera de estas acciones a los hospitales y a los pacientes; se están pasando los límites y el personal de todo el departamento se encuentra preocupado por estas situaciones”, señaló.
Camargo también alertó que el miedo y la inseguridad han provocado la salida del profesionales de la salud del territorio. “Estamos teniendo deserción del personal por el pánico colectivo que generan todas las situaciones de violencia. No tenemos enfermeras, no tenemos personal médico que asista a las jornadas de salud programadas”, denunció.
El hospital de El Plateado, una obra que avanza a paso lento
En El Plateado, explicó Camargo, una jornada de salud tuvo que realizarse dentro del polideportivo, pues hacerlo en otro espacio representaba un riesgo para las personas que acudían en busca de atención médica.
Justo en esa zona del Cauca, el Gobierno Petro lanzó la Operación Perseo, la ofensiva con la que buscó recuperar el control del corregimiento, que se había convertido en un enclave de la disidencia de Iván Mordisco, conocida como el Estado Mayor Central (EMC). Como parte de ese operativo, el Ejecutivo anunció la construcción de un hospital por 22.000 millones de pesos, presentado como el primer símbolo tangible de la “transformación estatal” en el territorio.
Un año después, como lo contó Colombia+20, la obra no supera el 40 % de ejecución, y el impulso a la salud en el Cauca sigue en entredicho.
Mientras se termina esa construcción, hay un campamento médico temporal que reemplazó al hospital de campaña instalado por Médicos Sin Fronteras (MSF) en febrero.
“Se cambió a un lugar más seguro y sigue funcionando, pero los proyectos grandes enfrentan intereses políticos y resistencia”, dijo a Colombia+20 Kevin Arcos, presidente de la Junta de Acción Comunal de El Plateado.
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