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El portazo de la JEP a “Zeus”

La JEP constató que la mayoría de los crímenes perpetrados por este oficial en retiro sí tenían nexo con el conflicto; pero no aceptó un proceso por el que fue sentenciado como lugarteniente del capo del norte del Valle, alias “Don Diego”. 

Juan David Laverde Palma/ @jdlaverde9
31 de marzo de 2019 - 02:00 a. m.
El mayor retirado del Ejército Juan Carlos Rodríguez Agudelo, que hoy pide pista en la JEP. / Cortesía Semana
El mayor retirado del Ejército Juan Carlos Rodríguez Agudelo, que hoy pide pista en la JEP. / Cortesía Semana

El nombre del mayor retirado del Ejército Juan Carlos Rodríguez Agudelo no dice mucho a los colombianos; pero Zeus, su alias en la mafia, se asocia con la violencia del cartel del norte del Valle y del capo Diego León Montoya, alias Don Diego. Durante años, Rodríguez ofició como su matarife en el bajo mundo y, específicamente, como el jefe de la banda Los Machos, que hace veinte años libró una guerra a muerte contra Los Rastrojos, de otro capo: Wílber Alirio Varela, alias Jabón. Al final, Don Diego terminó extraditado a Estados Unidos y Jabón fue asesinado en Venezuela. Hoy, el alias de Zeus todavía genera pánico; no solo por ser un sobreviviente en medio de tanta sangre, sino por la información que tiene.

Su historia viene a cuento porque Rodríguez se sometió a la JEP y pidió su libertad condicionada. Tras revisar su pasado, la Sala de Definición de Situaciones Jurídicas decidió que sus deudas pendientes impiden por ahora la concesión de beneficios. En un documento de 48 páginas, en poder de El Espectador, los magistrados impidieron que colara sus crímenes de mafia con el conflicto colombiano y, de paso, enviaron un mensaje a los demás postulados: no van a permitir “goles”. Luego de un arqueo de sus procesos, la JEP constató que el mayor retirado tiene vigentes 14 condenas por homicidio en persona protegida, concierto para delinquir, desaparición forzada, secuestro, encubrimiento y falsedad documental.

En 13 de las 14 sentencias se determinó que sí hubo nexos con el conflicto, en tanto Zeus perpetró ejecuciones extrajudiciales y tuvo nexos con el paramilitarismo; pero en el caso de sus relaciones con Don Diego, el portazo fue contundente. La JEP agrupó los 13 procesos relacionados con la guerra y decretó la libertad condicionada, pero dejó por fuera el tema del capo. Se trata de una condena proferida en marzo de 2009 por un juzgado especializado en Cali a 107 meses de prisión por concierto para delinquir agravado y entrenamiento para actividades ilícitas. La justicia estableció que Zeus integró una organización con miembros activos y retirados de las Fuerzas Militares al servicio de Don Diego para eliminar grupos al margen de la ley y controlar el tráfico de drogas en el Valle del Cauca.

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El objetivo de Zeus “era limpiar la zona del Cañón de las Garrapatas”, entre Valle y Chocó, de guerrilleros de las Farc y el Eln, así como de Los Rastrojos, de Jabón. Para esas vueltas, Zeus obtuvo armamento y material de intendencia de las Fuerzas Armadas e instruyó a Los Machos, que comandaba, para librar esta guerra. Este proceso sigue en la justicia ordinaria. Pero Claudia Rocío Saldaña, Heydi Patricia Baldosea y Pedro Díaz Romero, magistrados de la JEP, consideraron que en la mayoría de sentencias contra Zeus —detenido desde el 5 de octubre de 2005— sí había nexos con el conflicto. No obstante, dejaron constancia de que sus alianzas criminales con el capo del norte del Valle no son coletazos de la guerra en Colombia.

Otros crímenes

El mayor Rodríguez fue incluido en los listados de militares que envió el Ministerio de Defensa a la JEP, pero las sentencias en su contra, proferidas por jueces de Bogotá, Cali, Florencia (Caquetá), Ibagué, Puerto Asís y Mocoa (Putumayo) y Puente Nacional (Santander), son claves para entender cómo operó su máquina criminal. Por ejemplo, en 2012 fue condenado a 191 meses de cárcel por el asesinato de Jair Cuadrado y Erminsul Orejuela en Florencia, luego de que fueran secuestrados por las autodefensas. Zeus y sus hombres, después de ajusticiarlos, simularon un combate y los presentaron como si fueran de las Farc. Un caso parecido aconteció con el Bloque Tolima. En ese expediente quedó al descubierto la colaboración de Rodríguez en una incursión en Cajamarca en 2003.

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Los paras, lista en mano, retuvieron a seis pobladores, saquearon sus casas, los torturaron, desmembraron y enterraron en fosas comunes. Zeus patrocinó estos hechos. En abril de 2004, la compañía Búfalo del Batallón Pijaos de Ibagué, al mando de Rodríguez, mató a cinco integrantes de una familia de Cajamarca. Aunque no participó en estas ejecuciones, sí dio la orden de ocultar la verdad manifestando que había un “pacto de sangre”. La justicia documentó que estos labriegos fueron sacados de sus casas, fusilados y luego reportados como bajas en combate; fue condenado a 33 meses. Por el homicidio de Ovidio Arroyo, de apenas 13 años, en Puerto Asís (Putumayo), en un asalto de las autodefensas en agosto de 2002, Zeus fue sentenciado a 228 meses de prisión.

En esa época trabajaba como jefe de la Oficina de Inteligencia del Batallón contra el Narcotráfico y, al mismo tiempo, como enlace del Bloque Sur de las Auc. Zeus también operó con los paramilitares en Santander y, por el crimen de un menor de edad sepultado como N. N. en abril de 2001 a orillas del río Mineros, entre Sabanalarga y el Peñón, fue sentenciado a 96 meses. Este menor fue hallado vestido con prendas militares y a su lado un revólver y dos granadas: un falso positivo. En otro expediente, esta vez en Caquetá, se probó que colaboró en el crimen del comerciante Edwin Jorge Oviedo, perpetrado en mayo de 2003 en Morelia. Tras su deceso, simuló un enfrentamiento y se dijo que el occiso era miliciano de la guerrilla. Rodríguez planeó el crimen y le disparó a diez metros de distancia.

En su prontuario también figuran operaciones militares en Putumayo en 2002 en las que se presentaron combates ficticios para elevar los resultados operacionales en complicidad con jefes paras. En esos hechos perecieron personas conocidas como el Paisa y Acosta, el señor Fabián Andrés Cruz, quien además fue torturado, otro ciudadano enterrado sin identificar, Carlos Oyola y Nelson Madroñero Valencia. En todos los casos, el modus operandi fue calcado: personas fueron retenidas sin orden judicial, asesinadas tiempo después y presentadas por el Ejército como colaboradores del frente 48 de las Farc, al mando de Raúl Reyes. Las penas impuestas a Zeus rondan los cuarenta años de cárcel. Al someterse a la JEP, estos crímenes quedaron bajo su órbita.

Los crímenes perpetrados en alianza con las autodefensas fueron cometidos entre 2001 y 2003 y recorren la misma ruta de miles de ejecuciones extrajudiciales; salvo el expediente que lo relaciona con alias Don Diego, donde la JEP sostuvo que el conflicto nada tiene que ver con el control territorial implementado por el capo en el Valle para garantizar su negocio. “La relación entre un hecho y el conflicto no puede reducirse a algo tan elemental como la calidad de quien lo cometió. No. Eso llevaría a simplificar la justicia transicional”, señaló la decisión. Para otorgar la libertad condicionada, la JEP pidió a Zeus un programa concreto para contribuir a la verdad, en donde exponga qué aspectos o hechos de guerra ayudará a esclarecer y, sobre todo, que aporte una bitácora para reparar a las víctimas.

Mientras se concreta, su salida de prisión parece irreversible. Todo depende de sus “verdades”. Por el único caso que no le cubrió la JEP ya purgó sentencia y más, pues ajusta 14 años tras los barrotes. Su regreso a la libertad es cuestión de formalismos procesales; sin embargo, su caso ejemplifica los retos que tiene que sortear esta jurisdicción para evitar que, como dice el refrán, “le metan gato por liebre”. El expediente de Zeus es un antecedente para resolver otros procesos espinosos, como el del coronel retirado del Ejército Byron Carvajal, quien también pidió pista en la JEP pese a su condena por narcotráfico y por el crimen de diez policías de la Dijín y un informante, en hechos ocurridos en mayo de 2006 en Jamundí (Valle). Una masacre que, en realidad, fue una vuelta para favorecer a la mafia.

Por Juan David Laverde Palma/ @jdlaverde9

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