Equitas: la innovación al servicio de la búsqueda de desaparecidos

Este centro forense trabaja de la mano con las víctimas creando soluciones científicas para avanzar en la búsqueda de personas desaparecidas.

Dejusticia
29 de junio de 2021 - 10:32 p. m.
Para Diana Arango, directora de Equitas, el objetivo de su trabajo es lograr que la búsqueda en sí misma se convierta en un proceso reparador, independientemente del resultado.
Para Diana Arango, directora de Equitas, el objetivo de su trabajo es lograr que la búsqueda en sí misma se convierta en un proceso reparador, independientemente del resultado.
Foto: El Espectador
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“Nuestra respuesta no es ‘está difícil, no puedo’, sino ‘está difícil, ¿qué me invento?’”. Así define Diana Arango, directora de Equitas, el trabajo de esta organización independiente que combina las ciencias forenses con otras disciplinas para ponerlas al servicio de la búsqueda de personas desaparecidas.

En sus 17 años de trabajo, Equitas se ha inventado lo impensable para intentar resolver casos de desaparición forzada. Los experimentos van desde crear un modelo matemático para encontrar a los desaparecidos en los ríos hasta buscar respuestas en los insectos.

Por eso, cuando Arango dice que en esta organización no hay un día aburrido tiene razón. “En un país con tantas organizaciones de derechos humanos haciendo cosas interesantes, Equitas se ha distinguido por proponer cosas raras que nadie en el país maneja, ni siquiera la institucionalidad”.

Eso la motivó a unirse a la organización en 2015 y es lo que más valoran los familiares de las víctimas: “Destacamos el apoyo científico de Equitas en usar un énfasis diferente al que han dado las autoridades, pues buscan desaparecidos mediante distintas estrategias y no únicamente esperando a que sean los victimarios quienes den razón de los desaparecidos”, dice José Daniel Álvarez, exdirector de la organización de víctimas Familiares Colombia por el Apoyo Mutuo.

Con un equipo de antropólogas forenses, geógrafos, estadistícos, biólogas, microbiológicas y psicólogas, Equitas se ha involucrado de lleno en casos que parecen imposibles. El primero que conoció Arango al llegar a la organización en 2015 es el de Recetor y Chámeza, dos municipios del departamento de Casanare que suman aproximadamente 150 personas desaparecidas entre 2002 y 2003.

Para Arango, este caso reúne todos los retos que puede llegar a asumir Equitas: había muy poca información porque los paramilitares de ese bloque no se desmovilizaron, eran muchas víctimas (casi el 30% de la población de esos municipios), “y era como buscar una aguja en un pajar porque no están todas en la misma zona sino a kilómetros de distancia”.

Junto con Familiares Colombia lograron documentar los casos de 60 víctimas, hicieron talleres de cartografía y mapearon el territorio luego de recorrerlo con las comunidades. El equipo técnico llegó incluso a diseñar un radar que identifica las zonas de calor donde puede haber cuerpos con una exactitud del 98%.

(Lea también: Las recomendaciones de la Unidad de Búsqueda y Equitas para proteger cuerpos no identificados en cementerios)

Como en la mayoría de los casos que investigan, aquí la relación con el Estado ha sido “de amores y odios”, especialmente con la Fiscalía, la entidad encargada de investigar y acusar a los responsables de los delitos en Colombia. Arango recuerda que a Equitas le costó años ganarse la confianza del fiscal del caso y convencerlo de que no buscaban entorpecer su trabajo sino, por el contrario, ofrecerle soluciones. La relación por fin se volvió fluida, pero al poco tiempo cambiaron al fiscal y tuvieron que volver a empezar desde cero.

No obstante, aunque la participación de las víctimas en los procesos de búsqueda es vital, no puede hacerse a cualquier costo. Cuando se le exige demasiado a la víctima, hay un riesgo de que se desdibuje la responsabilidad del Estado y se le asigne una carga adicional que no debería tener.

Es por eso que la participación de las víctimas en los procesos de Equitas consiste en un trabajo mano a mano, en el que los investigadores les informan constantemente los avances. Con ese mismo propósito crearon la Ruta de búsqueda, una serie de materiales pedagógicos que les han permitido a las víctimas conocer, en un lenguaje sencillo, cómo pueden participar en la búsqueda y qué le pueden exigir al Estado.

Para Arango, esto es clave en el objetivo de lograr que la búsqueda en sí misma se convierta en un proceso reparador, independientemente del resultado. “Es importante que el familiar esté informado en los momentos decisivos del proceso. Así, en el escenario en el que no se logra encontrar a la persona, el familiar va entender por qué se llegó hasta ese punto y va a poder tomar decisiones frente a qué paso seguir”.

*Esta historia hace parte del especial ‘Los caminos de la búsqueda’, elaborado por el centro de estudios Dejusticia (Colombia) y la Asociación Pro-Búsqueda (El Salvador). El especial reúne 10 historias sobre los diferentes rumbos que transitan quienes buscan a sus seres queridos desde que reciben la noticia de su desaparición. Lea el especial completo: Los caminos de la búsqueda

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