El secuestro de Carmen Castañeda y Gerardo Angulo es uno de los casos que recoge el Auto 19 de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), en el que imputaron al antiguo Secretariado de las Farc por crímenes de guerra y de lesa humanidad. Es también uno de los casos en los que la extinta guerrilla está indagando para poder entregarle a la familia los cuerpos de los esposos, hasta hoy desaparecidos.
Los Angulo, de 68 años, fueron retenidos por una banda delincuencial el 19 de abril del 2000 cuando llegaban a su casa en La Calera, bajo la idea de que eran de buen nivel socioeconómico. La banda se dedicaba a secuestrar personas para “vendérselas” a las Farc.
Los dos adultos mayores fueron llevados por la guerrilla a las montañas del Meta, en la zona rural del municipio de San Juanito, a seis horas de Bogotá en carro. Allá permanecieron secuestrados por una “comisión de cuidado” conformada por los frentes 54 y 53 del Bloque Oriental, al mando de Henry Castellanos o “Romaña”.
A pesar de la edad y su delicada condición de salud, la pareja tuvo que aguantar largas caminatas por orden de los guerrilleros. Carmen sufría de vena várice, de artritis y sus pies se hinchaban hasta sangrar dentro de las botas de caucho. De esto se enteraron sus cinco hijos al hablar con Guillermo “La Chiva” Cortés, periodista secuestrado durante siete meses en el mismo grupo de los Angulo.
Las Farc les pidieron a los hijos $800 millones de pesos por su liberación, que luego bajaron a $350 millones. Pero para la familia fue imposible recoger la totalidad del dinero. Los esposos vivían de un taller en el barrio Bravo Páez de Bogotá y les había tomado diez años construir la casita de La Calera. Incluso les presentaron a los guerrilleros las declaraciones de renta y documentación para probar que no tenían de donde sacar más dinero. Alcanzaron a pagar $60 millones.
Han sido 21 años de búsqueda por parte de sus hijos, en su mayoría, en solitario. Helmut Angulo, uno de los hijos, ha subido nueve veces al sitio donde posiblemente están enterrados sus padres. Es una zona rural y montañosa que queda a más de tres horas del casco urbano de San Juanito, haciendo una parte del trayecto en carro y otra a pie. Se llega a una montaña empinada que es más fácil subir en mula. Por seguridad, este medio no revela el nombre de la vereda.
A finales de marzo, Helmut, su hijo Nicolás, la Comisión Colombiana de Juristas y el Equipo Colombiano Interdisciplinario de Trabajo Forense y Asistencia Psicosocial (Equitas) visitaron esa vereda junto a la Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas de Farc, integrada por excombatientes que trabajan desde la firma del Acuerdo de Paz en la localización de víctimas de secuestro desaparecidas, así como de exguerrilleros de los que no se sabe su paradero.
El recorrido -que acompañamos desde Colombia2020- se hizo con dos excombatientes que habían hecho presencia en esa zona años atrás. Uno de ellos fue el exguerrillero que estuvo a cargo del cuidado de la pareja durante su secuestro y que prefirió mantener su nombre en el anonimato.
En medio del recorrido le relató al equipo que, durante gran parte del secuestro, los Angulo estuvieron en una casita estrecha y de techo bajo a la que llamaban “cajita de fósforos”. Él se encargaba de llevarles la comida y mencionó que Carmen lloraba cada vez que lo veía porque recordaba a sus hijos. Gerardo, un hombre muy activo a su edad, le pidió que lo dejara ayudarle en la talabartería, mientras que Carmen los acompañaba y en las tardes, sagradamente, ella rezaba el rosario.
El asesinato de Carmen y Gerardo ocurrió casi mes y medio después de su secuestro. “Siempre guardamos la esperanza de que estuvieran vivos. Nosotros a los dos años seguíamos haciendo gestiones. Fuimos hasta San Juanito para hablar con el Zarco, el hermano de Romaña, pero no pudimos. Fuimos a la cárcel a buscar guerrilleros, mi hermano Héctor intentó canjearse, fue a zonas ‘rojas’ y nunca obtuvimos respuestas”, relató Helmut.
“Ese día el Ejército estaba subiendo”, respondió el exguerrillero, “entonces ‘Yamit’ (jefe de esa comisión de cuidado) dio la orden de bajarlos y ejecutarlos por su dificultad para caminar. A “La Chiva” Cortés y a los demás se les dijo que los esposos iban a ser entregados a la familia, pero fue para matarlos”. Los Angulo fueron degollados para que el Ejército no descubriera la localización de las Farc.
Los cuerpos habrían sido enterrados en la cima de una montaña. Hasta allá llegó todo el equipo para definir coordenadas y establecer puntos de referencia. El sitio es conocido desde 2008 por la Fiscalía, a través del testimonio de Dumar Yepes Hurtado, conocido como “Pata de palo”, “Tabique” o “Carrillo”, desmovilizado de las Farc, quien relató que dos meses después de los hechos, encontró los cuerpos a la interperie y acató la orden de enterrarlos para levantar un campamento en la zona. Yepes Hurtado fue asesinado en 2019, al parecer por la información que había dado de la organización años atrás a las autoridades. Este hecho le ha dado más largas a la búsqueda. Era la única persona que conocía la ubicación exacta.
A pesar de que la Fiscalía no avanzó en la búsqueda, ni en 2008 ni en una segunda exploración en ese terreno en 2016, el apoyo de Equitas ha hecho que se retome esta labor. Y ahora se suma el trabajo de los exguerrilleros de las Farc que se acogieron al proceso de paz.
“Se ha formalizado y organizado información de años atrás, hemos visto quiénes están involucrados y quiénes no, por fin alguien se puso la camiseta para la búsqueda. La idea es darle todo esto a la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) para que los encuentren”, señaló Helmut. La familia hizo la solicitud en esta entidad desde abril de 2019.
La labor de Equitas en el terreno fue georreferenciar con más precisión la zona donde estarían los cuerpos a partir de la información que hay. Es un terreno de aproximadamente 8.000 metros cuadrados. Además, el recorrido que se hicimos con los dos exguerrilleros les sirvió también para identificar nuevos puntos de referencia y caminos por donde habría pasado la pareja. El informe con estos detalles se lo entregaron a la UBPD la semana pasada.
Ana Guatame, antropóloga forense de Equitas, explicó que en la prospección que haga la UBPD tendrá que sacar la vegetación alta y dejar más visible el terreno para ver irregularidades en la tierra que sean consistentes con la inhumación de la pareja Angulo. Según lo conversado entre ambas entidades, la Unidad se comprometió a hacer esta prospección este año, en época de verano para que la lluvia no los afecte.
Es un gran y largo trabajo porque implicará analizar los 8.000 metros cuadrados con la esperanza de que allí estén. Sin embargo, la otra manera de ir acotando el terreno es con los testimonios de otros exguerrilleros o gente de la zona que sepan lo que ocurrió con los Angulo. El exguerrillero se comprometió con Helmut, al terminar la jornada, que lo ayudaría a encontrar a los dos guerrilleros que ejecutaron la orden de asesinarlos, conocidos como “Iván” y “Paola”.
El diario que hizo Héctor, el hermano mayor de Helmut, durante los 2.000 primeros días desde el secuestro, también será una fuente para indagar por más nombres dentro de las Farc.
“Independientemente del escenario judicial de la JEP, la búsqueda de las personas desaparecidas tiene un enfoque reparador. Las Farc no solamente hemos reconocido estos hechos, sino que hay compromiso de responderle a las víctimas”, sostuvo Jhon León, integrante de la Comisión de Farc que también acompañó este recorrido.
Agregó que están haciendo una búsqueda entre los firmantes del acuerdo para saber quién más puede tener conocimiento específico del caso.
Helmut, al regresar a la casa donde se estaba quedando el equipo, manifestó que siempre ha sido muy crítico del Acuerdo de Paz “porque creo que se hizo muy mal, pero también creo que solo el apoyo de estos exguerrilleros que están buscando, ayudando y no matando, es algo que no tiene cómo valorarse”.
También confesó que él y sus hermanos han perdonado, pero por su propia tranquilidad. A pesar de la información que entregaron los excombatientes durante ese recorrido, señaló que nunca se podrá justificar cómo “secuestraron y trataron de esa manera a ancianos y niños para financiar su guerra”.
A sus padres los recordó como una pareja llena de amor, que se acompañó siempre, en medio del campo o de la ciudad. Se queda con los relatos de cómo su papá cuidaba a madre cuando le dolían sus pies. “Llevaban 50 años de casados, iban a cumplirlos el 18 de agosto de ese año”.
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