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“Hay cosas que pudimos hacer más rápido”: Monzón, directora de Unidad de Búsqueda

Después de cinco años dirigiendo la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD), Luz Marina Monzón termina su periodo este 19 de febrero. En entrevista con Colombia+20 responde a las denuncias de acoso laboral en la entidad, hace un balance de su gestión y detalla la reciente entrega de información del Mindefensa sobre uniformados cuyo rastro se desconoce.

18 de febrero de 2023 - 02:58 p. m.
Luz Marina Monzón ha sido directora de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas desde su creación.
Luz Marina Monzón ha sido directora de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas desde su creación.
Foto: Daniela rojas

Trece meses antes de la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado Colombiano y las Farc, aún en tiempos de negociación en Cuba, las partes vieron la necesidad de “aliviar el sufrimiento de las familias de las personas desaparecidas” y acordaron la creación de un mecanismo especial que se encargara de esa tarea. Ese fue el inicio de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD), que se puso en marcha en 2018 con Luz Marina Monzón Cifuentes como directora.

Luego de cinco años en el cargo, el mandato de la abogada llega a su fin este 19 de febrero, en medio de dos recientes anuncios que impulsarán la labor de la entidad: la creación del Sistema Nacional de Búsqueda de Desaparecidos (incluido en el Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno Petro) y la entrega por parte del Ministerio de Defensa de 112 carpetas con información de miembros de las Fuerzas Militares cuyo paradero se desconoce, una solicitud que nunca se materializó durante el cuatrienio de Iván Duque en la Presidencia y que es clave para encontrar a los uniformados desaparecidos. Sin embargo, los últimos meses de Monzón en la dirección de la UBPD se vieron empañados por denuncias de acoso laboral de los trabajadores de la entidad y por frecuentes cuestionamientos de las víctimas a la falta de celeridad en los procesos.

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En sus últimas horas en el cargo se conoció la entrega, por parte del Mindefensa, de información sobre uniformados desaparecidos. Usted había alertado que en los últimos cuatro años no había podido acceder a esos datos ¿Para qué van a servir?

Desde octubre del 2015, tanto los miembros de las Farc como la Fuerza Pública empezaron a recoger información sobre las personas dadas por desaparecidas. Aunque de parte de las extintas Farc nos han entregado datos de más de 600 cuerpos, la Fuerza Pública no nos brindó esa información. Por el relacionamiento poco regular con el Ministerio de Defensa anterior, no se pudo concretar la entrega, pero cuando llegó a la cartera el actual ministro, Iván Velázquez, le solicité averiguar dónde estaba esa información, lo cual nos permite recibir 112 carpetas con datos de miembros de la Fuerza Pública que deben contener toda aquella información útil para encontrarlos.

Usted está ad portas de dejar la dirección de la UBPD, ¿qué se logró en los cinco años de su gestión?

El establecimiento de una entidad de esta naturaleza en el país, que tiene la tarea de dirigir y coordinar la búsqueda. Esto implicaba crear una metodología de búsqueda distinta, diseñarla y ponerla en marcha. Se lee muy rápido, pero hacerlo es un desafío, y creamos el Plan Nacional y los Planes Regionales de Búsqueda. ¿Qué significa? Que Colombia, a pesar de llevar 50 años con personas desaparecidas, tiene una ruta de búsqueda por primera vez, a corto y largo plazo. La gente sabe qué estamos buscando, en dónde, y eso nunca se había sabido. El plan lo muestra, y a mí me parece sumamente valioso para el país, pero principalmente para las víctimas.

¿A qué retos se enfrentó durante su dirección?

El reto más grande fue el desconocimiento de la búsqueda. No hay una comprensión suficiente, y el desafío adicional es cómo se inserta en el sistema institucional del Estado un mecanismo extrajudicial para desarrollar una tarea que ha sido judicial. Cómo se buscan caminos de convergencia y comprensión, eso es algo que estamos construyendo, pero eso no se ha definido. Si no logramos comprender que esto es complementariedad y una gran oportunidad, se dilatan las acciones, no se sacan adelante las respuestas para las familias y las víctimas van a seguir expuestas a obstáculos.

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Durante los últimos meses de su gestión, varios funcionarios denunciaron que en la UBPD hay acoso laboral. ¿Qué responde sobre eso?

Soy un ser humano. Asumí con responsabilidad y convicción profunda de querer hacer esta tarea. Cuando me proponen ser candidata al cargo, yo me pregunté éticamente: ¿será que un defensor de derechos humanos tiene que quedarse al otro lado, diciendo qué no funciona, o tiene que comprometerse haciendo?. Con ese norte, asumí esta dirección. Yo no iba a liderar algo que fuera a ser lo mismo, y esto implica desinvitar a personas que han hecho esta tarea y decirles: “ponte en otro lugar, trata de hacerlo distinto”. Eso genera mucho choque porque hay un asunto en términos profesionales y esta es una tarea donde la experiencia, el conocimiento y la técnica son prevalentes. Cuando tú tienes un lugar de confort del conocimiento, cambiar de lugar es muy desafiante. O lo quieres hacer o te sientes desconocido porque no te dejan hacer lo que siempre has hecho.

El portal periodístico Mutante y la Revista Cambio recogieron 16 testimonios de personas que aseguran haber sufrido situaciones de maltrato y acoso laboral. Tras esas publicaciones, usted dijo que “hay una campaña de desprestigio en su contra”. ¿Cuál es su versión de los hechos?

Siento que la campaña de desprestigio se inició con base en unas denuncias de supuesto acoso laboral en la entidad. Digo supuesto porque diré lo contrario el día que se demuestre que hay acoso laboral. ¿Por qué no puedo decir que lo hay? Porque me he esforzado durante estos cinco años y desde antes, por tener medidas de protección a los equipos, esto no es un discurso, son acciones que he desarrollado sistemáticamente. En octubre del año pasado el sindicato emprendió una campaña, en su legítimo derecho, de acoso laboral. Empezó a denunciar y fijó unas pancartas a las entradas de cada uno de los pisos de la unidad de búsqueda, que aún se encuentran. En ese momento yo los convoqué, les dije que quería saber exactamente en dónde hay acoso laboral, y me mencionaron cuatro temas.

¿Cuáles fueron esos cuatro temas y cómo se actuó?

Las requisas de los celadores al momento de entrar o salir, los registros o las medidas para controlar el horario de las personas, la composición del Comité de Convivencia, que es el encargado de mediar cuando hay dificultades dentro de los equipos. Y una medida que tenemos de seguimiento al cumplimiento de metas que es la gestión de desempeño.

A la semana siguiente, les respondí habiendo implementado las medidas: se recompuso el comité de convivencia, salió de allí la secretaria general -que era la objeción principal del sindicato-, reforcé el comité con enfoque de género, pedí que se dispusieran lineamientos para que los celadores no hicieran controles de ingresos a las personas, sino que tuvieran otras formas no tan invasivas; se cambiaron los controles de los horarios, no tenían que hacer listas ni tomar fotos, que era lo que decían que se estaba haciendo. Y las denuncias de acoso laboral siguen existiendo. Como eso seguía, ya no era solamente el sindicado sino también los medios, exponiéndome en términos personales, esto es una campaña en mi contra, como persona. Yo no dudo que como ser humano me equivoque, pero yo no soy una acosadora y estoy dispuesta a rendir cuentas sobre esto. Pueden haber muchas incomprensiones, pueden haber muchas decepciones, pero no acoso.

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La presión por cumplir metas y resultados a veces deriva en prácticas de acoso…

Nosotros estamos llegando tarde a acompañar a las víctimas, tardísimo. El Estado ha llegado tarde a acompañar este proceso de búsqueda. El sistema integral de paz está expuesto permanentemente a dar resultados o esto no funcionó. Esto no es para seguir pensando y analizando, toca hacer las cosas, es nuestro deber hacerlas, nos están pagando para que las hagamos. Yo como líder de este proceso no he exigido unas metas más allá de lo razonable y jurídicamente exigible. Si vas a consultar a las víctimas, incluso a la comunidad internacional, esas metas están por debajo de lo esperado.

Precisamente eso han dicho las víctimas: que ha faltado celeridad en la búsqueda y existen algunas dificultades de comunicación con la entidad, ¿qué les responde?

Sí tienen razón en la celeridad y ahí están las dificultades con el equipo. Hay cosas que pudimos hacer mucho más rápido y ojalá la nueva administración, con este escenario político, lo haga. Por ejemplo, revisar la forma como está estructurada la entidad. Yo le cambiaría algunas cosas porque no fluye.

¿Qué cambiaría?

Haría equipos interdisciplinarios y no tendría las tres direcciones (información o investigación, participación y el equipo forense). Yo quería, lo digo en primera persona, que la estructura le diera cuenta a las victimas de que estábamos haciendo un proceso, pero en la práctica a través de estos cinco años digo: eso no funcionó. También está el relacionamiento, la fluidez y la comunicación con los familiares, que ha sido un reto enorme porque hubo una comprensión de la confidencialidad restringida para entregar información. La confidencialidad es para las fuentes, no para las víctimas. Hay que darles información porque eso es lo que necesitan. Sí, de eso me hago cargo.

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En este tema de la agilidad, se suele comparar los resultados de la Unidad de Búsqueda con los del Grube de la Fiscalía. En sus cinco primeros años (2006-2010), el Grube recuperó 4.357 cuerpos y entregó 1.335; mientras que la UBPD (2018-2022) recuperó 746 y entregó 178. ¿Por qué la diferencia es tan marcada?

El Grube es el mecanismo que se crea por la Fiscalía en el 2006 frente a la inmensa necesidad de abordar un montón de fosas comunes que decidieron entregar los paramilitares y que la Fiscalía tenía que verificar, en el proceso de Justicia y Paz. Yo quiero saber quién ha estudiado el Grube a profundidad. Yo lo he tratado de estudiar muchas veces. No es cierto que en cinco años la Fiscalía, en el Grube, haya dado más resultados que nosotros.

¿Cómo terminó su relación con Francisco Barbosa, cabeza de la Fiscalía, que es otra entidad clave en la búsqueda de desaparecidos?

El que aparezca un mecanismo extrajudicial para hacer una labor tradicionalmente en manos de un poder judicial es algo que requiere voluntad de intentar hacer las cosas distinto. Ha habido una dificultad para fluir en cosas que la Fiscalía no puede avanzar porque no tiene recursos, porque no tiene suficiente personal, pero que la Unidad en su tarea de coordinar podría haber ayudado a avanzar. Muchas veces las funciones se asumen de manera muy protagónica, en términos institucionales y no necesariamente en la misión y función dentro del Estado. Por eso creo que el Sistema Nacional de Búsqueda es una gran oportunidad para franquear esas dificultades de relacionamiento y fluidez de la información.

La mayoría de su dirección se dio bajo el gobierno del presidente Iván Duque. ¿Cómo le fue con él y qué tal va la relación con la administración de Gustavo Petro?

El gobierno Duque no fue sensible a esta tarea en absoluto. No tuvo un genuino compromiso con el Acuerdo de Paz y su implementación en su conjunto. Tuvo ciertas manifestaciones con la Jurisdicción Especial para la Paz, pero con la Unidad de Búsqueda no tuvo ni el más mínimo gesto de interés. Eso se vio manifestado en no haber podido tener una interlocución, por ejemplo, con la Unidad de Víctimas para que hubiera un registro que incluyera a las víctimas que están buscando, incluso a las desaparecidas. También en la no interlocución con el Ministerio del Interior que tiene un montón de información sobre cementerios, que no tuviéramos ningún canal ni ruta de articulación con el Ministerio de Defensa donde hay mucha información que es relevante para la búsqueda.

¿Y qué ha pasado con el gobierno actual?

Es un gobierno que viene con una agenda de paz, eso significa que el sistema integral hace parte de su agenda y que la búsqueda tiene resonancia en algunos de sus ministerios. Tuvimos rápidamente una conversación con el Ministerio de Defensa y tenemos una ruta de trabajo con ellos y hemos accedido a información muy importante, en estos pocos meses. También tuvimos interlocución con la directora de la Unidad de Víctimas y una conversación con el Alto Comisionado para la Paz para los corredores humanitarios. Hay un ambiente muy distinto que nos ha ayudado a avanzar en este tiempo, porque en estos cinco años no me he reunido con ningún presidente, ni con Santos.

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¿En qué consiste el acuerdo al que se llegó con la Unidad de Víctimas?

Con esta nueva administración de la Unidad de Víctimas logramos avanzar en un convenio, que es tener la posibilidad de que las víctimas que estén buscando puedan ingresar al Registro Nacional. Eso es una tranquilidad muy grande para las víctimas.

¿En qué estado encontrará la UBPD la nueva persona que sea elegida para dirigirla?

La persona que va a recibir la entidad la encontrará fortalecida en términos metodológicos y con 28 Planes Regionales de Búsqueda. Con unas herramientas para la búsqueda, 23 equipos en el territorio, con capacidades para investigar, incorporar a las víctimas dentro de ese proceso investigativo, pero además, con un componente antropológico forense dentro del territorio. Esto va a concretar mucho más la estrategia de abordajes de los lugares y tener unas condiciones para dar unos resultados muy importantes y prontamente. Recibirá desafíos como los Toar (Trabajos, Obras o Actividades con Contenido Reparador o Restaurativo) y las sanciones propias de la JEP, y el reto es que no queden por fuera de los planes regionales de búsqueda.

¿Qué se puede esperar, a corto y largo plazo, del Plan Nacional de Búsqueda que usted dejó formulado?

Yo siento que es de las construcciones más importantes de estos primeros cinco años. El Plan Nacional no solamente dice cuál es el problema: todo el territorio de búsqueda, más de 100.000 desaparecidos, distintos periodos de la desaparición, actuaciones de grupos armados con distintas lógicas, en distintos territorios, patrones de desaparición, de ocultamiento del cuerpo y la información. Al decir cuál es el problema también dice: nos vamos a organizar de esta manera para abordarlo. Con esto, las víctimas van a poder hacerle seguimiento a esto para saber qué tanto se avanza en esa búsqueda.

¿Y qué viene con la creación del Sistema Nacional de Búsqueda que lidera la UBPD?

Es poner en conexión a toda la institucionalidad, de qué manera puede disponer esa institucionalidad en favorecer la búsqueda y que no hayan obstáculos en acceso a la información, sino que hayan flujos de información. Si todo esto fluye, yo estoy segura que encontrarlos va a ser mucho más rápido.

Un actor clave en este proceso son los excombatientes. ¿Cómo ha sido la colaboración de los miembros de las extintas Farc en la búsqueda?

El trabajo con las Farc ha sido permanente porque hicieron una manifestación de voluntad de entregar información y establecieron una estructura para entregar esa información, que hoy es la Corporación Reencuentros. Sí les hago un llamado y es a que esto sea mucho más ágil.

¿Los miembros de la Fuerza Pública han colaborado?

Tengo esperanza, porque tenemos en el universo de más de 5.000 personas pertenecientes a la fuerza pública desaparecidas. El apoyo del Ministerio de Defensa para acceder a la información es fundamental, a esas hojas de vida de estos militares desaparecidos, eso que se fue documentando sobre el operativo donde terminó desaparecido, todo eso son cosas que a nosotros nos sirven mucho. Por ejemplo, con la entrega de estas 112 carpetas de información esperamos que se tenga mas claridad sobre el tipo de datos disponibles, las hipótesis de las personas desaparecidas, no solo de la fuerza pública, sino respecto de las cuales ellos tengan información.

¿Cuál es su mensaje a las víctimas del país, tras cinco años liderando la Unidad de Búsqueda?

Mi mensaje es que cumplimos, en muchos sentidos. La ruta está señalada y tienen una entidad que las apoya, que las va a seguir apoyando y que seguirá construyendo con ellas. Hemos dado lo mejor de nosotros, como seres humanos, profesionales y personas comprometidas con la paz, para la construcción de esto. No son solamente resultados numéricos ni cualitativos, sino una apuesta real de compromiso para que la paz se pueda construir sin desaparecidos, ese es el horizonte. Hay un camino por recorrer, y esto tiene que mantenerse.

Por Julián Ríos Monroy

Periodista y fotógrafo. Es subeditor de Colombia+20 y profesor de cátedra en la Universidad del Rosario.@julianrios_mjrios@elespectador.com

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