Casi es reclutado por FARC, erradicó coca y hoy dirige la política de drogas de Petro

Alexánder Rivera nació en Guainía y fue víctima de un intento de reclutamiento de la extinta guerrilla cuando era niño. Durante cinco años realizó labores de erradicación en varios departamentos, donde sufrió amenazas de muerte. Ahora tiene sobre sus hombros una de las mayores apuestas del Gobierno.

Juan Pablo Contreras Ríos
14 de diciembre de 2024 - 04:40 p. m.
Alexánder Rivera es el nuevo director de Política de Drogas en Colombia.
Alexánder Rivera es el nuevo director de Política de Drogas en Colombia.
Foto: Gustavo Torrijos Zuluaga
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Alexánder Rivera recuerda el día en el que guerrilleros del Frente 16 de las antiguas FARC —enviados por Tomás Medina Caracas, conocido como el Negro Acacio y un comando histórico de ese extinto grupo armado— llegaron hasta la puerta de su casa en Puerto Inírida, Guainía, para decirle que estaba “arrestado” y que el comandante necesitaba hablar con él.

Aunque ni su mamá ni él entendían qué estaba pasando, los hombres se lo estaban llevando como a tantos muchachos de esa región para reclutarlos forzosamente a la guerrilla. Alexánder apenas tenía 10 años. Para su fortuna, el episodio , no pasó de ser una anécdota porque un profesor que vivía en la casa evitó que se lo llevaran, pero sí marcó el rumbo de su vida.

Una semana después del intento de reclutamiento, su mamá lo mandó a la casa de sus familiares en Mesetas, Meta. Allí también había guerrilla, pero el reclutamiento de menores no había tomado tanta fuerza como en Guainía.

El viaje le puso kilómetros a eso especial que Rivera tejió con la naturaleza en su tierra natal. Sus días se pasaban jugando con niños indígenas curripacos, puinaves y piapocos, quienes le enseñaron a moverse en medio de los bosques y los ríos de la Amazonia colombiana.

Esa conexión con la naturaleza sigue tan viva en su ser que está plasmada en las paredes de su oficina. Es que Rivera tiene una historia distinta mire por donde se mire.

Pasó de ser un erradicador de cultivos de uso ilícito a nada menos que el director de la Política de Drogas del Gobierno de Gustavo Petro. En ese espacio desde donde hoy dirige, entre otros temas, parte de la lucha contra el tráfico de drogas, cuelgan cuatro grandes retablos con paisajes de su departamento.

“Visitar y escalar tus imponentes cerros, quienes como fieles guardianes cuidan la tierra que solo se debe tocar con la mirada y que albergan a nuestra gran diosa Inírida, es un privilegio que solo me has regalado tú, mi Guainía, mi Inírida”, dice uno de los poemas que está plasmado sobre la imagen de un gran río que atraviesa los emblemáticos Cerros de Mavecure.

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La “herencia del monte”, como él mismo la llama, donde pasó casi cinco años, le dejó también siete contagios de malaria y una de fiebre tifoidea.

De erradicador a director

Alexander inició su formación profesional en 1997 cuando se ganó una beca para estudiar un programa de tecnología forestal en Pensilvania, Caldas. Con sus conocimientos pudo viajar a Medellín para unirse a la Organización Indígena de Antioquia y trabajó con comunidades emberá en el Atrato y en Urabá, donde fue testigo de la masacre de Bojayá en 2002. La guerra parecía no desprenderse de su camino.

“Esos años fueron difíciles. Cuando la Fuerza Pública logra recuperar Vigía el Fuerte (Urabá antioqueño), la cosa se puso más compleja. Yo a veces iba a comisión 20 días, pero entonces la guerrilla me empezaba a preguntar que yo que era todo lo que estaba haciendo en el monte”, recordó Rivera de la época en la que trabajó con los indígenas emberá.

Su trabajo directo en los territorios con cultivos de uso ilícito, o más bien —cómo él mismo dice— su “vida en el mundo de las drogas”, empezó en 2005, cuando llegó a Bogotá y su amigo Carlos Cárdenas le dijo que en Naciones Unidas estaban buscando monitores de campo para las tareas de erradicación.

Su perfil encajaba a la perfección y desde ese momento se unió al grupo de chalecos azules para combatir la expansión de la coca, justo en un momento clave cuando el gobierno de Álvaro Uribe seguía apoyando el Plan Colombia, una alianza militar y económica con Estados Unidos que se desarrolló entre 2000 y 2016 para combatir la producción de drogas en nuestro país.

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Su primera fase de erradicación fue en Briceño, Antioquia. Desde ese momento Alexánder empezó a recorrer con pelotones del Ejército y escuadrones de la Policía campos con alta concentración de estas siembras en Caquetá, Vichada, Putumayo, Córdoba, Nariño y otros departamentos. Era conocido por los campesinos de la zona y también por los guerrilleros.

“A nosotros nos tocaba dormir hasta dos meses en el monte. Yo era el responsable de ir a medir los lotes, me tocaba recorrer todo el perímetro con un GPS para pasar la cifra oficial a la ONU”, explica Rivera a Colombia +20.

En las fotos que tiene de su época como erradicador de cultivos, Alexánder aparece sonriendo, con una pañoleta que cubre su cabeza y con una camándula de color café que llevaba en sus recorridos. Al fondo se ven sus demás compañeros (unos 50 erradicadores) que caminan en fila india con maletas, costales y carpas a su espalda. También cargan unos baldes plásticos y los machetes con los que cortaban la hoja de coca. Sus botas están completamente embarradas.

Ser erradicador fue muy duro. Lo más complejo era el asedio de la guerrilla y los grupos armados para detener la erradicación. Teníamos hostigamientos de día y de noche, así como minas en los cultivos y en los caminos que necesitábamos para llegar hasta allá. Teníamos que ver gente herida y muchachos esquirleados por minas antipersonas. Una cosa es lo que se escucha en las ciudades, pero otra cosa es ver la pobreza y la situación en un pedazo de tierra inundado por coca”, dijo Rivera en diálogo con Colombia +20.

Su paso por los territorios le ayudó a entender cómo funciona el campo y por qué es que los grandes enclaves cocaleros del país, marcados por el abandono estatal, se han convertido en el epicentro para que no haya otra alternativa que cultivar la hoja de coca.

Pero en todo ese trasegar como erradicador, Alexánder recuerda el día que inesperadamente lo sacaron de Catatumbo. Se echó su carpa a la espalda, tomó su maleta de campaña y empacó un portacomidas con frijoles, arroz y jamoneta. No sabía para dónde iba ni cuánto tiempo estaría fuera de la fase.

Ese día un helicóptero lo llevó hasta La Gabarra y al bajarse le dieron dos noticias: la primera era que había pasado al equipo de Presidencia para ser jefe zonal, pero la otra era que su amigo Carlos Cárdenas había sido asesinado con un tiro en la cabeza cuando regresaba de una de las misiones.

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Rivera dice que perdió el estimado del número de hectáreas de coca que alcanzó a erradicar, pero recuerda que cuando estaba de jefe zonal, por lo menos otros 8.400 erradicadores estaban haciendo su mismo trabajo en distintos departamentos del país.

“Mi campamento en dos meses lograba erradicar entre 400 y 600 hectáreas de coca, pero con el trabajo de todo el país, Colombia llegó en 2012 a tener la cifra más baja de coca en toda la historia: 47.000 hectáreas”, recordó el ahora administrador ambiental.

En 2009, Alexánder fue trasladado a Tumaco. En el Pacífico colombiano vivió los momentos más difíciles de su carrera de erradicador.

“Fueron 107 tatucos en solo una semana. La columna Daniel Aldana lanzaba explosivos al desayuno, al almuerzo y a la comida. Yo me la pasaba entrando y saliendo hasta que un día me dijeron que me estaban buscando con nombre y apellido. Nunca supe quién era, pero parecía que era un comandante de las Águilas Negras, porque en esa fase habíamos arrancado casi 500 hectáreas sobre el río Mira”, afirma.

“La guerra contra la pobreza” en el Gobierno Petro

Rivera, ahora padre de dos hijos, dirige la Política de Drogas, una oficina bajo el Ministerio de Justicia dedicada a formular y ejecutar estrategias de política pública en la lucha contra las drogas y sus actividades relacionadas.

“Para mí, llegar a la dirección fue la posibilidad de cerrar un ciclo profesional y personal porque uno viene es de estar durmiendo en el monte, sentir el rigor de la guerra y la tristeza de la gente en las poblaciones rurales, que siempre están esperando que algo pase”, asegura.

Rivera llegó a esa entidad como reemplazo de Gloria Miranda, quien pasó a ser la directora de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito en reemplazo de Felipe Tascón.

Miranda y Tascón tenían un malestar de vieja data del que Rivera se limita a decir que eran roces “evidentes”. Reconoce que la casa no estaba desordenada, pero necesitaba cambios estructurales.

“Esta política de drogas tiene un nuevo enfoque de derechos humanos y de poner a la persona en el medio de la discusión. La guerra no es con el cultivo de coca, eso es simplemente la materialización de problemas estructurales que están por debajo como la vulnerabilidad territorial, el conflicto armado, impactos ambientales, pobreza y desempleo”, manifestó Alexánder.

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La nueva política de drogas en Colombia fue presentada hace más de un año por el presidente Petro, quien reconoció que “esa guerra ha fracasado”. En el nuevo plan de acción se han priorizado las transformaciones de las regiones, la salud pública, la regulación de las sustancias y el alto a la persecución judicial de campesinos cultivadores de hoja de coca. También se mantiene la postura del presidente para no volver a las aspersiones aéreas con glifosato.

El compromiso de Alexander en la lucha con las drogas también seguirá firme, porque aunque sus dos hijos no viven en Colombia, como padre sí siente un miedo que lo llama a la responsabilidad para trabajar por el consumo de estupefacientes en los jóvenes del país.

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Con franqueza dice que extraña trabajar en terreno y que está buscando la forma para no pasar todos sus días en una oficina de Bogotá. Rivera quiere volver a los campos, a los bosques y a los ríos para poder trabajar en su política de drogas desde el epicentro del problema. Extraña hablar con los campesinos y recorrer las veredas en las que se formó como un erradicador de cultivos de hoja de coca.

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Juan Pablo Contreras Ríos

Por Juan Pablo Contreras Ríos

Comunicador social- periodista de la Universidad Externado de Colombia. Se interesa por temas judiciales, políticos y de orden público.juanpablocr3006jcontreras@elespectador.com

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Ramon(78770)15 de diciembre de 2024 - 01:11 a. m.
Admirable labor la q hace Rivera.Exitos para bien del país y satisfacción personal por tan meritoria tarea
Norma(12580)14 de diciembre de 2024 - 02:51 p. m.
Maravillosa columna que destaca el valor y el compromiso de Alexander Rivera, cuya historia muestra como la empatía y el respeto por las personas, aunados a un deseo de saber y contribuir a encontrar soluciones es mas importante para lograr verdaderas transformaciones, que los apellidos, los discursos y los títulos académicos o de cualquier otro estilo.
Francisco(28018)14 de diciembre de 2024 - 02:45 p. m.
Columnas como estas son la que me hacen seguir mi suscripción con El Espectador.
Magdalena(45338)14 de diciembre de 2024 - 01:44 p. m.
Hombres como el señor Rivera,son los que deben ser exaltados en este país.
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