Colombia + 20
Haciendo País

La comuna 3 de Medellín resiste la violencia de las bandas criminales con arte

Con música, danza y grafitis, los jóvenes de esta zona de la capital antioqueña le hacen el quite a los violentos. Hay iniciativas que apuestan por la transformación de su territorio, pero que necesitan más apoyo institucional.

Camilo Alzate González
28 de agosto de 2023 - 01:30 p. m.
Según los habitantes de Brisas del Jardín y San José de la Cima, este es el mural más grande de Medellín. / Camilo Alzate
Según los habitantes de Brisas del Jardín y San José de la Cima, este es el mural más grande de Medellín. / Camilo Alzate
Foto: Cortesía

Jhonny Ferley Colorado, Murdok, guarda en la voz el acento del parlache propio de las comunas de Medellín, aunque hay frases suyas que parecen sacadas de algún libro porque son pronunciadas con una belleza espontánea y brutal semejante al color de sus ojos.

“Acá crecimos junto a la muerte, siguiéndola, mirando como nos pasaba por el lado”, dice tranquilo, sin mayor deseo de impresionar, sentado en una gradería de la cancha del barrio El Raizal, en lo alto de Manrique Oriental, Comuna 3 de Medellín. Al frente cantan sus amigos en un concierto de rap gestionado por ellos mismos el domingo 13 de agosto.

“Había un grupo que salía del barrio Santodomingo haciendo limpieza social, y la abuela a las seis o seis y media ya nos tenía encerrados. Nuestra familia está viva porque se encerraba”, prosigue Murdok, quién ya va llegando a los 39 años y conoce bien los agites que se transan detrás de las esquinas.

Le puede interesar: Violencia en oriente de Medellín: ¿fin de tregua de bandas o saboteo a negociacion?

Conoce, además, cada callejón y pasadizo de esta montaña sobrepoblada de casitas, como si fuera la palma de su mano.

Son barrios de vueltas y revueltas, donde ha imperado siempre la ley de los “buitres” y los “combos”, pequeños poblados colgando de la montaña y que él va señalando con los dedos: allí El Reversadero, acá el Trasmallo, allá Brisas del Jardín, La Cruz, Bello Oriente, Balcones de Jardín, La Honda, Villatina, y más allá tan sólo las lomas peladas que se cruzan con los caminos coloniales trepando hacia el alto de Santa Elena.

En abril de 2009, a sus 24, Murdok descubrió, después de muchas volteretas por estas calles, lo que en realidad quería para su vida.

Como él mismo cuenta, llevaba siete años perdido en malos pasos y azares que prefiere callar: “ya me estaba viendo muy agotado”. Un día encontró a unos muchachos bailando breakdance en la calle y se atrevió a imitarlos. Eso, dice, le dio un giro a su vida.

Murdok cambió sus viejos agites por los giros del windmill, el baby freeze y el six step, los pasos de breakdance que aprendió en una escuela de hip hop del Olaya Herrera y que ahora enseña junto a su compañero Ánderson Higuita a niños vecinos suyos cada tarde, entre las 5 y las 7 de la noche, junto a la plazoleta de la antigua microcentral eléctrica de La Armonía, en el barrio Santa Inés.

En contexto: Bandas de Medellín quieren ley de justicia restaurativa

“La idea de todo joven es tener una moto pa poder tumbar –cuenta Murdok–, es una mentalidad de apariencias”. Esa es la mentalidad que ellos quieren cambiar apostándole al arte.

El grupo de bailarines tomó un nombre predecible: Comuna 3 Breaking, o “C3 Breaking”, y allí asisten 20 niños y niñas todos los días después del colegio, en un espacio completamente autogestionado por ellos mismos que, no obstante, ha logrado algunos apoyos oficiales.

Juntando dinero entre todos compraron un par de bafles, el suelo sintético lo consiguieron gracias a un proyecto de corredores artísticos y la ayuda de dos corporaciones culturales.

El arte vibra en los dominios de La Terraza

La historia de Murdok no es una excepción, ni un azar, sino el resultado de un proceso con muchos años en la Comuna 3 que ahora toma un impulso inusitado.

Esta transformación ocurre en uno de los epicentros históricos de la violencia en la ciudad, en barrios con un fuerte control territorial de la banda La Terraza, una de las estructuras armadas más grandes de la capital paisa, cuyas raíces se remontan a los tiempos de Pablo Escobar y el Cartel de Medellín y que luego pasó por la reconfiguración del crimen organizado en la ciudad que encabezó el jefe paramilitar Diego Murillo Bejarano, Don Berna.

“En el mundo en que nosotros nos movemos es pesado el ambiente, a uno lo respetan porque es artista, los grupos no se meten con nosotros”, asegura Carlos Mario Atehortúa, Mc Atento, un rapero y gestor cultural que lleva años trabajando por sacar a los jóvenes de la violencia con proyectos artísticos y culturales como el teatro al aire libre Talita Cumi, ubicado en los límites entre Manrique y Santodomingo, zona marcada antes por fronteras invisibles entre combos.

“Muchos fuimos rescatados de la violencia, el arte ha sido fundamental, con esos estudios caseros en los que nos encerrábamos en épocas de guerra a crear en vez de estar por ahí haciendo cosas indebidas”, asegura Atehortúa.

El propio Carlos Mario es un sobreviviente del reclutamiento, pues su infancia estuvo marcada por las vueltas típicas de los niños “campaneros” y los mandados entre esquina y esquina. Recuerda todavía cómo uno de sus mejores amigos murió en sus brazos baleado en el billar de la cuadra. De eso hace ya 15 años.

Le sugerimos: Así se mueve la paz total en los barrios de Medellín

Los artistas de la Comuna 3 se han organizado para participar de un Consejo Comunal de Planeación en donde lograron canalizar desde el 2019 recursos del presupuesto participativo que antes se iban a otros rubros. Aquello, de acuerdo con Atehortúa, fue “un paso muy importante para la cultura de Manrique, porque a partir de ahí acrecentamos el recurso”.

Fue gracias a este impulso como consiguieron crear una escuela itinerante que va sesionando en las casas comunales y sedes de las organizaciones sociales de la comuna, con más de 60 talleres de arte, música, teatro y danza completamente gratuitos.

Además, priorizaron recursos para realizar 12 escenarios participativos de agenda cultural donde los grupos artísticos hacen sus presentaciones y reciben incluso una remuneración por ello.

Buena parte de esta dinámica la lograron durante las tomas culturales del paro nacional. “Tuvo mucho que ver porque ahí hicimos convites y sancochos en los que nos unificamos en torno al arte”, dice.

De acuerdo con los datos aportados por la Alcaldía de Medellín, en el año 2023 en las votaciones del presupuesto participativo los habitantes de Manrique priorizaron más de $3.800 millones “pensados para impactar el sector cultural de su territorio”, un recurso que permitirá realizar 27 eventos culturales en la comuna. Además, los voceros de la Alcaldía agregaron que por concepto de estímulos se han destinado otros $160 millones este año a grupos culturales de la comuna.

Los eventos culturales, que incluyen conciertos de rock, salsa, festivales para el adulto mayor y encuentros de hip hop como el que tuvo lugar el domingo 13 de agosto en la cancha de El Raizal, cuando se hicieron algunas de las fotografías que acompañan este reportaje, han impactado directamente a 1.305 personas en procesos formativos, y a otras 9.000 que asistieron a los eventos, así como a más de 1.000 artistas, la mayoría de la propia Comuna 3, pero también de otras localidades de Medellín e incluso extranjeros que han asistido a los festivales.

Lea también: Edificio para víctimas terminó en manos de amigo de exalcalde en Bello

Carlos Mario Atehortúa reconoce que estos apoyos son importantes, pero insiste en que debería haber mayor presencia de la institucionalidad para fortalecer los procesos, que en la comuna incluyen, por ejemplo, una veintena de estudios de grabación y casas disqueras independientes, dedicadas a promocionar a músicos nacidos en estos barrios.

“Desde que iniciamos hemos revivido muchos artistas que ya daban por perdido su sueño, porque en la pandemia, o en la violencia, nadie hablaba de un evento, de participar, y nosotros hicimos un rescate desde el primer festival de hip hop que revolucionó a Manrique; tuvimos dos días de hip hop”, cuenta Carlos Mario, explicando que a partir de allí se han dedicado a buscar “en todos los territorios a los artistas, para ayudarles a sacar el RUT y que puedan contratar”. Y agrega: “Les hicimos la labor de sacarles fotografías profesionales y meterlos al banco artístico de la Secretaría de Cultura”.

Raperos y músicos que ahora son leyenda en Medellín, como Ancestros, Larry 38 Estilos, Bárbaros Family o Manicomio, algunos con una trayectoria que se remonta a comienzos de los años noventa.

Barrios levantados a pulso

En los recuerdos de Libia Rosa Zapata, la abuela de Jhonny, Murdok, se conserva la imagen de tres albercas con las que ella y sus vecinas debían resolver necesidades tan básicas como abastecerse del agua para el almuerzo o lavar la ropa, bien de madrugada, antes de bajar la ladera para irse a trabajar en las fábricas de Medellín o como empleadas domésticas.

Libia Rosa quedó viuda pocos años después de llegar a Medellín desplazada por la pobreza desde Cañasgordas, un pueblito del occidente de Antioquia a un lado de la vía que va para el Urabá.

Ganaba 35 pesos cada tarde, con los que compraba remesa en la Plaza de Guayaquil para alimentar a sus 10 muchachos. “Sufrimos mucho”, confiesa, mientras ofrece un relato que es idéntico al de miles de pobladores de las comunas, que levantaron sus casas y barrios a punta de esfuerzo y sacrificios.

“Esto era un rastrojero”, cuenta Libia Rosa. “Había luz, pero uno tenía que cogerla con cables de los postes”, dice. Fue uno de esos cables maltrechos el que quemó las manos de Amparo, su niña pequeña, y casi la mata por la descarga eléctrica. De los cambuches levantados con madera y plástico, sin servicios, ni vías, pasaron a los ranchos de ladrillo en obra negra que han ido llenando la montaña.

Como muchos otros barrios del país en los años 60, El Jardín, en Manrique Oriental, fue impulsado por la Central Nacional Pro Vivienda (Cenaprov), una organización influenciada por el partido Comunista que promovía invasiones y urbanizaciones autoconstruidas para solucionar las necesidades de vivienda de la población más pobre asentada en los tugurios de las ciudades.

Lea también: “Los jefes quieren dejar la guerra”, así se mueve la Paz Total en Medellín

Sus calles fueron arrebatadas a la montaña a golpe de macetas, palas y convites comunitarios, con muy poco apoyo oficial, rompiendo piedras y peñascos con dinamita y llantas quemadas.

En Brisas del Jardín y San José de la Cima se intervinieron este año con varios artistas las fachadas de 500 casas en 30 murales y grafitis que son, según los habitantes, el mural más grande de Medellín.

La apuesta de la Alcaldía es que el barrio se convierta en un destino turístico similar al de la Comuna 13, para “aportar a la seguridad y la convivencia ciudadana”.

Una estrategia que, como contamos en otros reportajes de Colombia+20, ha demostrado cierto éxito en la Comuna 13, aunque requiere de una intervención y presencia más decidida del Estado.

Eso, justamente, es lo que piden los habitantes de Manrique, en un debate que se suma a las propuestas del presidente Gustavo Petro para llevar programas sociales y mayor inversión social a los barrios de Medellín, en el marco de los esfuerzos de paz que se adelantan en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí, donde se entablaron desde el 2 de junio conversaciones con los voceros de las bandas y estructuras armadas de esa ciudad.

“Nos falta inversión, en la Comuna 13 han estado el Gobierno y las corporaciones internacionales, que consolidan los procesos”, pide Carlos Mario Atehortúa, remarcando una verdad obvia que conoce cualquiera en estas calles: “hemos crecido desde lo comunitario, pero si no hay una inversión real... Esas fachadas están pintadas muy bonitas, pero adentro aguantan hambre”.

Camilo Alzate González

Por Camilo Alzate González

Licenciado en literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira. Cubre temas relacionados con paz, derechos humanos y conflicto armado.@camilagrosocalzate@elespectador.com

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar