El Gobierno sostuvo una reunión con Calarcá Córdoba, jefe de la disidencia conocida como Estado Mayor de Bloques y Frente (EMBF), un día después del ataque en Amalfi, Antioquia. La cita, según confirmó este diario, había sido programada el pasado 15 de agosto en otra reunión que sostuvieron ambas partes.
El encuentro, que irá hasta este sábado 23 de agosto el caserío de El Diamante, en los Llanos del Yarí, incluyó a miembros de la delegación gubernamental, entre ellos Gloria Quiceno, jefa negociadora del Ejecutivo.
También estuvieron presentes otros delegados del Gobierno como Yezid Arteta, Feliciano Valencia y Luz Dary Landázuri y la coronel Genny Calvo Olmos. Por la disidencia estuvieron Leopoldo Durán, jefe negociador del EMBF, Tomás Ojeda, y Calarcá Córdoba.
Además, contará con un espacio amplio para que las comunidades aporten directamente a la construcción del proceso de paz. Las delegaciones trabajarán en mesas temáticas que abordarán transformaciones territoriales; tierras, territorio y Zonas de Reserva Campesina; paz ambiental; asuntos económicos, laborales y sociales; asuntos políticos, corrupción y cultura de paz; derechos de poblaciones vulnerables; modelo de justicia y derechos de las víctimas; conflicto, seguridad y armas; marcos normativos y relaciones internacionales para la paz; y asuntos étnicos. De estas discusiones surgirán las propuestas que servirán de base para el séptimo ciclo de la mesa de diálogos.
Calarcá también confirmó que esa séptima ronda de conversaciones entre el Gobierno y el EMBF ya tiene fecha: será el próximo 24 y 25 de agosto en el Yarí, lo que refuerza la intención de no suspender los diálogos pese a los cuestionamientos que deja la ofensiva armada.
Hace un mes, en Caquetá, el Gobierno anunció junto a Calarcá la reactivación de la mesa de diálogo y el compromiso de realizar un nuevo ciclo de conversaciones. El gesto buscaba revivir un proceso que llevaba meses congelado y transmitir la idea de que la política de “paz total” aún tenía una ruta viable.
El ataque a un helicóptero que dejó 13 militares muertos
El ataque en Amalfi, que derribó un helicóptero mediante drones cargados con explosivos, evidencia la rápida adaptación tecnológica de los grupos armados y la autonomía con la que actúan ciertas estructuras de la disidencia de Calarcá. Laura Bonilla, subdirectora de la Fundación Pares, explicó: "Los drones baratos, fáciles de usar, pueden entrar por Venezuela o comprarse por Amazon y modificarse. Lo grave es que Colombia no tiene trazabilidad ni inversión tecnológica para enfrentar esto”.
El jefe disidente aseguró a este diario que lo ocurrido en Antioquia a manos del Frente 36, de esa disidencia no fue un ataque planeado, sino un episodio derivado de combates entre sus hombres y el Clan del Golfo en la zona, justo cuando el helicóptero de la Policía descendía en una operación de erradicación de cultivos de uso ilícito.
Una lideresa local detalló que la violencia en el nordeste antioqueño responde a la disputa territorial entre el Frente 36 y el Clan del Golfo. “Como el Clan del Golfo ha entrado al territorio, la disidencia no se deja quitar lo que llaman ‘su territorio’, por temas de minería y cultivos de coca. La población queda en el medio”, dijo. Según ella, la comunidad observó en días previos la operación de erradicación de coca en Los Toros, que precedió al derribo del helicóptero.
La investigadora de la Fundación Ideas para la Paz, Paula Tobo, afirmó que esa reunión muestra que el ataque en Antioquia no afecta a la mesa de paz. “Otros hechos de violencia han ocurrido en el marco de esta mesa, como el desplazamiento de los firmantes de paz de Miravalle, responsabilidad directa de Calarcá, que al final no tuvo un impacto significativo en las negociaciones”, señaló.
El Frente 36 es un viejo conocido del conflicto en Antioquia. Nunca se acogió al Acuerdo de Paz de 2016, mantuvo control en corredores estratégicos que conectan Anorí, Briceño y Amalfi con el Magdalena Medio, y se financia de la minería ilegal y los cultivos ilícitos.
Su origen remite a los años en que el Bloque Magdalena Medio de las FARC hacía presencia en esa zona y consolidaba corredores de movilidad hacia el nordeste antioqueño y el Bajo Cauca. Tras la firma del acuerdo, este frente se replegó, pero bajo el mando de Cabuyo y luego de otros mandos medios, mantuvo operaciones armadas que le dieron autonomía frente a estructuras centrales.
Su presencia ha generado disputas constantes con el Clan del Golfo y el ELN, lo que convierte al nordeste antioqueño en uno de los escenarios más críticos de la guerra fragmentada que vive Colombia.
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