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Larry Sacks lleva cinco años al frente de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) en Colombia. El mismo tiempo que lleva en ejecución el Programa de Alianzas para la Reconciliación (PAR), que adelanta con ACDI/VOCA, y tal vez por eso es que asegura que lo lleva en el corazón. Este proyecto se propuso juntar a personas y actores sociales que, aunque pensaran diferente, tuvieran la intención de trabajar por el cambio y fortalecer lazos de confianza rotos por el conflicto armado o diferentes tipos de violencia.
Uno de sus principales mensajes al hacer un balance del programa es que más allá de los números, el reto de lograr la reconciliación está en actuar y hacer las cosas diferentes, innovando y construyendo sobre la diversidad. Y hablando de cifras, hay varias que muestran la magnitud del programa: 131 millones dólares invertidos, cerca de 700 alianzas con actores sociales y entidades privadas y públicas en 28 municipios.
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¿Por qué dice que lleva este programa en su corazón?
Alguna vez una sobreviviente del conflicto armado intentaba contarle a un miembro de nuestro Congreso qué significaba haber sido desplazada, y me impresionó su manera de contarlo. Decía que ser desplazada era como estar en medio del océano, en medio de muchas olas, sin tener nada a qué aferrarse. Cuando pienso en las víctimas, pienso en su capacidad de flotar, de sobreaguar, sumándole además la presencia de unos cuantos tiburones. Pero sobreaguar no es suficiente, tenemos que unirnos, ya que solo unidos en esa resiliencia podremos llegar juntos a la orilla de la reconciliación.
¿Qué aprendieron en estos cinco años buscando estas alianzas para lograr la reconciliación?
En estos cinco años aprendimos que en Colombia existe más voluntad de reconciliación que en otros países donde he vivido o trabajado. Las personas con intereses y puntos de vista diferentes pueden unirse, a pesar de las atrocidades del conflicto y de la violencia para avanzar en la construcción de paz en los territorios. Reconciliación es dar una voz y oír a personas que han sido silenciadas por décadas en el país. Eso lo he visto en diferentes zonas del país, por ejemplo con la Clásica por la Reconciliación, con la que llegamos a lugares como el Cañón de las Hermosas, al que fuimos con Mariana Pajón, una de nuestras embajadoras de la reconciliación. La gente participó en ese ejercicio de cambio de narrativas para lograr que lugares emblemáticos del conflicto se convirtieran en símbolos de la paz. Como este ejemplo, le puedo decir que dejamos más de 30 mil personas con habilidades para a reconciliación como el diálogo, el respeto, el empoderamiento y la confianza. Claro, aún quedan muchos retos.
Usted habla de habilidades que debemos tener para encontrar la reconciliación, ¿cuáles serían?
El reto es adquirir habilidades como el respeto, el diálogo y la empatía, que deben promoverse desde el nivel más micro, en la familia, hasta un nivel más amplio para reconstruir los lazos de confianza que la guerra ha roto. Así podemos lograr empatía por el otro, por su historia y por su futuro. Hay que fortalecer esas habilidades en todos los colombianos, no solo en los impactados por el conflicto.
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¿Cómo restablecer la confianza en las instituciones del Estado?
Generando oportunidades para que las personas se conozcan y trabajen en conjunto. Nosotros apoyamos una iniciativa que se llama Vamos Colombia, con la Andi, en la que empresarios y trabajadores recuperaron espacios comunitarios, como clínicas, escuelas y vías. Se juntaron, se fueron conociendo, entendieron sus puntos de vista, vivieron en el espacio del otro y aprendieron que tenían mucho en común. Así se construye la confianza. Es importante que la ciudadanía tenga acceso a servicios públicos, a empleo, a educación, a salud, eso abre espacios de confianza en el Estado y abre espacios a la reconciliación. Es parte de esa presencia del Estado en los lugares más golpeados por la violencia y el conflicto.
Se ha hablado del papel de la construcción de memoria en la búsqueda de la reconciliación, ¿cómo lo experimentaron ustedes?
Es fundamental. La memoria es el punto de partida para sanar el pasado y poder pensar en un futuro diferente. La reconciliación no es olvidar, es procesar esos sucesos dolorosos y difíciles, y estar dispuestos a construir un futuro sin violencia. Tenemos la obligación de recordar a las víctimas, así como recordar las tragedias para evitar que se repitan. Se debe hacer sin avivar los odios, porque darles esperanza a los que vienen es una obligación, y se debe lograr una justicia que lleve al perdón. En los últimos años hemos trabajado con la Comisión de la Verdad, y nos enfocamos a que niños y niñas estén conectados con este objetivo de la paz y la reconciliación a través de arte y el deporte.
¿Cuáles son las lecciones que deja el trabajo con medios de comunicación y periodistas?
Ha sido una experiencia muy interesante. Con las comunicaciones podemos acceder a la memoria, crear conciencia, avanzar en la verdad. Es un papel importante para generar esperanza y tiene un efecto demostrativo único. Por ejemplo, gracias a la comunicación los jóvenes del barrio El Reposo de Quibdó pudieron mostrarle al país las enormes transformaciones que estaban generando en su comunidad. Quisimos generar conciencia a todo nivel sobre el impacto del lenguaje en la posibilidad de forjar una ciudadanía más dispuesta a reconciliarse. Apoyamos colectivos, semilleros de comunicación comunitaria y tuvimos como aliados a algunos medios masivos. Los medios pueden tender puentes de información, para que todos puedan aprender del otro, que quienes viven en Bogotá entiendan más la realidad de las personas que viven en otras zonas.
¿Por qué apoyar proyectos de inclusión de los migrantes?
Lo primero que quisimos fue evitar la discriminación y la xenofobia, los prejuicios. Ahí empieza la reconciliación. Desde el comienzo de esta crisis migratoria los colombianos han abierto sus puertas y corazones a los venezolanos; yo he visto una hermandad entre los dos países que no es muy común. Tenemos además decisiones importantes del gobierno sobre el Estatuto de Protección Temporal que es fundamental para la integración económica y social de los migrantes. Esta es solo una crisis y debe ser vista como una oportunidad que contribuye a la economía y la cultura. Los medios tienen un papel en derribar mitos, los migrantes hacen grandes contribuciones a la sociedad colombiana similar a la que los colombianos que fueron a Venezuela hicieron en los tiempos más difíciles del conflicto aquí.
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¿Cuál es el papel de cooperación internacional en la búsqueda de la reconciliación?
La cooperación es importante, pero los éxitos y los logros vienen del propio país. Nuestro papel es compartir las experiencias exitosas y no exitosas de otros países para aprender de ellas y desarrollar capacidades de diálogo y de respeto. Nosotros somos pasajeros, pero las comunidades, el Estado, el sector privado no. Nosotros hacemos proyectos creando condiciones para construir confianza y empatía, pero los proyectos son de la gente. Estamos en proceso de cerrar programa, pero vamos a seguir trabajando con el país porque hemos visto la voluntad y el interés en la reconciliación.
¿Qué mensaje le deja al país sumergido en la pugnacidad de la campaña electoral?
Les diría: Atrévanse a hacer el cambio que el país requiere. La voluntad de los colombianos siempre me inspira cuando voy a las comunidades más golpeadas por el conflicto y veo su resiliencia. Atrévanse a conocer las perspectiva de otros, atrévanse a lograr la reconciliación.