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“Hoy toda Latinoamérica sabe lo que pasó”: Erika Antequera sobre fallo por la UP

La hija de José Antequera, dirigente de esa colectividad asesinado en marzo de 1989, habla sobre el impacto y el significado de la condena de la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra el Estado colombiano por el exterminio de más de 6.000 militantes de ese partido. Entrevista.

Óscar Arnulfo Cardozo Cardozo
24 de febrero de 2023 - 08:31 p. m.
El líder José de Jesús Antequera tuvo dos hijos: José, hoy director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá; y Erika, quien vive en el exilio.
El líder José de Jesús Antequera tuvo dos hijos: José, hoy director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá; y Erika, quien vive en el exilio.
Foto: Archivo particular

Erika Antequera tenía 10 años cuando el 3 de marzo de 1989 sicarios asesinaron a tiros a su papá, José Antequera, en el aeropuerto El Dorado de Bogotá. Él se convirtió en uno de los casos más emblemáticos de dirigentes asesinados de la Unión Patriótica, partido que había nacido cuatro años atrás. Casi 34 años después de ese asesinato, el 30 de enero pasado la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado colombiano por el asesinato, desaparición y persecución sistemática a la UP, que terminó en más de 6.000 víctimas mortales.

El día que se conoció el fallo, Erika Antequera publicó en este diario una carta que escribió horas antes de conocer el veredicto de la corte, aunque convencida de que sería a favor de las víctimas, como en efecto lo fue. “A pesar de la magnitud del evento no habrá verdad, ni justicia, ni reparación. Solo queda la esperanza de la no repetición. Hay cientos de pruebas que demuestran el genocidio cometido por el Estado colombiano contra los miembros de la UP, pero no es suficiente como verdad. Aunque algunos victimarios hayan contado con detalle lo que pasó, eso tampoco alcanza. Como tampoco alcanzan los informes que recogen los testimonios y las cifras siempre imprecisas de la barbarie”, escribió.

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¿Qué significó este fallo para usted como hija, más allá de lo ya expresado en su carta?

Lo que expresaba en mi carta es principalmente el hecho de reconocer todo eso que se denunció desde un principio, las miles de violaciones a los derechos humanos contra los militantes de la Unión Patriótica desde su fundación en 1985. Mi padre denunció la alianza entre paramilitares y agentes del Estado y en esos años la respuesta siempre fue tratarlo como un mentiroso aun cuando ya existían denuncias contra batallones del Ejército, comisarías de Policía y políticos en regiones señalados por la misma población civil.

El reconocimiento del Estado en la ejecución de la violación de todos los derechos humanos es el reconocimiento al dolor de las familias, el reconocimiento a que el Estado colombiano usó la violencia política para callar a sus opositores. En Colombia durante 20 años el Estado negó que esto ocurriera. Incluso, la Unión Patriótica en un punto perdió la personería jurídica porque le faltaban militantes, siendo esto muy insultante, pues los miembros que faltaban los había asesinado y desaparecido el mismo gobierno Colombiano. El fallo es muy importante porque sienta un precedente frente a la violación de derechos humanos a la izquierda en Colombia y Latinoamérica.

La Corte IDH habla de exterminio y crímenes de lesa humanidad, mas no de genocidio, ¿Qué opina del uso de estas categorías?

Yo no haría diferencia frente a esto, pero entiendo que en el Derecho Internacional cada cosa tiene su definición específica. En la sentencia hay unas cosas que se reconocen en su totalidad, pero hay otras pequeñas cosas que quizás no se reconocen. Que haya sido o no un genocidio en el uso estricto de la palabra a mi a estas alturas no me perturba, porque no le resta ni un ápice de importancia al fallo de la CIDH.

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¿Qué importancia tendrá el fallo de cara a los procesos de verdad y el reconocimiento de nombres de políticos, empresarios y militares involucrados en los asesinatos y desapariciones de militantes de la UP?

Sería muy importante que se reconocieran responsabilidades individuales. Sin embargo, la Corte lo que dice es que el Estado colombiano debe investigar los crímenes, pues estos no prescriben, y deben declarar su responsabilidad. La Corte no puede exigirle cuentas al Estado colombiano lo cual hace más complicado que obtengamos nombres, apellidos y justicia carcelaria.

Aunque es difícil que se establezcan responsabilidades, no creo que sea imposible. ¿Qué tanto se va a hacer? No tengo la menor idea porque la Corte no investiga, pide al Estado colombiano investigar. El reconocimiento público va a ser muy importante aquí. Estas nuevas generaciones, los jóvenes, deben enterarse de lo que sucedió con la Unión Patriótica. Esto es más fácil de aplicar que buscar responsables a estas alturas, porque es difícil, aunque ojalá lograran esclarecer algunos casos que a la postre resultarían emblemáticos, sin embargo, no sé a ciencia cierta si esto pudiese ser posible.

¿Cómo hacer memoria de estos eventos en el presente para no olvidarlos, pero principalmente para jamás repetirlos?

Lo que se puede hacer es contar la historia. A eso le apunté con la carta que escribí. Cuando tu hijo te pregunta ‘¿Qué paso con el abuelo?’, tú le puedas contar que lo mató el gobierno colombiano y en la medida de lo posible desde su comprensión le puedes ir contando las cosas. Durante muchos años, siempre lo quise mirar a los ojos y decirle a él: se acabó. Fue un caso tan grande que llegó a la justicia internacional y hoy toda Latinoamérica sabe lo que pasó. Al país se le dijo que esto jamás podrá volver a ocurrir porque es un ejemplo de horror de cómo no se debe vivir.

Lo que nos queda a los sobrevivientes es contar la historia pues no tenemos a quién reclamarle por nuestros muertos, muchas familias ni siquiera tienen una tumba donde llorarlos porque ni siquiera saben donde están, otros ni siquiera se pueden reencontrar con los suyos por estar exiliados y jamás poder volver. Lo que medianamente se parece a la justicia es contar nuestra historia y que nos la dejen contar como la vivimos.

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¿Hubo algún tipo de acompañamiento que se le brindara como víctima en este proceso?

Al principio fue una cuestión meramente familiar: mi madre, mi hermano y yo. Mi familia en su gran mayoría vive en Barranquilla y nosotros en ese entonces vivíamos en Bogotá, ahí se dio la primera barrera para estar más acompañados tanto física como emocionalmente. Tenía 10 años cuando perdí a mi padre, hecho que fue bastante triste, traumático y que a su vez determinó la forma en que percibía mi país, la ciudad y demás.

Posteriormente, fui encontrándome con otras familias de víctimas en los homenajes y compartíamos experiencias. Son espacios de reencuentro y reconocimiento entre nosotros que nos alivia. Allí podemos llorar, reír y comentar nuestras situaciones entre personas que conocen nuestras propias experiencias. Son espacios muy importantes porque allí se empezaron a crear grupos de trabajo por la búsqueda de desaparecidos como Asfaddes, creada en 1982, anterior incluso a la Unión Patriótica; Hijos e hijas por la memoria y contra la impunidad, en 2006; grupos de viudos y viudas que se reúnen, etc. Ellas y ellos al final hacen la familia que siempre nos faltó por lo cual son importantes. De la experiencia de las víctimas es de donde sale la memoria y sus diferentes expresiones.

¿Cómo espera bajo este gobierno la recepción y divulgación del fallo de la Corte IDH en relación a la memoria y justicia de las miles de víctimas de la Unión Patriótica en el país?

Espero que sea un gobierno generoso en el cumplimiento de la sentencia porque si se hubiese dado en el gobierno anterior, seguramente habría un saboteo y una intrascendencia absoluta. Con esta sentencia yo ya tengo bastante, aunque no es todo. Espero que se haga un reconocimiento público que es para mí lo más importante ahora. Confío en la generosidad y compromiso con las víctimas de parte de este nuevo gobierno pues muchos de los sobrevivientes de la UP y de la izquierda ahora están desde el poder gobernando. La reivindicación entonces no es solo con los familiares de víctimas de la UP sino además con las víctimas de la izquierda colombiana en general.

¿Qué reparaciones espera del Estado colombiano frente al caso de su padre, José Antequera?

Yo no espero nada, honestamente. Si encuentran al autor intelectual del asesinato de mi padre, gracias. Si lo van a meter a la cárcel, mejor. La realidad es que cuando mi madre hizo parte de la demanda colectiva su intención principal es que pudiéramos vivir. Si en algún momento la justicia colombiana nos informa que pudieron resolver el caso o que están a punto de resolverlo, será una satisfacción; sin embargo, yo ya no lo espero.

¿Cómo vivieron el fallo de la Corte desde el interior de su familia, ellos en Colombia y usted desde el exilio?

Ese día salí de la oficina a la hora habitual, por lo cual coincidió perfectamente con los cambios de horario entre continentes. Estaba con mi hijo, casualmente estaba él en casa, me sentí acompañada para que pudiésemos ver lo más parecido, al fin, a algo de justicia. Estuve muy orgullosa de que mi hermano abriera la sesión de la audiencia, pues es una persona dedicada desde muy joven a estudiar y a trabajar por la memoria histórica en Colombia. Ver entrar a mi madre con los abogados también fue de mucho orgullo. Estábamos muy unidos los tres con una actitud bastante tranquila y positiva.

Nuestro trabajo de memoria familiar siempre ha consistido en contarnos nuestra historia, hablarnos constantemente de lo que pasó. Mi madre es una buena narradora y junto a mi hermano escuchamos y preguntamos para no quedarnos con respuestas escondidas. De ahora en adelante el legado está en contar a nuestros hijos nuestra historia.

Por Óscar Arnulfo Cardozo Cardozo

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