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El deseo de las comunidades golpeadas por la guerra es el mismo desde hace varios años: el de la paz. Una petición que se ha hecho más urgente tras un 2025 marcado por los enfrentamientos entre los grupos armados y crisis humanitarias que el país no veía desde hace décadas.
Con el reloj en contra y a pocos meses de la llegada de un nuevo gobierno, las mesas de paz parecen estar estancadas. Las noticias reflejan un panorama preocupante: alertas por posible aumento de la violencia contra líderes sociales de cara a las elecciones; madres suplicando el cese de ataques con drones explosivos; reclutamiento a través de redes sociales y violencia contra la población LGBTIQ como forma de control.
Este 7 de diciembre, voces de las comunidades más afectadas por la guerra compartieron con Colombia+20 sus anhelos para el Día de las Velitas.
1. Catatumbo: “Que en esta Navidad no haya una madre que llore”
La región del Catatumbo comenzó este año con un golpe irreparable. Los enfrentamientos entre el ELN y la disidencia Estado Mayor de los Bloques y Frente (EMBF), al mando de Calarcá Córdoba, desataron la peor crisis humanitaria de las últimas dos décadas. La violencia, recrudecida por los ataques del ELN del 16 de enero, dejó más de 65.000 personas desplazadas y cerca de 13.000 confinadas.
La población sigue atrapada en medio de una guerra que no le pertenece. Persisten los ataques con drones explosivos en las casas, desplazamientos forzados, confinamientos, afectaciones a la educación, amenazas contra liderazgos comunitarios y riesgos específicos para mujeres, jóvenes y población migrante.
Carmen García, fundadora de la asociación Madres del Catatumbo por la Paz, anhela que esa violencia cese:
“Me uno a la voz de todas las mujeres catatumberas. Queremos la paz, queremos que nuestros hijos y nuestras hijas no sean involucrados en el conflicto, que cese el asesinato de jóvenes en nuestro territorio y que todos los secuestrados lleguen al seno de su familia. Que en esta Navidad no haya una madre que llore, sino que sonría. Que la paz llegue al corazón de todas las madres que en este momento son víctimas del secuestro, el reclutamiento y la desaparición de sus hijos. Queremos la paz para nuestro Catatumbo de Colombia”.
2. Santa Marta: “Que podamos pasar esta página dolorosa”
La Sierra Nevada de Santa Marta atraviesa un reordenamiento del poder armado. Las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada (ACSN) y el Clan del Golfo no solo se enfrentan entre sí, sino que controlan buena parte de la vida cotidiana en 21 municipios de Magdalena, La Guajira y Cesar.
La disputa entre estos grupos armados ha desestabilizado profundamente la vida de las comunidades, que sufren prácticas como torturas, humillaciones, “limpiezas sociales” y castigos públicos.
El obispo de Santa Marta, José Mario Bacci, sabe que ha sido un año difícil. Este es su anhelo para el Día de las Velitas:
“Quiero encender una luz de esperanza en medio de la densa oscuridad de dolor, de violencia, de conflicto y de muerte que ha marcado la vida de las personas y las familias de nuestra ciudad y de nuestro departamento. Estamos por terminar un año difícil, bastante complejo de exacerbación de violencia la presencia de grupos armados que siembran en la población dolor, pánico, angustia, preocupación. Pidámosle al Señor que haga resplandecer la luz de la paz en los corazones de todos los hombres y mujeres del Magdalena y de Santa Marta. Que podamos pasar esta página dolorosa y dar paso a la reconciliación al perdón y a la paz. para que exista un futuro posible para las nuevas generaciones”.
3. Chocó: “El deseo del departamento, en definitiva, es la paz”
En medio de los avances de mesa de negociación que adelanta el Gobierno con el Clan del Golfo, las comunidades de Chocó acusan al Estado de incumplir su deber de proteger la vida, el territorio y la identidad cultural de los pueblos étnicos frente al férreo poder armado de ese grupo armado, considerado el más grande del país.
La marca que ha dejado el Clan del Golfo en Chocó se ha traducido en afectaciones estructurales a las comunidades y su permanencia en el territorio. El panorama del confinamiento lo ilustra con dureza: Chocó ocupa el primer lugar en casos de esta violencia, con el 79 % del total nacional.
Ante esas preocupaciones, este es el deseo de la gobernadora del departamento, Nubia Carolina Córdoba:
“El deseo del departamento del Chocó, en definitiva, es la paz. El Chocó es un departamento demasiado rico, productivo, bien ubicado y con gente que ha tenido que soportar por demasiado tiempo el dolor del conflicto, de la guerra, de los estragos que y el atraso que genera tener que estar en medio de los intereses cruzados de los grupos al margen de la ley, como para no anhelar la paz (...) Tenemos que hacer un esfuerzo extra de darle más herramientas lícitas a la gente. No puede seguir la gente supeditada a sobrevivir solamente a expensas de las economías ilegales. Como chocoanas y chocoanos seguimos creyendo en la paz, queriendo la paz, apostando en la paz. Esperamos que gobiernen personas que tengan como mínimo la idea de que si bien sí se debe garantizar la seguridad, no solo con seguridad se construye paz, sino también con condiciones dignas de vida”.
4. Arauca: “Que no nos sigan matando a nuestros líderes”
El departamento de Arauca ha vivido en 2025 un recrudecimiento de la violencia, por cuenta de la ofensiva del ELN, que busca consolidar su poder y afianzar el control territorial en lo que ha sido su bastión histórico.
Los hechos recientes que marcaron al territorio este año —el atentado contra el gobernador Renson Martínez, el secuestro de cinco militares, violencia sistemática contra las mujeres e incluso el ataque, por segunda vez, a una base militar en Puerto Jordán el pasado 5 de octubre— dan cuenta de esa ofensiva.
En medio de esta estrategia de consolidación y el poder armado que no da tregua, los liderazgos sociales han quedado atrapados. Este es el deseo de una lideresa, quien pidió reservar su nombre:
“Que haya paz, diálogos, que la gente toda esté en completa paz y podamos vivir bien. Eso es lo que más necesitamos nosotros, que no sigan matando a nuestros líderes, que no nos sigan atropellando, que no nos sigan persiguiendo, porque ya nos volvimos fue como un objetivo. Eso es lo que nosotros deseamos acá en el departamento de Arauca, en nuestros municipios, en el municipio de Fortul. Lo que deseamos es ser respetados”.
5. Sur de Bolívar: “Que los niños crezcan soñando y no escondiéndose”
En el Sur de Bolívar, el Clan del Golfo, las disidencias de las FARC y el ELN libran una guerra por las reservas de oro.
La confrontación ha dejado graves impactos en la población. Hace dos meses, 500 familias que habían sido desplazadas por los combates decidieron retornar al territorio, a pesar de la presencia de minas antipersonales y otros artefactos explosivos ocultos en la tierra. El uso de estos explosivos se ha incrementado durante los últimos meses, en un territorio donde el Estado ha perdido toda capacidad de acción efectiva.
En medio del temor que dejan -entre otras cosas- esos artefactos, Margarita Mondragón, lideresa del Sur de Bolívar, desea que las comunidades puedan vivir en el territorio sin miedo:
“Mi deseo es que para la comunidad del sur de Bolívar la vida sea tranquila y digna. Que cada familia pueda caminar su territorio sin miedo, que los niños crezcan soñando y no escondiéndose, y que la tierra, tan fértil y tan golpeada, sea un lugar de oportunidades y no de amenazas. Deseo que las voces de las comunidades sean escuchadas, que la presencia del Estado sea real y protectora, y que quienes han resistido por años encuentren, por fin, un futuro de paz. Que este Día de Velitas traiga justicia, reparación y la posibilidad de vivir sin violencia”.
5. Cauca: “Una vela que les recuerda a los grupos armados que cada bala tiene un rostro y un hogar”
Fueron 18 masacres y más de 800 homicidios en Cauca en el último año, según la Defensoría del Pueblo. Ese número refleja la crudeza de lo que enfrentan las comunidades en un territorio históricamente golpeado por la violencia. Las víctimas han sido principalmente líderes comunales, defensores de derechos humanos e integrantes de pueblos indígenas.
Dentro de esta dinámica del conflicto, el cañón del Micay ocupa un lugar central. Allí confluyen corredores clave para las economías ilícitas y el área se ha convertido en el fortín del Estado Mayor Central (EMC), al mando de Iván Mordisco. Ese control territorial se traduce en confinamientos, desplazamientos masivos y ataques, como el perpetrado este 6 de diciembre en el centro de Balboa con una moto cargada con explosivos. En el hecho resultaron heridas varias personas, incluida una menor de edad.
Estos son los deseos de Ana Guetio, defensora de derechos humanos del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), que le ha hecho resistencia al control armado:
“Hoy día de las velitas prendo una llama que no es una celebración, es un grito silencioso de un pueblo que sigue viviendo en medio de la guerra. La primera velita para que la guerra se acabe, la segunda velita para que el Estado nos escuche, la tercera vela para que las víctimas no sigan esperando y sean escuchadas por las instituciones. La quinta vela es para los grupos armados de Colombia. Esta vela que les recuerda a ustedes que cada bala tiene un rostro y un hogar que hoy les clama por la paz.
Anita Guetio les abraza y ora desde las montañas del Cauca y Colombia junto a las víctimas para se cumpla el acuerdo de paz como lo solicitamos en el año 2016”.
6. Medellín: “Queremos demostrar que la paz en Medellín sigue latiendo”
Este año —en el marco de los diálogos de paz urbana que adelanta el Ejecutivo— el Gobierno lanzó una ambiciosa propuesta para reducir la violencia en Medellín. Aunque se llegó a acuerdos parciales con las bandas del Valle de Aburrá, como la eliminación temporal de fronteras invisibles o la suspensión de algunas extorsiones, la mesa sigue sin un marco jurídico para el sometimiento de las estructuras.
La comunidad de Medellín todavía anhela que esa paz se concrete. Este es el mensaje de Adolfo Taborda —conocido en la comunidad como Olafo—, líder social e integrante de la Corporación Convivamos:
“El 7 de diciembre, en alusión a la Virgen, encendemos nuestras velas, pero también es importante entender por qué lo hacemos en cada uno de esos espacios de nuestra Navidad. De recordar que tuvimos momentos muy difíciles, muy complejos en el pasado, pero también es de recordar que seguimos viviendo, nuestro corazón sigue latiendo por Medellín. Es por eso que invito a cada una de las familias en todos los rincones de toda esta ciudad, en los corregimientos, los barrios, las esquinas, las cuadras, los colectivos, los amigos, los parches a que se gocen esta Navidad, pero en la forma más sana; que brille en cada uno de sus espíritus la alegría de la Navidad. Y este 7 de diciembre queremos demostrar que la paz en Medellín sigue estando, sigue latiendo, siguen latiendo corazones de paz por Medellín”.
8. Nariño: “Generar una economía solidaria para seguir construyendo paz”
El departamento de Nariño, que lleva décadas resistiendo la violencia y el abandono estatal, enfrenta hoy un nuevo pico de confrontación. En su zona pacífica, donde los grupos armado ilegales se disputan un corredor clave para la movilidad de sus tropas y la salida de rentas ilícitas al mar, el último mes dejó desplazamientos masivo, pese a los avances en el marco de los diálogos de paz total que adelanta el Gobierno.
Según la Fundación Paz y Reconciliación (Pares), la ofensiva estatal contra las economías ilícitas ha alterado el mapa del conflicto y empuja a los grupos armados a ocupar nuevos territorios.
Alegría Chirán, lideresa del resguardo indígena de Gran Cumbal, espera que la paz llegue para que las comunidades puedan sostener sus procesos y permanecer en el territorio. Este es su deseo:
“Nosotros solicitamos desde el territorio cómo se pueda incluir y seguir tejiendo en la articulación interinstitucional para conservar la biodiversidad en el marco de la construcción de un proyecto de agroturismo rural basado en los productos subutilizados, y generar una economía solidaria que sea sostenible para seguir conservando el territorio y construyendo paz, a nivel de todas las organizaciones también sociales”.
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