Hace un año, el 21 de noviembre de 2022, en Caracas (Venezuela), el Gobierno Nacional y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) instalaron su mesa de diálogos de paz.
En las últimas semanas, esta negociación entró en crisis, luego de que el grupo ilegal secuestró a Luis Manuel Díaz —padre del futbolista Lucho Díaz—. Otty Patiño, jefe de la delegación de Gobierno, habló con Colombia+20 sobre este año del proceso.
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Los diálogos con el ELN cumplen su primer aniversario en medio de una crisis tras el secuestro de Luis Manuel Díaz. El jueves, usted le envió una carta a Pablo Beltrán pidiendo una reunión extraordinaria. ¿Ya se reunieron o le dieron respuesta a la carta?
No, todavía estamos esperando la respuesta.
¿Por qué se dio esa propuesta?
Es una propuesta porque de alguna manera la crisis se desarrolló por los hechos y las declaraciones que ha hecho el ELN acerca del secuestro, en el sentido de que lo legitima, que dice el secuestro no es una violación al DIH; y, además, lo plantea como elemento válido para el tema de su financiación.
Esa guerrilla adicionalmente ha planteado que algunas personas —no sabemos cuáles— no son secuestrables. No es muy clara cuál es la actitud y postura del ELN sobre el secuestro y eso viene asociado a una serie de temas asociados como la extorsión porque la mayoría de los secuestros son extorsivo. El mismo Antonio García dice claramente que los secuestros son básicamente una medida para conseguir financiación durante el cese al fuego. Nosotros hemos planteado que discutimos el tema de la financiación, pero si está ligado con el fin del conflicto, pero no con el sostenimiento del cese al fuego. En fin, hay una serie de temas ahí pendientes que desde luego ameritan una reunión especial.
¿Eso significa que hasta que no se dé esa reunión no empezará el quinto ciclo? ¿Es una condición del Gobierno para reiniciar el diálogo?
Yo pienso que es una condición conveniente para que no empecemos el quinto ciclo sin hablar ello. Es que mire, el secuestro es una práctica rechazada por la comunidad nacional e internacional y no queríamos llegar al quinto ciclo con ese fardo en la espalda. De hecho, México primero nos dijo que no a hacer ese ciclo allá, pero una vez el presidente Petro hizo la gestión para que hubiese una reunión extraordinaria, su respuesta cambió y nos dieron el sí. Mejor dicho, esto no es solo de la delegación, esta situación ascendió a decisiones de Estado, a decisiones de los presidentes de esos países.
Por otro lado, la República Bolivariana de Venezuela, a través también de una gestión del propio presidente Petro con Nicolás Maduro, cedió a ser el país anfitrión para estas reuniones extraordinarias. Entonces, las condiciones físicas para desarrollar la reunión extraordinaria y para desarrollar el quinto ciclo, están allí. Falta que el ELN tome alguna decisión con respecto a estas propuestas que son beneficiosas para todos, incluyéndolos a ellos, por supuesto.
Pero si Pablo Beltrán no responde a la carta, ¿qué pasa?
Supongo que siempre que tendrá que decir algo. También hay mecanismos alternos que no pasen necesariamente por las delegaciones: está la comunidad internacional, la ONU, la iglesia, la opinión pública, las fuerzas sociales que están moviendo e interesadas en que este proceso no se agote. Es decir, hay otras interlocuciones y sobre ellas puede haber salidas para no reducir todo a la interacción entre la delegación del Gobierno y la delegación de la ELN.
En una ocasión anterior, ustedes habían hecho una propuesta de hacer un interciclo para de solventar otra crisis que se había desatado en la mesa y el ELN fue claro en que no se iban a hacer esos encuentros. ¿Cree usted que en este caso puede pasar lo mismo?
A partir de la última reunión en México, nosotros planteamos que la mesa era permanente. De hecho, se están desarrollando procesos muy importantes como el Comité Nacional de Participación, el de las zonas críticas y el de los alivios humanitarios ligado con el tema de las cárceles. Eso no, no se ha detenido. Pero en los ciclos, lo que se trata es de abordar temas nuevos y este tema de los secuestros aparece y toma especial relieve a partir del plagio del papá de nuestro gran Lucho Díaz. También por las declaraciones del propio Antonio García y las entrevistas que ha tenido Pablo Beltrán.
De tal manera que nosotros no queremos llevar esa crisis —generado por ellos— al ciclo México. Creemos que tenemos que llegar en una situación mucho más liviana a ese ciclo. No estamos en la actitud de generar un ultimátum, sino de tener caminos más viables y más apacibles para asumir ese quinto ciclo.
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¿La idea de esa reunión de urgencia es que se hable de todo este tema del secuestro para que en el quinto ciclo se pueda avanzar sobre otros puntos?
Exactamente. Yo creo que el ELN puede liderar, junto con este Gobierno, una salida frente a este fin del conflicto y ese es el desafío que tiene este Gobierno. Esa es la invitación que se le ha hecho al ELN, que podamos ser socios en la terminación del conflicto no solamente con ellos, sino también con todas las organizaciones que participan de esa conflictividad que tiene el país.
Ustedes como delegación le exigieron al ELN que libere a todos los secuestrados que tienen y que elimine esta práctica. ¿Los diálogos solo seguirían si esa guerrilla se compromete con esas dos condiciones?
Aclaremos esta situación. No estamos haciendo un ultimátum, pero sí necesitamos resolver preguntas con esa guerrilla. Este es un espacio para que el ELN reflexione sobre ese tema y se dé cuenta de que el secuestro como estrategia de financiación es una estrategia perdedora. Le repito, nosotros podemos revisar el tema de la financiación, pero siempre y cuando se avizore una estrategia sobre el fin del conflicto.
Ya que tocamos el tema de la financiación, el presidente Petro habló de la posibilidad de unos recursos a través de un fondo de la comunidad internacional. ¿En este momento cuál es la instrucción del presidente Petro sobre eso?
Nosotros siempre hemos sido coherentes en lo que hemos dicho y lo hemos manifestado a la propia comunidad internacional: ni un solo centavo para mantenerse en pie de guerra. Todo lo que sea posible para construcción de paz. De hecho, en este momento se están financiando gestores de paz, los traslados del ELN para hacer las negociaciones de paz, todo el tema de participación para la construcción de paz y las transformaciones en los territorios donde así se requiera. Repito, ni cinco centavos para la guerra. Eso de mantenerse en pie de guerra, es un problema del ELN, no es un problema del Gobierno.
Este secuestro puso sobre la mesa otros temas. En su momento, Nicolás Bautista, Gabino, hizo pronunciamientos en los que era muy renuente a hablar de dejación de armas, de desmovilización, y ahí surgieron dudas de qué tan comprometido con el fin del conflicto está el ELN
Mire que todo se está comprimiendo. Los tres primeros puntos de la agenda, que tienen que ver con participación, con democracia y con transformaciones territoriales, se comprimieron en uno. De hecho, cuando los abordamos vimos que era necesario adelanta el cese al fuego, que era un tema del quinto ciclo.
Ahora aparece el secuestro, que sería algo a tratar también en este quinto ciclo, y se relaciona con el cese de hostilidades contra la población civil y con las víctimas. Es decir, todo se va comprimiendo y todo obliga a mirar el fin del conflicto como un todo, a verlo de manera redonda, holística, de mirarlo desde distintos ángulos para que logremos generar confianza, capacidad de maniobra de la mesa y, desde luego, que se vea que no estamos perdiendo el tiempo, sino que el Gobierno está haciendo una apuesta fuerte y generosa. El ELN entre más tiempo pase, más territorio pierde porque las economías ilegales empiezan a devorar y erosionar y al mismo también pierde credibilidad frente a la comunidad internacional.
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Hay quienes dicen que la negociación va a paso lento y que los temas fundamentales solo se tratarán en 2025, cuando al Gobierno le quedará un año para finalizar. ¿Qué piensa sobre eso?
No, eso no es posible, eso no es posible, por supuesto, se ha planteado la agenda de participación como una agenda que se ha ido implementando durante todo este tiempo. Eso es una implementación que va por un carril, pero por los otros seguimos adelantando otros temas articulados con el tema de participación, con el tema de democracia, con el tema de transformación. Yo diría que en mayo del 2025 no solamente debe estar todo redondeado, sino también que el empuje de las dinámicas de implementación sea tan fuerte que no nos pase lo que le pasó a las FARC en el 2016, que firmaron un acuerdo y no arrancó implementación. Nosotros estamos trabajando bajo la dinámica de que todo lo que se acuerde, se va implementando.
Otro tema relacionado es el de la justicia transicional y la reparación de las víctimas, que también hay quienes han dicho que podría llegar a mencionarse ahorita en el quinto ciclo, al menos algunos esbozos. ¿El Gobierno va a poner ese tema sobre la mesa?
Hemos tenido algunos ‘no’ del ELN, pero indudablemente todo el tema de justicia transicional me parece que es muy importante y tiene que estar ligado con la transformación de territorios. Aquí la justicia tiene que obedecer a unos parámetros de ordenamiento nacional e internacional, pero no sabe que hay una forma de justicia que tiene que ver con las culturas territoriales, con las etnias y que de alguna manera pueden crear otras relativizaciones importantes para todo el tema de una justicia transicional.
La reincorporación de los guerrilleros del ELN tiene esa perspectiva: la reincorporación de las regiones a la normalización y a la legalidad. Todo eso hay que mirarlo de una manera muy, mucho más global que lo que se ha mirado en otros procesos. En el de las FARC iba, por un lado, el tema de los PDET (Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial), por otro lado, los sitios donde se situaron los guerrilleros. Eso no puede trabajarse de manera separada y tampoco los elementos de justicia que también involucran a las comunidades que han estado afectadas por las economías ilegales.
Usted acaba de mencionar que hay unos “no” del ELN, y el Comisionado de Paz también hace poco dijo eso que había unos temas que el ELN siempre ha sido reacio a tocar. ¿Cuáles son esos temas?
Los “no” es que no quieren que les apliquen la justicia de la JEP, pero desde luego creo que falta, digamos falta más que centrarse en los ‘no’, ver cuáles son los ‘sí’ para no meternos en una cuestión tan autolimitante. Ellos han dicho, ‘no queremos puestos en el Congreso de la República’. Ahí toca ver cuál es entonces su aspiración en un futuro política o si tienen un tema un liderazgo social o cívico. Esa es la transición que se necesita hacer.
¿Cuál es el balance que usted hace este año y qué tan conforme está con lo que se ha avanzado?
Durante este tiempo se ha creado una fuerza y una cierta legitimidad de este proceso, pero no es suficiente. Tenemos que seguir avanzando. Nos metimos en un terreno muy espinoso, muy complicado, que es el tema de la territorialización de la paz, y ese tema involucra a los frentes de guerra del ELN y a las personas que viven en esos territorios. Ellos van a tener un protagonismo en esta nueva etapa.
Esto va a ser un proceso de abajo hacia arriba. Desde las bases hasta arriba. Les hemos dicho que necesitan armonizarse porque a nosotros nos interesa negociar con un solo ELN
Algunos críticos del proceso han dicho que el Gobierno ha sido laxo y que quien se ha visto más fuerte es el ELN, que “pareciera tener más el balón sobre la cancha” que el mismo Gobierno. ¿Qué les responde?
Nosotros hemos ido marchando al ritmo de la negociación, que indudablemente sí es a veces un poco lento, pero no porque lo haya impuesto el ELN sino porque no queremos forzar los tiempos. Pero sabemos que ahora no podemos seguir a ese mismo ritmo y esperamos que el ELN lo entienda. Estamos dispuestos a facilitar todas las condiciones para eso. Entendemos que
porque a veces ellos tienen una situación digamos precaria, dificultades internas de comunicación que genera esos ritmos. Afortunadamente se presenta esta coyuntura para que empecemos a pensar en unos ritmos distintos a los ha tenido este proceso.
¿Cómo ven ustedes la unidad de mando del ELN y qué tanta capacidad tienen los máximos comandantes sobre los de los frentes?
Creo que ellos deben mantener la unidad de mando. Nosotros, en la medida que podamos, vamos a tratar de no romper esa unidad de mando. Como le dije antes, entendemos que a veces ellos atraviesan por dificultades de comunicación, de entendimiento y, sobre todo, de espacios para poder armonizarse una organización. Somos conscientes de esas grandes dificultades que ellos tienen. Es una una dirección que fundamentalmente está en el exterior, que no tiene una base o un sitio donde opere dentro del país y eso dificulta las comunicaciones, la orientación y el intercambio que debe haber entre la gente que está en los frentes de guerra. Por eso es tan importante la comprensión de cada uno de los avances que tengan este proceso sean comunicados oportunamente y por voz misma de quienes están en ese momento en ese en esa instancia.
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Ahora le volteo la pregunta en cuanto a la línea de comunicación …. A algunas personas les sorprendió que la carta enviada a Pablo Beltrán fuera oficial y difundida a través de redes sociales. ¿Hay alguna fisura después de todo lo que pasó en las últimas semanas?
No, lo que pasa es que no tenemos un teléfono rojo que una la comunicación entre la jefaturas de los de las dos delegaciones, sino que está mediada por las personas de la delegación que están acá en Bogotá. Hay demasiados pasos para tener una comunicación con el jefe de la delegación. Es un problema comunicacional entre las delegaciones.
Hoy le puedo decir que esta crisis que desató el ELN con ese secuestro está a nivel de presidentes: del presidente de Colombia, el de México y el de Venezuela. Ellos fueron los que intervinieron para salvar este proceso. Sin ellos, sin su autorización, sin su gestión, este proceso estaría en una pausa y de pronto en una crisis más profunda. Ellos tiraron los cables para que este proceso pudiera seguir adelante y creo que va a salir adelante.
Ya tenemos un año de lecciones en la mesa, en el que ha habido pausas, crisis, éxitos y avances. ¿Qué cree usted que deben afinar las delegaciones de aquí en adelante y qué espera que se logre en los próximos años?
Una comprensión de que tenemos que finalizar este conflicto durante este y de que la implementación de los acuerdos que se hagan sea de tal fuerza en el 2025 que, aún cualquier gobierno que llegue en el del 2026, no pueda detener ni puede ignorar lo que ya está planteando. Uno sabe que los acuerdos son cuestiones de papel y que esos protocolos todavía no tienen la fuerza de ley que tendría un tratado internacional. Pero le apostamos a eso. Lo más importante es la dinámica social y política que se tenga en la implementación. Eso es lo que va a hacer que este proceso sea absolutamente irreversible.
La legitimidad del ELN y la negociación quedó por el suelo luego del secuestro de Luis Manuel Díaz. ¿Qué cree usted que debe hacerse para que la legitimidad del proceso vuelva a cobrar fuerza?
Reflexionar sobre estos temas. Esto no es un proceso donde existen dos partes y alguien gana la partida. Necesitamos ganarle pero al escepticismo, a la desconfianza y a los enemigos de la paz que no son pocos.