El lunes pasado se hizo la presentación oficial del cortometraje documental titulado “Unabu, la danza de la luz”, una producción del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Colombia, en colaboración con la Embajada de Noruega.
La pieza audiovisual fue respaldada por la Unidad de Víctimas y en ella se muestra el proyecto que ha liderado esa entidad gubernamental para reparar colectivamente a poblaciones víctimas del conflicto armado a través del acceso al servicio de luz. En total, siete comunidades étnicas y una comunidad campesina en tres departamentos —Caquetá, Chocó y Valle del Cauca— fueron reparadas con la instalación de paneles solares que les permiten tener mejores condiciones de vida y también opciones de autosostenimiento.
Los lugares donde se implementaron estos paneles solares son mayormente de difícil acceso, a más de un día de las cabeceras municipales, y algunos están bajo el dominio de grupos armados al margen de la ley.
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El documental, que muestra la tecnificación de algunas iniciativas productivas de esas organizaciones como la confección, venta de alimentos y enseñanza, es protagonizado por mujeres indígenas que ejercen liderazgos en sus territorios y que vieron la potencialidad que tenía la energía eléctrica para la transformación del mismo.
“¿Qué hay en nuestro territorio? Nuestro territorio tiene animales, plantas y, algo muy importante, esta es nuestra casa. Nosotros aprendemos desde nuestros abuelos y abuelas que hay tres mundos: el mundo de arriba, el del medio y del abajo. Por eso desde los tres mundos aprendimos a sembrar, consultando al sol y observando la luna. A ellos se les consulta todo lo que se desee hacer”, dice en la lengua embera, Dayana Domicó (Dokera es su nombre en embera), líder del pueblo embera katío del Alto San Jorge y actualmente parte del equipo de negociaciones del Gobierno con el Ejército de Liberación Nacional.
Dayana fue la encargada de abrir el espacio durante la presentación del documental al caminar por el salón donde se estaba proyectando el filme con una vela y diciendo frases en lengua embera.
El proyecto tomó más de dos años de producción y edición, con un equipo técnico que se trasladó a través de extensos trayectos que implicaron caminatas de casi 10 horas por la selva chocoana, desplazamientos en lanchas, carros, motos y burros. De acuerdo con los organizadores, el documental evidencia cómo la energía solar “no solo ilumina hogares, sino que también ilumina vidas y promueve el empoderamiento de las mujeres en entornos que históricamente han enfrentado desafíos de acceso a servicios básicos y desarrollo”.
El día de la presentación también se realizó una instalación artística con telas y cuadros con imágenes de habitantes de las comunidades reparadas, y también un objeto cilíndrico que reflejaba con luz las palabras ‘territorio’, ‘paz’ y ‘resistencia’.
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