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Liberia es un país pequeño en el noroccidente de África que tuvo una guerra civil cuya violencia fue desproporcional con las mujeres. Allí quisieron pacificar sus territorios mediante 19 intentos de procesos de paz, y tan solo el último -en 2003-, con el acompañamiento permanente de una Misión de Verificación de Naciones Unidas, fue exitoso.
Desde ese año, y por el siguiente lustro, cerca de 10.000 excombatientes de la extinta guerrilla Movimiento Unido de Liberia (Ulimo, por su sigla en inglés) llevaron a cabo procesos de desarme y reincorporación a la vida civil. Colectivos de mujeres encabezaron modelos de justicia comunitaria para reivindicar sus dolores y sus cuerpos, llevando a que aquella etapa se volviera un referente a nivel internacional.
No es casualidad que Ndeye Sow, invitada senegalesa a la primera Conferencia Internacional de Experiencias en Reincorporación, realizada en Colombia, analice la guerra civil en su país a la luz del proceso de paz de Liberia. De acuerdo con Sow, en diálogo con Colombia+20, “la pacificación en Casamanza (región en la que se llevó a cabo la guerra en Senegal) siempre fue inviable y no es una lección para otros procesos de paz, porque el diálogo jamás fue una opción. Muchos intentaron poner su voluntad por encima de los consensos y a raíz de eso siempre fallaron los trámites que permitieran reincorporación de excombatientes y garantías de no repetición. Senegal es un ejemplo de que una guerra se puede repetir en cualquier momento por el simple hecho de no querer escuchar al adversario. No aprendimos del desenlace paciente de Liberia y venimos a Colombia a tomar lecciones sobre lo que están haciendo bien y lo que puede mejorar”.
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En este encuentro, organizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Embajada de Noruega, la Misión de Verificación de la ONU y el Consejo Nacional de Reincorporación, las lecciones, errores, aciertos y desafíos de los procesos de reincorporación que se pusieron sobre la mesa no salieron como un recetario de soluciones mágicas.
Por el contrario, la premisa fue en todo momento reconocer que los procesos de paz siempre son el producto de decisiones humanas, que como pueden terminar en buenos términos, también pueden tener desbarajustes sobre los cuales se debe trabajar en función de comunidades que han sido blanco de todo tipo de violencias durante muchos años.
Personas reincorporadas de los procesos de paz de Colombia, El Salvador, Guatemala, Indonesia, País Vasco y una delegada de Senegal dialogaron dos días en Bogotá y uno en Manaure (Cesar) sobre lo que el conflicto les dejó y cómo fueron o han sido sus transiciones a la vida civil para superar un pasado doloroso.
“Me voy esperanzada de Colombia porque aquí hay voluntad de trabajar en sus procesos de reincorporación como colectivo; están a tiempo de encaminar el futuro para no terminar con una paz temporal, sino duradera”, comentó la salvadoreña Rosa Rivera, exguerrillera del frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
Otros delegados salvadoreños insistieron en que la reincorporación en Colombia le tiene que seguir apostando a ser integral. Así lo explica Alba Marisol Galindo, excombatiente del FMLN: “En El Salvador nuestro Acuerdo de Paz se centró, en buena parte, en hacer reformas al sector seguridad. El Ejército cambió y se creó la Policía Nacional Civil, pero si hablamos de políticas ligadas a la reincorporación, los esfuerzos fueron casi nulos. Participamos en política, ganamos, pero eso no es suficiente… no se nos habló de acceso a tierras, a vivienda rural, educación o una amplia oferta de empleos”.
Como representante del proceso en Colombia, Federico Montes, excombatiente de las Farc y líder de reincorporación en La Montañita, Caquetá, aseguró que durante los últimos cuatro años la adjudicación y formalización de tierras no fue eficiente, equitativa ni sanó brechas históricas sobre acceso y tenencia de predios. “En eso falló el punto 1 con nosotros, y por eso, haciendo cuentas sensatas sobre un paneo general en las condiciones de muchos de nosotros, tardaremos tiempo en estabilizarnos social y económicamente”.
Delegados guatemaltecos y salvadoreños dijeron que a pesar de las virtudes que tienen los procesos socioeconómicos de reincorporación en zonas como Tierra Grata o la misma Agua Bonita, se deben aprender de fórmulas fallidas para no tropezar con problemas que en el pasado fueron recurrentes.
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“Comprar tierras y entregarlas así porque sí no resuelve nada. No es solo compra de predios, sino planear políticas que les den futuro. Eso no pasó con nosotros y ustedes están a tiempo de no caer en eso. La reincorporación debe ser calidad de vida, no solo aplaudir una dejación de armas”, dijo Alfredo Leiva, firmante de paz de El Salvador. Mientras que la delegación de Guatemala fue insistente en que una Reforma Rural Integral exitosa siempre debe tener más proyectos específicos en función de los reincorporados.
La dignidad y el respeto por la vida de quienes eligieron la paz como su proyecto de vida son los primeros requisitos para la reincorporación. Ningún acceso a tierras o ejecución de un proyecto que genere estabilidad económica vale -se dijo en el encuentro- si siguen asesinando y estigmatizando a población excombatiente. Desde la firma del Acuerdo de Paz han sido asesinados 342 ex-Farc y la esperanza por un mejor país para ellos, en donde las segundas oportunidades sean una posibilidad, no resiste un muerto más.
Así invitó a reflexionar Marisol Galindo sobre esta situación en territorio colombiano: “En El Salvador no tuvimos una cacería en nuestra contra como la que vienen sufriendo los hombres y las mujeres que estuvieron en las Farc. Nuestro respeto nos lo hemos ganado a pulso y desde el discurso mostrando que nosotros también podemos ser considerados como veteranos de guerra. En Colombia el tema es más complejo que eso, pero lo podrán sacar adelante humanizando la guerra, mostrando que esa guerra no fue entre “buenos contra malos”. Todos sufrieron, toca reparar a quienes se afectaron, pero sin olvidar que nadie está exento de ser sanado, sea cual sea su orilla en una guerra”.